martes, 18 de septiembre de 2018

Un deseo a mi cama

Amanece
y mi sangre se transmuta en plomo.
Las inclemencias del pasado y la nulidad del porvenir se suceden en cadena.
Un coro de ángeles caídos cantan para mí un recital de desdichas.

El sueño hace las veces de relumbrante olvido.
Cómo escapar al calor de la colcha; el único cariño que recibiré hoy será por el roce de su mullida urdimbre; y el único consuelo será mi almohada, un montón de algodón aglomerado.

La realidad áspera.
Levantarse es aceptar el inicio del trajinar ¿y quién quiere eso?
La verdadera tragedia es la maroma ordinaria:
Bañarte, comer, cepillarte los dientes, lavar los trastos, salir por el material, pasar el rato en el museo para tintinar novedad...

Entonces ¿qué quisieras?

Las cosas por las que vale la pena vivir
te pido que sean cotidianas
[risas].



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