lunes, 28 de marzo de 2022

Monogamia o poligamia


No me importa que la poligamia sea natural en el ser humano, comprobado científicamente y todo. La poligamia nulifica mi sexualidad. Así como algunos no soportan el romance, así yo no soporto la conquista. Qué desgastante estar en una búsqueda nueva cada que tengas ganas de sexo. Me repugnan los que ya tienen todo un guión para acceder a aquello, como si la interacción afectiva fuera un obstáculo que se puede evitar con la correcta manipulación de las emociones. Un detalle por aquí, un alago por acá, indiferencia para volverme deseable y un poco de conversación para ser aprobado dentro de los hombres que sí pueden entrar a su alcoba. 

Un youtuber llamado Roman dice que la exclusividad es posesión, yo digo que la exclusividad es responsabilidad afectiva, es entregar nuestra confianza y hacerlo evidente en actos, es ese pacto implícito al que tienen miedo algunos porque sienten que ya no podrán interactuar eróticamente con más mujeres u hombres. Inseguridad, dice él. ¿Qué acaso la seguridad es tener una pared emocional que no te permita sentir un vínculo más profundo de lo que una amistad permite? Quizá deberíamos conocer el nivel de enamoramiento al que podemos llegar y si es compatible con nuestra pareja. Para Roman dura poco, evidentemente, y la poligamia le favorece. Para mí dura tres años y luego de siete años regresa. Pero no hay pactos implícitos para relaciones de 3 años con intervalos de 7.

Y sobre la posesión está equivocado. No poseemos a la pareja, poseemos una relación, algo que juntos vamos construyendo, algo que es difícil de mantener en pie y sacar adelante. Es lógico que nos dé miedo perder eso, pero no por eso vamos a dejar de intentarlo. Si no hay confianza, sinceridad y respeto, como personas maduras que somos, entendemos que no va a funcionar y debemos soltar esa relación. También aceptar que el vínculo se ha desprendido y ser honestos con nuestra pareja, es un acto de amor. Ahí está la diferencia de una persona tóxica a una sana, y ni siquiera hace falta una relación para vivirlo. Me ha pasado en enamoramientos que no culminan en absolutamente nada.

El amor, que es aceptar al otro con todos sus defectos e imperfecciones, es aún mejor para las relaciones monógamas. Ojalá todas pudieran incluirlo, pero es complicado, sobre todo por los tiempos en los que nos tocó vivir, en el reino del ego.

jueves, 10 de marzo de 2022

Una buena razón para ir a terapia

 Una buena razón para ir a terapia es revivir afectivamente. Liberarme. Me cuesta dar afecto. Veo en mi familia una barrera. No es que no los quiera, es que no siento que quieran mi cariño. Cuando era niño lo poco que recibí de afecto me daba mucha felicidad. Pero conforme fui creciendo el afecto que yo demostraba parecía contraproducente. Si de por sí, en mi núcleo familiar es escaso; solo en los cumpleaños nos abrazamos y a veces lo siento más un compromiso que un gesto sincero.

Tengo la fantasía de que encontrando a la mujer indicada encontraré liberarme afectivamente. Ya no me importará que en mi familia me vean como un tímpano de hielo, pues habrá alguien que siempre desee que yo la abrace y acaricie. 

También es todo un problema para mí separar el cariño de lo erótico. Algo me habrán hecho o algo no habré hecho, para desarrollar un límite claro. Mi adolescencia fue un lapso carente de afecto, todo era resolver el morbo que crecía en mi interior. En mi infancia recuerdo algunos episodios de desprecio. Mi tía de un día a otro dejó de sentarme en su regazo; luego a una edad adulta descubrí que era un poco misándrica. Tal vez por eso al enamorarme me siento como un niño, libre de la barrera que se me impuso por haberme transformado en hombre, y por eso creo en el enamoramiento como vehículo de salvación.

Pasó lo mismo con el piojito que me hacía mi prima; entré a la adolescencia y olí diferente, mi cabello también cambió, se volvió rizado y duro. Ahora era un ser repulsivo o para ser más justo y bondadoso, era un ser sin encanto. 

Recuerdo que intenté cambiar el ánimo de la perra de mi tía, irónicamente llamada Dulce, con un abrazo. Supongo que inconscientemente reflejaba mi necesidad. Era un ser que no me lastimaría emocionalmente... bueno, no me lastimó emocionalmente, sino físicamente cuando me mordió la cara y mi experimento no funcionó. Aunque en la juventud repetí el experimento ingenuamente con una musa de pantano. Y poco después de haber sido mordido, en la primaria también intenté acercarme a la niña de mis sueños y fui repelido enérgicamente contra el piso; nos habían colocado juntos en la misma mesa y ella trazó una línea imaginaria que yo desafié juguetonamente. 

Recuerdo que cuando me entrenaban para la primera comunión, había una catequista joven y bonita que me quería mucho y me demostraba afecto. No creo haber estado enamorado de ella, pero mira que hasta de recordarla se me alegra el corazón. Siempre fui consciente que yo no le interesaba, solo me tenía ternura, como se le tiene a un bonito perro. Y es justo porque si hubiera sido algo diferente habría abusado de mí. Terminó el adoctrinamiento y terminó el cariño.

Realmente no recuerdo ningún abuso en mi infancia, solo el abandono afectivo. 

Y ahora en mi vida adulta, mi familia me dice que yo no soy muy cariñoso. De inicio me dio mucha tristeza, luego me dio coraje, porque ellos debieron enseñarme a serlo a no desterrarme de afecto por no cumplir sus parámetros de ternura. Ya quisiera encontrar a aquella mujer que me permita ser el hombre cariñoso que seguramente si soy. La novia que tuve podría saberlo, podría ser juez y emitir un veredicto y entonces estar seguro que encontrar a la indicada me liberará.

Y ahora resuena en mi cabeza "eres el chico más lindo entre mis contactos" y "me gusta tu forma de ser" de mi musa de pantano. Y todo se vuelve a repetir. Nuevamente el abandono. "No te debería importar que te rechacen". La publicación inmediata de lo más lindo que le han dicho, por supuesto que otro tipo y ser tratado como acosador por ir a verla al trabajo para cerrar el ciclo y poder conciliar el sueño. 

Ayer, antes de llegar a la reunión familiar, una mujer, madre soltera, ojos preciosos, cabello oscuro, delgada, a la altura de un beso, me miró como a un hombre atractivo, y eso fue lo mejor del día. Soy afortunado porque una mujer hermosa me miró como a un hombre atractivo y lo atesoraré en mi corazón como una dulce y tierna caricia, aunque claro, caducará.

El afecto que acumulo será para la indicada... a menos que no tenga más opción que intercambiar quien lo acepte por dinero.

Por supuesto, tengo que ver al psicólogo, aunque no quiero que todo se centre en mi trabajo y cómo lo elegí para tener algo seguro, donde no me maltraten y orillen a renunciar por mi forma de ser (desafiante, cuestionadora, reflexiva, distímica, existencialista)  y en dónde poder expresar mi creatividad a mi ritmo y sin condiciones.

domingo, 6 de marzo de 2022

Romantifóbicos

 Antes de hablar sobre el tema quería compartirles un tip, que me dio mi hermano, para relajarse un chingo y aminorar las inseguridades de la comparación. Hay muchas buenas tácticas que me compartieron mis amigos, pero esta en particular me ayudó muchísimo. En el original se trata de agradecer detalles en tu día a día o experiencias  que te han formado para ser mejor. Como soy agnóstico casi ateo, me resultó un poco hipócrita agradecer a algo y preferí usar el considerarme afortunado. No funciona como una receta de cocina en que repites aquello en lo que se supone te deberías sentir afortunado porque otros dicen. Cada quien tiene sus propias prioridades en su sentir y en su esquema de valores. En mi caso, haber conocido a ciertas personas, tener a mis padres, amigos que se preocupan por mí, con quien comparto maneras de pensar, mascotas que me hicieron suavizar mi trato, etcétera. 

 Ahora sí. 

La romantifobia se da mucho en grupos de clase media y alta, de alta escolaridad. No por eso significa que sea una cualidad de inteligencia. Más bien es una reacción extrema de raciocinio simple. Si bien es cierto que el pensamiento romántico puede degenerar en prácticas tóxicas, posesivas y pasionales. Como en Un mundo feliz, me niego a vertirme al extremo opuesto, a ser un romantifóbico. 

Los romantifóbicos evitan enamorarse; para ellos es un sentimiento pérfido, instintivo, que te hace cometer locuras. Hay razón en ello, sí, es que en razón no escatiman. Y es que enamorarte no es de a poco, es un caudal que te arrastra entero. De repente existe el cielo, el cielo de la serotonina. No quieres que termine. Lo peor es que cuanto más dure más necesitarás de sus efectos y temes termine. Pero por ahí he oído decir, que es de cuerdos tener un vicio en un mundo como este, en donde friccionar con conocidos y ajenos se vuelve parte de la norma, y no una excepción; el estrés por la inestabilidad económica; las carencias afectivas con sus traumas y trastornos que heredamos de una crianza en donde nuestros padres sacrificaron su paternidad o maternidad para que no nos faltara techo, medicinas, educación y comida. A lo mejor es por eso que la romántifobia se da más en clases acomodadas. 

Entendamos el enamoramiento como un vicio, pero a diferencia de cualquier vicio, este no lo puedes comprar clandestinamente. Quizá lo mejor sea dejarse llevar y aprovecharlo conociendo su escasez. Y me pregunto si esta escasez no deriva de las olas feministas, que derivan, según mi teoría conspiranóica en que todo movimiento social tiene una maquinaria biológica detrás, de la cual, sacan sus fortunas los políticos y empresarios, pues conociendo el molino, solo falta poseerlo. Y cuando hablo de biológico me refiero a alienación conductual, que es lo que venimos padeciendo debido a la sobrepoblación. No, yo no tengo la solución, los estudios sugieren que la extinción es inevitable. Si decreces la población no cambias su conducta, si cambias su conducta a ese estado "normal" de reproducción, no cambias la sobrepoblación, crece. Es complicado. Un joven muy educado me dio la mejor respuesta: "Está bien, ya hicimos mucho daño". La resignación es el último paso.

...eso o Un mundo feliz. 

A algunos les gusta ese mundo prometido; drogas por aquí y sexualidad por allá, sin vínculos afectivos, o vínculos que se limitan a una relación sencilla, de confianza, como la amistad. ¿Pero cómo es que la amistad forme parejas si se puede ser amigo de casi todo el mundo? Y en el extremo romantifóbico habrá quien reniegue de los individuos ideales. ¿Y por qué no personas indicadas? Ni solo amigos, ni dioses a los cuales adorar. Habría que aceptar que nadie tiene todo lo que buscamos en una pareja, y que el enamoramiento termina, así que por qué evitarlo.

Es bueno saber que el enamoramiento en las mujeres no dura demasiado. Suelen tener estándares demasiado elevados y su enamoramiento dura hasta que conocen al sujeto mejor, en aspectos menos glamorosos y los bajan del pedestal... eso o dar pie al amor. A veces hay mucho estatus para absorber seguridad y dura un poco más el enamoramiento. Es bueno saberlo para aprovechar el instante. Pero las cuestiones éticas fastidian e incluso romantizar en que la indicada ha llegado y una época de felicidad se aproxima, que solo falta conocerse mejor y bla bla bla. Hay que bajarle un tanto a los desibeles, sin volvernos romantifóbicos y reprimir la fantasía. Claro que como hombres esas fantasías culminan en sexo. Entonces ¿menos volumen? A lo mejor menos volumen significa una bonita amistad, perfecto para un romantifóbico, realista. Pero no para mí. De menos rozar su mano en complicidad, y rezar por que mañana me mire como hoy, un día a la vez, maldito adicto. 

Luego sigue vivir el micro duelo estoicamente. No señalizarnos como que no lo merecemos, o que algo nos falta, o echarnos los defectos a la cara. Saber que son los tiempos que vivimos, que es la naturaleza la que juega en contra nuestra. Cuánto dolor me hubiera evitado de entenderlo, cuánto tiempo perdido. Pero el duelo es el duelo, ese tramite no se puede omitir. Dedicarle un día a despedir las posibilidades que merodeaban, hacerles algo lindo, una comida, una salida, una visita a un buen amigo.

También es gacho saber que la vejez va agotando los episodios de enamoramiento. Y los duelos son más largos, porque implican renunciar más en definitivo a posibilidades que en otras épocas el romance hubiera cumplido; tener hijos, que alguien esté a tu lado al enfermar, que te cuide, la sensación de compañía sin importar lo arrugado y arruinado que estés. Cosas que son parte del amor, más que del enamoramiento. Ese día a día, en espera de que el enamoramiento continúe, es también la espera por que el descubrimiento no termine en decepción y descarte, sino en amor romántico, como es amor, te hace feliz que el otro lo sea, aunque eso implique apartarse de su camino. ¿Pero qué edad será adecuada para un último enamoramiento?