lunes, 11 de julio de 2016

Mandrágora y otras bulbosidades

Creatividad. Es la raíz tuberculosa a la cual he decidido agarrarme para todas las formas de vida en las que me siento cómodo y satisfecho para realizarme. Me aplaudo el salir de Letras porque era una raíz analítica, y lo poco que tenía de creativo era una creatividad artesanal, de fórmula para producir según las exigencias del mercado. Ahí la gente se emocionaba por descubrir autores o lo que los autores escondían tras sus palabras, pero también tenía otras vertientes, como la lingüística, y la gente se emocionaba por lo que en realidad había oculto tras las palabras y enunciaciones de uso común. Datos curiosos, nada más. Como terminar la carrera y tener un título no me producía la suficiente motivación como para terminar la carrera y tener un título, entendí que habría que mirar un poquito más allá del muro: el futuro profesional de bulbosidad analítica al que estaba entregando mi vida, que no es cualquier cosa, lo es todo.

Luego miré hacia la profundidad del origen, del heme aquí por, y no me satisfizo lo que vi. Siempre he querido encontrar una fuente laboral que se adapte a mis necesidades de tiempo (que me de espacio para hacer mis otras actividades de esparcimiento, creativas a largo plazo y responsabilidades hogareñas), de ingresos (que me dé lo suficiente para subsistir de manera holgada e independiente económicamente), de potencial (que me haga sobresalir del resto) y de personalidad (de tubérculo creativo, desde ahora llamado mandrágora). En apariencia, la vida de letrado me las daría. Por lo menos dos de cuatro. Ahora bien, sentía una exigencia social (el elixir al problema del futuro según mis padres, y por cómo en general me perciben mis familiares y amigos; suficientemente inteligente para ello) el alcanzar un título universitario. Así que creí que sólo tendría que encontrar algo que se adaptara a mis gustos. Y pensé tontamente que como me gustaba la lectura y era un estupendo redactor, estar en Letras sería como nadar en un caudal turbulento siendo pez.

Me di cuenta, observando a mis profesores letrados, que la actividad profesional de esta índole, requeriría un horario parecido, si no es que igual, al de un jornalero promedio. Entonces, ya no podría cubrir ni la mitad de mis necesidades. Quizá fuese esto lo que me impedía nadar en esa corriente, por lo que subía a tomar aire y abandonar las aguas muy a menudo. Resulté cormorán y no pez. Y con incomodidad me apreté las gónadas para abandonar las expectativas sociales.

¿Y por qué artesano y no escritor? para mí la literatura no es un proceso artesanal, sino artístico. Requiere de un esfuerzo y un proceso más riguroso, y hasta excéntrico, lo que significa otorgar un tiempo ideal para trabajar la obra, y un ritual que no se apega a las reglas laborales. En estos tiempos y con el sistema que tenemos, ser escritor implica dar cursos de redacción, talleres de creación, ser conferencista, autopromotor, cazarrecompensas de premios, redactor en periódicos, porque de otra forma, eres escritor a medias. Sin embargo no hay escritores a medias, lo que ocurre es que un escritor que escribe literatura, no uno de entregas quincenales, también debe considerar su sustentabilidad, y la creación literaria, por sí sola, no es rentable... a menos que seas un autor consagrado y tengas por lo menos una obra cumbre que te dé de comer. Si no es así, hay que ser algo más.

Todos los trabajos adjuntos que mencionaba, que se consideran actualmente parte intrínseca de la tarea del escritor, son remedios para llenar un puesto laboral inexistente. El escritor real, sin anexos, no encaja en el sistema productivo. Puede que escriba una novela y una veintena de cuentos y mañana ya no sienta la necesidad de continuar escribiendo, que se sienta pleno con lo que ha hecho. O que termine una novela en tres años y empiece otra en cinco más. Y que esta última le genere ingresos después de muerto.

¿Pero por qué artesano? hay escritores artesanos, de esos que escriben por cumplir con un público, yo quiero ser artesano y además escritor; uno es trabajo, lo otro es arte, y para mí eso es incompatible. Enumeraré los beneficios de ser artesano:


  1. Cumple con las 4 necesidades básicas.
  • Me da el tiempo que necesito al yo establecer un horario de trabajo.
  • Soy remunerado tanto económica, como personalmente por ello.
  • Tengo la oportunidad de ser creativo.
  • Puedo sobresalir por mi creatividad en un mercado en el que no es requisito indispensable.
      2. Aún cuando requiere un proceso maquinal, los resultados nunca son iguales.
      3. Cada artesanía te hace sentir orgulloso.
      4. No se requiere demasiado tiempo para lograr resultados en cada etapa del proceso.