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domingo, 27 de noviembre de 2016

Cómo ser un escritor

Proclamarse escritor es una mamada.

¿Qué hay que hacer para proclamarse escritor? ¿publicar? ¿ganar reconocimientos y concursos? si tu finalidad es esta, se dichoso, estás en el lugar correcto, yo te diré el cómo en esta misma entrada. 

Desde hoy abandonaré autotitularme escritor porque estaría clasificandome en el mismo reino de un grupo selecto de divos que se lambisconean y se recodean en fiestas y presentaciones exclusivas.

Dije antes que ser escritor no es una ocupación productiva compatible con ningún puesto laboral de hoy en día. Mentí. Recuerdan aquellos burgueses del siglo XIX que solo se la pasaban en reuniones y armaban comités y organizaban clubs sociales, en efecto mutaron en lo que conocemos por artistas, entre ellos los ensoñados escritores. 

Cuando entré a Letras hispánicas me preguntaba de qué manera se llegaba a estar en lo alto de un estrado hablando de tu nueva novela junto con otros conocedores de la literatura. Estaba consciente de que no era una licenciatura para ser escritor, pero aún así era lo más cercano a estar detrás del estrado. Sin darme cuenta estaba ya dando mi primer paso dentro de aquel mundo. Y también me resultaba repulsivo; los egos, los temas siempre referentes a la cultura, a la política, a la academia, pero a un nivel bien superficial, bien insignificante. En contraparte estaban aquellos hartos de la hipocresía o sangronadas (porque también había quienes se pavoneaban de esgrimir un cinismo nocivo) de estos otros, pero que jamás iban más allá de críticas, etiquetar a todos y reducirlos a una farsa.

Me ha pasado ya varias veces, que me defino como algo, tanteo sus implicaciones y termino desechandolo. No es nada nuevo. 

Aquí nos encontramos con el clásico caso del Arte vs el "arte". Además cuando se trata de literatura siempre resulta ser un arte culto, porque las mayorías salvajes prefieren las lecturas útiles e informativas, como lo que encuentras en el periódico, las revistas, el horóscopo, etc. Atiendan esto: Escritor vs "escritor". 

Retomo literalmente lo que dije en otra entrada: El escritor real, sin anexos, no encaja en el sistema productivo. Puede que escriba una novela y una veintena de cuentos y mañana ya no sienta la necesidad de continuar escribiendo, que se sienta pleno con lo que ha hecho. O que termine una novela en tres años y empiece otra en cinco más. Y que esta última le genere ingresos después de muerto.

Seguro hay quien ha aprendido a tomar la labor literaria con más apego al sistema jornalero y se pone cierta cantidad de tiempo, cierto horario, todos los días de su vida a teclear. Con su taza de café a un lado y el cigarrillo consumiendose en el cenicero mientras se devanea los cesos por entramar un buen párrafo. Y le funciona. Pero tampoco es que sea una norma condicionante. El mayor beneficio que le veo, desde mi nula capacidad por llevarla a cabo (por mi indiagnosticada distimia), tiene que ver con la cantidad, puesto que mientras más tengas, mayor probabilidad hay de que algo sea bueno.


Ahora lo que les prometí. No hace falta que seas un extraordinario escritor para ganar concursos, acceder a becas y publicar. Lo único que debes hacer es formarte un curriculum. Empieza por los talleres de escritores con algo de renombre, no tanto para aprender, sino más bien para socializar; publica en revistas locales; entra en el mundo de la gente de letras, no hace falta que entres a la carrera, obten contactos con potencial; entra en concursos mamones de talleres para jovenes creadores, es el siguiente paso después de los talleres de escritores mediocres. Con esta experiencia en tu semblanza ya puedes participar para revistas a nivel nacional, premios, y hasta becas. Con tal prestigio, lo que escribas será publicable. 

Pero hay un precio. Te amoldarán a sus cánones, como a una miss universo. Será dificil que vislumbres una cultura más allá de la que ellos hablan, de la que a ellos les importa mostrar. Es ideal para quienes se enamoran del personaje de escritor. Por otro lado, dirán que sería útil para quien ya tiene algo preparado y solo quiere darlo a conocer; cierto. Sin embargo debe ser alguien con una técnica precozmente depurada, puesto que estos caminos son ofertados solo para jovenes.

Desconozco si mis métodos se inclinan más a lo que a un Escritor concierne. Pero estoy seguro que son más honestos. En principio parten de un proyecto, no de un romance por ser alguien. Luego mi intención es materializar (y espiritualizar también) lo que se encuentra desvanecido e inconsistente en mi cabeza, ya sean lugares, personajes, ideas, circunstancias, etc. Ya que escribir es mi manera más efectiva de darle orden al caos, no en cambio, de demostrar que soy capaz de una prosa única. Es verdad, soy vanidoso y egocentrico, quiero dejar mi huella. Pienso que si tras unos años, entre más mejor, después de haber muerto, alguien leyera mis apuntes, cuentos, quizá novelas o mi bestiario, y dijera "me encanta", habrá valido la pena todo esto: me refiero a ir siempre por el peor camino; salirme de la universidad, buscar la forma de ganarme la vida y a la vez no abandonar mis proyectos literarios, rechazar en lo posible los consejos de otros escritores para escribir y todo eso que me frustra.

Mi consejo si quieres encontrar tu estilo o libertad narrativa: Mantente en la búsqueda de aquel libro, cuento, lo que sea; aquella lectura idílica. Si no la encuentras, proponte ser tú su creador, si encuentras algo cercano o incluso muy superior, disfrutalo, no quieras comprender las partes que lo hacen grande. El acto de escribir debe ser un reto, nunca una terquedad. Para ello es indispensable conocer tus límites. Lee, y descubrirás historias fascinantes en una prosa lánguida, sugetate a ellas para tus primeros intentos. No caigas en el conformismo, siempre experimenta, busca, investiga, sigue leyendo.

Por mi parte ahora seré un proyector, ya era lavadora por tanto ciclo, ¿qué otra manera de cosificar mi alma existe?

lunes, 11 de julio de 2016

Mandrágora y otras bulbosidades

Creatividad. Es la raíz tuberculosa a la cual he decidido agarrarme para todas las formas de vida en las que me siento cómodo y satisfecho para realizarme. Me aplaudo el salir de Letras porque era una raíz analítica, y lo poco que tenía de creativo era una creatividad artesanal, de fórmula para producir según las exigencias del mercado. Ahí la gente se emocionaba por descubrir autores o lo que los autores escondían tras sus palabras, pero también tenía otras vertientes, como la lingüística, y la gente se emocionaba por lo que en realidad había oculto tras las palabras y enunciaciones de uso común. Datos curiosos, nada más. Como terminar la carrera y tener un título no me producía la suficiente motivación como para terminar la carrera y tener un título, entendí que habría que mirar un poquito más allá del muro: el futuro profesional de bulbosidad analítica al que estaba entregando mi vida, que no es cualquier cosa, lo es todo.

Luego miré hacia la profundidad del origen, del heme aquí por, y no me satisfizo lo que vi. Siempre he querido encontrar una fuente laboral que se adapte a mis necesidades de tiempo (que me de espacio para hacer mis otras actividades de esparcimiento, creativas a largo plazo y responsabilidades hogareñas), de ingresos (que me dé lo suficiente para subsistir de manera holgada e independiente económicamente), de potencial (que me haga sobresalir del resto) y de personalidad (de tubérculo creativo, desde ahora llamado mandrágora). En apariencia, la vida de letrado me las daría. Por lo menos dos de cuatro. Ahora bien, sentía una exigencia social (el elixir al problema del futuro según mis padres, y por cómo en general me perciben mis familiares y amigos; suficientemente inteligente para ello) el alcanzar un título universitario. Así que creí que sólo tendría que encontrar algo que se adaptara a mis gustos. Y pensé tontamente que como me gustaba la lectura y era un estupendo redactor, estar en Letras sería como nadar en un caudal turbulento siendo pez.

Me di cuenta, observando a mis profesores letrados, que la actividad profesional de esta índole, requeriría un horario parecido, si no es que igual, al de un jornalero promedio. Entonces, ya no podría cubrir ni la mitad de mis necesidades. Quizá fuese esto lo que me impedía nadar en esa corriente, por lo que subía a tomar aire y abandonar las aguas muy a menudo. Resulté cormorán y no pez. Y con incomodidad me apreté las gónadas para abandonar las expectativas sociales.

¿Y por qué artesano y no escritor? para mí la literatura no es un proceso artesanal, sino artístico. Requiere de un esfuerzo y un proceso más riguroso, y hasta excéntrico, lo que significa otorgar un tiempo ideal para trabajar la obra, y un ritual que no se apega a las reglas laborales. En estos tiempos y con el sistema que tenemos, ser escritor implica dar cursos de redacción, talleres de creación, ser conferencista, autopromotor, cazarrecompensas de premios, redactor en periódicos, porque de otra forma, eres escritor a medias. Sin embargo no hay escritores a medias, lo que ocurre es que un escritor que escribe literatura, no uno de entregas quincenales, también debe considerar su sustentabilidad, y la creación literaria, por sí sola, no es rentable... a menos que seas un autor consagrado y tengas por lo menos una obra cumbre que te dé de comer. Si no es así, hay que ser algo más.

Todos los trabajos adjuntos que mencionaba, que se consideran actualmente parte intrínseca de la tarea del escritor, son remedios para llenar un puesto laboral inexistente. El escritor real, sin anexos, no encaja en el sistema productivo. Puede que escriba una novela y una veintena de cuentos y mañana ya no sienta la necesidad de continuar escribiendo, que se sienta pleno con lo que ha hecho. O que termine una novela en tres años y empiece otra en cinco más. Y que esta última le genere ingresos después de muerto.

¿Pero por qué artesano? hay escritores artesanos, de esos que escriben por cumplir con un público, yo quiero ser artesano y además escritor; uno es trabajo, lo otro es arte, y para mí eso es incompatible. Enumeraré los beneficios de ser artesano:


  1. Cumple con las 4 necesidades básicas.
  • Me da el tiempo que necesito al yo establecer un horario de trabajo.
  • Soy remunerado tanto económica, como personalmente por ello.
  • Tengo la oportunidad de ser creativo.
  • Puedo sobresalir por mi creatividad en un mercado en el que no es requisito indispensable.
      2. Aún cuando requiere un proceso maquinal, los resultados nunca son iguales.
      3. Cada artesanía te hace sentir orgulloso.
      4. No se requiere demasiado tiempo para lograr resultados en cada etapa del proceso.