lunes, 29 de julio de 2013

El Baile del Universo


Su respiración. Todo lo que somos y hacemos ahora, lo hemos sido y hecho ya; miles de millones de billones de milenios atrás. Una y otra vez, el universo en su cause infinito, nos destruye para volvernos a hacer, y lo hace con la misma materia-energía, que a cada vuelta, a cada respiro, necesita. El Baile del Universo, sin embargo, no es siempre el mismo. El azar del caos determinará el destino. Es un dado de múltiples caras; y las pequeñas y escuálidas variaciones de creación, pueden desviar el más irremediable número. En una infinidad de tiradas cataclísticas, nuestra existencia no es viable.

Nuestro cerebro en ocasiones puede percibir un momento ya vivido. Significa que volvemos a cumplir nuestro destino, poniendo pie en vieja huella. Sentimos esa familiaridad como una paz reiterativa. Nos sabemos en el lugar correcto. Pero la mayor parte de nuestro tiempo lo pasamos desconcertados. Es así como debe ser. Una mente consciente de su repetición, no implica una mente consciente de su destino. La era del hombre es un instante. La vida de un hombre es un instante en el instante. Sin embargo, siendo organismos capaces de percibir el tiempo, nuestro tiempo es el único que importa. Sobra el tiempo no percibido, es tiempo muerto, tiempo vacío.

Me pregunto si en verdad somos capaces de tomar nuestras propias decisiones. La voluntad de un individuo, forma parte de una voluntad absoluta. Cada pensamiento, idea, impresión, reacción, sentimiento... forma parte de una larga cadena de acontecimientos previos.

Me pregunto si tendremos más de un solo destino, que es más de una sola vida. Empezamos desde cero tantas veces... somos mortales e infinitos. ¿Acaso la función de la humanidad es contemplativa, o nuestra existencia tiene un sentido único que va más allá? ¿Transgredir las leyes del universo? ¿Perdurar más allá de la redundancia cósmica?

Jeremías Croy

Criptología

Vegeto entre nieblas, nubes y tinieblas.

Por eso, progresivamente y para bien, destierro como alguna vez Platón, al vaporizado poeta que dejé alojar en mis entrañas; dejemos a la luz placer y ser en la vida real y reservemonos para la otra, la posiblemente imposible, el paranoide juego de las ilusiones. 

Si lo entiendes es porque lo padeces.
Si no lo entiendes ya lo entiendes.


Jeremías Croy

jueves, 4 de julio de 2013

La realidad es

Escucho música, ya bebí una taza de té y ahora me dispongo a una dosis de sinceridad, aquí, en mi escupidera personal. Todo sea por vencer el insomnio.

La realidad con ella. Que tiene a su novio y con él hace todo lo que en mi imaginación sólo queda. Que hay más futuro con él que conmigo; yo no tengo algo parecido a un plan. De hecho temo hacer planes en cuanto se refiere a relaciones no conformadas, hacer planes es crearte un mundito alrededor de aquella persona, cosa bastante muy peligrosa, si estás acostumbrado al fracaso como yo, sabrás a lo que me refiero. Que se merece a un ser menos complicado que yo.

La realidad conmigo: Que nunca he tenido alguna forma de pareja y no sé ni cómo se lleva eso, ni cómo se mantiene. Estoy bastante acostumbrado a estar solo. Que por mi forma de ser: pesimista, fatalista, depresivo, excéntrico, apático, patético... es más probable que me manden a la fregada a que me quieran. Que prefiero seguir con mis rondas cíclicas que suplantan mi voluntad carente (y está de más mencionar que eso no es de ninguna manera atractivo) a hacer algo por mi dichoso bien. Esto engloba cualquier aburrida forma de superación.

La realidad de la situación actual: Que aunque me encantaría salir con ella y probar todo lo que estar con ella conlleve, eso no ha pasado y quizá no pase. Y no es que yo no se lo recuerde, que es lo peor del asunto, que ella se niega a estar conmigo, ya sea por estar con él, ya sea por miedo a ya no estar con él, muchas cosas pueden ser... pero la realidad es.

¿Y cómo me siento con todo esto? Cansado, triste, reprimido (no deprimido), azotado...
Prefiero pensar que ella no es la correcta, aunque parezca que me corresponde y que entre ambos algo se agita. Las apariencias ya me han machacado antes el pastel en la cara.