martes, 28 de diciembre de 2021

Preparando un nuevo yo

 Traté de evitarlo, pero es imposible. Bastó un episodio de aquella reunión para sentir una gran y quirúrgica tache en mi existencia. Reprobado en ser hombre. ¿Por qué cuestionas el feminismo que ha hecho que las mujeres se sientan libres al andar por donde se les hinche? Aplaudamoslo, recibamoslo en nuestros corazones con gratitud y callemos, sobretodo por ser hombres, porque ya hemos dicho demasiado. No, no puedo. Yo no represento a ningún hombre del pasado, ni todos somos uno, ni pienso en colectivo. Sí, era justo y necesario, y no, no deseo las relaciones de antaño. Pero está mal. Porque no abole los roles de género sino que los remplaza, ahora somos victimas y victimarios, tú alza la voz, revelate, tú calla, asume la culpa, avergüenzate. Las muertes de los hombres no importan porque fueron perpetradas por otros hombres. Has uso del lenguaje inclusivo para respetar a quienes no son binarios (alienados biológicos de alto grado). Deconstruyete, reprogramate, sigue la guía, amoldate a nuestros intereses de sumisión. 

No, no soy feminista, y me siento orgulloso de no serlo, de pensar fuera de esa burbuja inflada de egolatría condescendiente lameculos. Y no, tampoco soy machista, pero comprendo que cargo un bagaje cultural machista en el que no creo y que aflora en mis expresiones, y nadie tiene derecho a callarme o corregir mi léxico, si acaso advertirlo y hacerlo notar si le es ofensivo. Y comprendo que mi conducta sexual es de un humano macho (con problemas de adaptación social), y reconozco que es un componente esencial de mi identidad como hombre. Y entiendo que como especie, somos una especie enferma, con comportamientos aberrantes propios de toda especie violentada, aprisionada y alienada de su naturaleza. Y por eso no me trago las deconstrucciónes, ni la vergüenza por haber nacido varón, porque lo que siento y cómo me comporto va más allá de procesos mentales moldeables a placer.

Una vez he aceptado esta realidad, tengo que confrontar la siguiente. La que trata del sistema económico que gobierna las relaciones de pareja entre adultos. Si saco el taller adelante, y consigo autosuficiencia podre 1) escribir con soltura y sin presiones el universo que me hubiera gustado habitar 2) ser apto para una relación reciprorromántica. Si el 1 concluye sin más dilaciones y no se me dio la oportunidad de descubrir a una mujer atractiva y compatible (empática, transigente, de buen humor y con cualquier grado de incompatibilidad con este mundo) que me corresponda, entonces, sin dramas, buscaré la manera más amable de quitarme la vida. Sospecho que vendrá a ser los 45 el límite, quizá un poco más, 2 o 3 años y ya.

Cuando me recuerdan esas cintas en que el tipo sensible, melancólico y creativo va de desilusión en desilusión hasta conformarse con una relación de amigovios sin intensidad, tiendo a confrontarme si vale la pena conseguir la bienaventurada autosuficiencia. Porque el problema sería yo, porque tendría que estar desde ya predispuesto a conformarme con una relación de baja intensidad. ¿Vale la pena? Incluso si me salto el taller, que solo supone trabajar en aquello que me llena y estabilidad laboral. ¿Vale la pena? Veo a mis amigos con sus relaciones de tal talante y estoy seguro que no, no lo vale.

¿Entonces qué procede? Tengo un plan nada decoroso, que es más que posible me precipite a una profunda depresión y cruda moral. Pero de alguna forma, el estoicismo es una buena fórmula para hacer de tripas corazón.