domingo, 1 de agosto de 2021

Unas nacen feas, otros nacen inadaptados

Hicieron una revolución por los códigos y los cánones de belleza.

Nosotros tenemos que hacer una revolución para romper con los códigos y cánones de estatus. 

El problema fundamental es para ambos una autoestima baja, unos parámetros inalcanzables; sin poder valorarnos conforme a nuestra realidad es imposible mostrarnos seguros ante el mundo.

Son inspiradoras cuando viven fuera de esos parámetros, pero nada está vuelto de cabeza, no hay nada roto, los estándares solo se han amoldado, pero continúan. Me encantaría pensar que sí, que todos tenemos posibilidad de encontrar alguien a quien resultar atractivos. Pero Tinder muestra otra realidad, una contundente, una de experiencia, no de ideales. Ahí está la chica con sobrepeso, la de la verruga que no puedes ignorar, la más alta que el promedio de hombres, la más baja que el promedio de mujeres, la asimétrica... y ahí estamos, los de a pie o en bici, los de los trabajos sin glamur, los desempleados, los de sueldos flacos, para los que viajar es un día al año máximo y para quienes nos sentimos incompatibles con sacos, corbatas, relojes, peinados, modas y perfumes. 

Estoy seguro que si cambia el sistema, cambia el estatus, pero jamás será abolido. Así pasa con la belleza y los medios. Cambia el producto, no el concepto.