domingo, 6 de marzo de 2022

Romantifóbicos

 Antes de hablar sobre el tema quería compartirles un tip, que me dio mi hermano, para relajarse un chingo y aminorar las inseguridades de la comparación. Hay muchas buenas tácticas que me compartieron mis amigos, pero esta en particular me ayudó muchísimo. En el original se trata de agradecer detalles en tu día a día o experiencias  que te han formado para ser mejor. Como soy agnóstico casi ateo, me resultó un poco hipócrita agradecer a algo y preferí usar el considerarme afortunado. No funciona como una receta de cocina en que repites aquello en lo que se supone te deberías sentir afortunado porque otros dicen. Cada quien tiene sus propias prioridades en su sentir y en su esquema de valores. En mi caso, haber conocido a ciertas personas, tener a mis padres, amigos que se preocupan por mí, con quien comparto maneras de pensar, mascotas que me hicieron suavizar mi trato, etcétera. 

 Ahora sí. 

La romantifobia se da mucho en grupos de clase media y alta, de alta escolaridad. No por eso significa que sea una cualidad de inteligencia. Más bien es una reacción extrema de raciocinio simple. Si bien es cierto que el pensamiento romántico puede degenerar en prácticas tóxicas, posesivas y pasionales. Como en Un mundo feliz, me niego a vertirme al extremo opuesto, a ser un romantifóbico. 

Los romantifóbicos evitan enamorarse; para ellos es un sentimiento pérfido, instintivo, que te hace cometer locuras. Hay razón en ello, sí, es que en razón no escatiman. Y es que enamorarte no es de a poco, es un caudal que te arrastra entero. De repente existe el cielo, el cielo de la serotonina. No quieres que termine. Lo peor es que cuanto más dure más necesitarás de sus efectos y temes termine. Pero por ahí he oído decir, que es de cuerdos tener un vicio en un mundo como este, en donde friccionar con conocidos y ajenos se vuelve parte de la norma, y no una excepción; el estrés por la inestabilidad económica; las carencias afectivas con sus traumas y trastornos que heredamos de una crianza en donde nuestros padres sacrificaron su paternidad o maternidad para que no nos faltara techo, medicinas, educación y comida. A lo mejor es por eso que la romántifobia se da más en clases acomodadas. 

Entendamos el enamoramiento como un vicio, pero a diferencia de cualquier vicio, este no lo puedes comprar clandestinamente. Quizá lo mejor sea dejarse llevar y aprovecharlo conociendo su escasez. Y me pregunto si esta escasez no deriva de las olas feministas, que derivan, según mi teoría conspiranóica en que todo movimiento social tiene una maquinaria biológica detrás, de la cual, sacan sus fortunas los políticos y empresarios, pues conociendo el molino, solo falta poseerlo. Y cuando hablo de biológico me refiero a alienación conductual, que es lo que venimos padeciendo debido a la sobrepoblación. No, yo no tengo la solución, los estudios sugieren que la extinción es inevitable. Si decreces la población no cambias su conducta, si cambias su conducta a ese estado "normal" de reproducción, no cambias la sobrepoblación, crece. Es complicado. Un joven muy educado me dio la mejor respuesta: "Está bien, ya hicimos mucho daño". La resignación es el último paso.

...eso o Un mundo feliz. 

A algunos les gusta ese mundo prometido; drogas por aquí y sexualidad por allá, sin vínculos afectivos, o vínculos que se limitan a una relación sencilla, de confianza, como la amistad. ¿Pero cómo es que la amistad forme parejas si se puede ser amigo de casi todo el mundo? Y en el extremo romantifóbico habrá quien reniegue de los individuos ideales. ¿Y por qué no personas indicadas? Ni solo amigos, ni dioses a los cuales adorar. Habría que aceptar que nadie tiene todo lo que buscamos en una pareja, y que el enamoramiento termina, así que por qué evitarlo.

Es bueno saber que el enamoramiento en las mujeres no dura demasiado. Suelen tener estándares demasiado elevados y su enamoramiento dura hasta que conocen al sujeto mejor, en aspectos menos glamorosos y los bajan del pedestal... eso o dar pie al amor. A veces hay mucho estatus para absorber seguridad y dura un poco más el enamoramiento. Es bueno saberlo para aprovechar el instante. Pero las cuestiones éticas fastidian e incluso romantizar en que la indicada ha llegado y una época de felicidad se aproxima, que solo falta conocerse mejor y bla bla bla. Hay que bajarle un tanto a los desibeles, sin volvernos romantifóbicos y reprimir la fantasía. Claro que como hombres esas fantasías culminan en sexo. Entonces ¿menos volumen? A lo mejor menos volumen significa una bonita amistad, perfecto para un romantifóbico, realista. Pero no para mí. De menos rozar su mano en complicidad, y rezar por que mañana me mire como hoy, un día a la vez, maldito adicto. 

Luego sigue vivir el micro duelo estoicamente. No señalizarnos como que no lo merecemos, o que algo nos falta, o echarnos los defectos a la cara. Saber que son los tiempos que vivimos, que es la naturaleza la que juega en contra nuestra. Cuánto dolor me hubiera evitado de entenderlo, cuánto tiempo perdido. Pero el duelo es el duelo, ese tramite no se puede omitir. Dedicarle un día a despedir las posibilidades que merodeaban, hacerles algo lindo, una comida, una salida, una visita a un buen amigo.

También es gacho saber que la vejez va agotando los episodios de enamoramiento. Y los duelos son más largos, porque implican renunciar más en definitivo a posibilidades que en otras épocas el romance hubiera cumplido; tener hijos, que alguien esté a tu lado al enfermar, que te cuide, la sensación de compañía sin importar lo arrugado y arruinado que estés. Cosas que son parte del amor, más que del enamoramiento. Ese día a día, en espera de que el enamoramiento continúe, es también la espera por que el descubrimiento no termine en decepción y descarte, sino en amor romántico, como es amor, te hace feliz que el otro lo sea, aunque eso implique apartarse de su camino. ¿Pero qué edad será adecuada para un último enamoramiento?

  

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