miércoles, 19 de septiembre de 2018

Mensaje de botella

Hola mi nombre es Uriel, espero que tengas un bonito día. Está haciendo algo de aire fresco que ya concidero frío. Ya no voy a escribir todos los días un poema, ya no lo estaba haciendo de todos modos, me brincaba uno, y seguirían dos, luego tres, y así progresivamente.

Hoy me toca limpiar el habitad de mis mascotas, que son ratones. La mayoría viven en el patio sin más contención que los muros. Es un patio grande. Se quedan porque les doy comida todos los días. La única que aún tengo en tupper es una ratona discapacitada, una trampa le fregó las patas traseras. Me sentí culpable y le prolongué la subsistencia para lo que fuera: contemplación, alimentación, roer papel...

No sé bien cómo voy a atrapar a los machos de esta nueva generación, creo son 3. Las hembras pueden vivir en armonía, así que las prefiero en ese pequeño territorio más que a los machos. Aún están pequeños así que espero no se reproduzcan.

Estoy traduciendo una novela. Como la autora es famosa quisiera informarle de mis intenciones luego de subir un escaloncito en el mundo literario. En este caso, publicar mi propia novela. Ya no me falta tanto, solo transcribir al texto digital un epílogo. Después veré cómo consigo el dinero para los derechos de autor y una editorial que me permita distribuirla.

Otra cosa que quería platicar es que soy un asco haciendo moldes ¿se supone que debo confiar en que la mezcla de yeso no se desparrame por las coyunturas de la caja improvisada con tablones? quiero hacer pecarís alcancía, que son una combinación de puerco y jabalí americanos. Pero no se deja. El molde que hice ayer, fue de lo más difícil y desperdicié un montón de yeso porque chorreaba por las coyunturas unidas con plastilina (no juntes las coyunturas con plastilina). El resultado fue disfuncional, porque la abertura del molde es muy estrecha y el fondo muy profundo, y si logras meter con éxito la tortilla de barro te espera un suplicio para sacarla.

Hoy soñé con una amiga poeta, criticábamos a un conocido a quien le caigo mal. Cuando desperté recordé a mi musa, como todos los días. Recordé en específico el día en que fui a hablar con ella a su trabajo y me trató como un acosador. Dijo que me había bloqueado, y yo no entiendo qué se supone que significa eso en el mundo real, en donde interactúas con la gente, y no solo le escribes. ¿Se supone que ya no te pueden ver o que tienes una orden de restricción?

El mundo digital es bueno para encontrar a gente; como tú que me lees, por ejemplo, pero otra cosa son las relaciones personales, donde es imprescindible estar frente a frente, e ir midiendo el ánimo de la otra persona y demostrar afecto sin emoticones o un rollo mareador.




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