jueves, 20 de septiembre de 2018

El mito de Narciso aplicado al trastorno

El narcisismo no es un amor profundo y alienante hacía uno mismo. Si se quiere hacer referencia al mito, tendríamos que hacer algunos ajustes a este. Tendríamos que, por ejemplo, considerar tratar el tema de la imagen. Narciso no se mira, mira su reflejo proyectado en el agua. Así también quién padece (porque sí, el trastorno se padece) del trastorno, tiene una preocupación latente por su imagen proyectada en la sociedad. ¿Qué dirán de mí, cómo me ven, qué soy para ellos? Así que tratan siempre de controlar su status quo.

Imagen también puede entenderse como referencia al aspecto físico, es decir, como vanidad, y en efecto es parte de, pero va mucho más allá de lo físico. El narcisista se infla con algún logro, con alguna meta, con algún acto aplaudido por los demás, como puede ser la caridad o plantar un árbol; los políticos son los más. También pueden inflarse con un titulo universitario o hasta con la desgracia, y se sienten una víctima y lo pregonan a los cuatro vientos, de cómo el mundo es injusto con ellos.

En tal caso de ego inflado recordemos la fábula del sapo y el buey, de cómo el sapo por querer ser más grande que el buey termina explotando.

¿Cómo se padece el narcisismo? cuando se explota. El narcisista no entiende el amor porque no lo experimenta. Así que se lo explica a su manera. Creé que es pasión, creé que es idolatría, creé que es fe, y sobre todo, creé que es enamoramiento. Cuando el desgaste de la imagen ha llegado a su máximo nivel, el narcisista se siente vacío y se deprime, y la depresión narcisista viene acompañada de odio. Que no, no está a un paso del amor. Algo que alguien saludable hace por amor, es recompenzado con una sensación de bienestar. No me cansaré de recalcarlo: lo opuesto al amor es la indiferencia.

El odio está a un paso del enamoramiento. Ambas son emociones pasionales.

Yo creo que todos tenemos algo de narcisistas, sin llegar a colocarnos en el trastorno. Hay varias razones por las que me siento fuera del espectro del trastorno, la más importante es que soy empático, tan así es que no me enredo en relaciones de pareja si no siento un profundo y verdadero interés en la otra persona, para evitar hacer daño. Aunque cuando percibo cierta reciprocidad, me engancho de veras. Y cuando tuve pareja frené mis impulsos y consideré su sufrimiento por encima de mi instinto.

Aunque no soy la persona más empática. Porque se me hace difícil conectar con la gente: entender su felicidad y compartirla. Cuando me enamoro siento que esa persona conecta conmigo, y me aferro a ella hasta que me deja claro que no siente lo mismo. A veces más de una vez. Supongo que esa es la realidad que tanto me cuesta aceptar.

Pero no sé, no puedo mentir, es cierto que vivo en una burbuja. Aunque no todo el tiempo. No con mis amigos, ni con mi familia, o mi familia es parte de esa burbuja, quizá. Sé que tengo un lugar en este mundo, pero también sé que no es un lugar muy visible y que implica un camino de soledad y posible marginación. Se hace evidente cuando salgo con mis piezas de arte folclórico y atraigo a los marginados. Se identifican de inmediato.

Sé que sería mejor que consiguiera un empleo y luchara a la vez por mis metas, que uno me ayudaría con lo otro, al menos financieramente. Pero es tan corta la vida, y tan extensas las vías que llevan a mis metas. Luego todo este sistema que hago para avanzar... lo mucho que se carga de rituales inútiles pero con altas dosis de sentido. Suprimirlo sería como quitarle el azúcar al pastel. Hacer otra cosa que no es pastel.

Que mi hermano consiga empleo con su edad y condición, me abre una especie de puerta, de esperanza, de que este año todavía puedo llegar a las últimas consecuencias de algunos proyectos y que el siguiente aún tendré oportunidad de integrarme al mundo.

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