jueves, 31 de diciembre de 2015

Pros y contras de la escuela

Es la última noche del año y espero, de todo corazón, cerebro y estómago, que este sea mi último duelo en la vida sobre asuntos escolares. Siento que estarme quejando de estas cosas una y otra vez aburre a todos, y me aburre  mí, ojalá que a alguien más, un equivalente a mí, le ayude a tomar una decisión poderosamente libre y certera. La introducción parece mostrar al ganador del duelo, acaso estoy levantando su brazo en alto antes de tiempo.

Seguir con la licenciatura. Pros y contras.

Pro
Al terminar podré tener la posibilidad de obtener un trabajo bien remunerado y estable

Contra
Nadie me asegura que lo obtenga. En especial cuando mis prioridades están más enfocadas a aspectos creativos.

Pro
Una licenciatura te abre muchas puertas.

Contra
Puede ser una pérdida de tiempo.

Contra
Me deteriora física, mental y anímicamente.

Pro
Conozco y veo preciosas, y a veces interesantes e inteligentes, mujeres.

Contra
La gran mayoría no quiere nada conmigo, sólo les caigo bien... y además, si lo quisieran, mi percepción en cuanto a diferencia en la edad me hace sentirme una mierda raboverde y un completo idiota al echar por la borda mi relación de pareja con quien va más allá de juventud y belleza.

Pro
Me caen bien mis nuevos compañeros.

Pro
He invertido media década para dejarlo todo por una corazonada.

Contra
No he podido avanzar en mis otros proyectos.

Contra
Mis otros proyectos no requieren necesariamente de este, no es indispensable para obtenerlos.

Pro
Esta es mi única oportunidad de estudiar con el apoyo moral y económico de mis padres.

Contra
No se trata de darle gusto a mis padres o al mundo.

Contra
Sigo ahí por puro miedo a no arriesgarme, a perder una valiosa oportunidad, a andar por rutas nada precisas e intransitadas.

Contra
La solución para ir bien en la carrera consiste en abandonar proyectos personales, deberes hogareños y desasosiegos, por tareas, trabajos finales, lecturas, investigaciones, ensayos y análisis. Es decir, irse arrancando el alma. Dos años y medio con el alma desprendible,pero cinco años con mi tipo de alma arraigadiza.

Contra
Esperar a que cada próximo semestre resulte mejor, me hace más difícil salirme, ya que me condena a no poder encontrar empleo fuera del ámbito de estudio, puesto que a mayor edad, menor el rango de opciones de trabajo de reducidas exigencias.

Contra
Las opciones de trabajo del ámbito de letras, no son del todo de mi agrado y ninguna parece valer el tiempo invertido: Enseñar literatura, o peor aún, español... me niego a ser un triste maestro atrapado en una escuela; trabajar para una editorial, corrigiendo textos, imponiendo criterio, equivocandote, y que te pongan en claro y a viva voz tus errores (los míos muy constantes, por cierto); investigar, buscar fuentes y citar, citar, citar, pero antes encontrar qué investigar, jamás se me ocurre algo que me llene para llegar a algún posible fondo y menos algo literario o lingüístico; talleres y salas de lectura quizá, pero son mal pagados y no justifican 10 o 9, ni 8 años de estudio, guerra con el estudio o razón del estudiar; periodismo, editar o escribir artículos sobre cosas que no te interesan, y tengo un amplio espectro de indiferencia, es como hacer tarea, volver al ensayo mediocre y aborrecible, pero peor, porque lo publican.

Pro
Sin carrera los empleos también son malos y además son mal pagados.

Contra
Por lo menos no requieren de tantos conocimientos, no te pesa dejarlos y puedes encontrar uno que te dé el tiempo suficiente para no abandonar tus proyectos y metas.

Pro
Si te sales, probablemente no logres independizarte, te la estás jugando, "con tu futuro no se juega".

Contra
Te quedas sólo para demostrar que no puedes, pero no puedes porque no quieres, porque no quieres abandonar lo que te da vida.

Pro
Sin la consumación de un empleo bien pagado, aquello que te da vida no podrá ser financiado.

sábado, 26 de diciembre de 2015

La Navidad 2098 de Karen

Karen fue una de las últimas cristianas rancias de fin de siglo. Se lo debía en parte a la tradición generacional. Aquella y todas las navidades, precedentes y por venir, eran producto de su antiquísima doctrina. Lo presumía cuando la oportunidad se le presentaba; por la mañana, con Marí, la androide repartidora del restaurante de comida económica, por ejemplo. Eso era de lo poco que la hacía sentirse diferente a los demás. En lo general ella era bastante convencional; le gustaba salir con sus amigos, bailar, conectarse, conversar. Leía artículos históricos y poseía una modesta colección de biografías sobre personajes trascendentales para la humanidad. 

Habría que reconocer lo irónico de ese día, al encontrarse laborando en la celebración que por derecho casi hereditario le correspondía. Miró a los asistentes al banquete; todas muy finas personas de los distritos más prósperos, y algún que otro turista de distritos lejanos, de estados vecinos o en fraternidad con el nuestro. Karen se sentía camuflada en su elegante uniforme oscuro, con dos rectos tiznes carmín por cada mejilla, resaltando en su  lácteo y fresco cutis, a la manera tribal que parecía estar perdiendo tristemente auge. Se preguntó si no se vería algo obsoleta. De fuera le llegaba el aroma a pólvora, por la pirotecnia. Las calles debían estar sumergidas en humo. Era insoportable para su sensible olfato. Miró la hora proyectada en su palma derecha. Los gemidos del interior se mezclaban con la algarabía de los invitados y los gritos eufóricos de fuera. 

Hoy sería la noche de la señorita, hoy conocería por primera vez lo que es... ella odiaba que le llamasen así; señorita. Eran casi de la misma edad, un par de años en desventaja apenas. Aún así, Karen todavía no experimentaba lo que la señorita... Freya (como la célebre líder del movimiento atavista, que causó tanto revuelo cuando niña) experimentaba ahora. Era virgen como la madre de Cristo redentor, para dejarlo pronto todo en un punto exacto.  La pólvora era más arcaica que Jesús, leía que fue elaborada cuatro siglos atrás por los chinos como cura a la mortalidad. Alguien se acercó a la puerta, tomó el asa, Karen amablemente le explicó que la habitación estaba reservada. Los gemidos se habían debilitado, pero el golpeteo de los cuerpos blandos comenzaba a sobresalir. Karen creyó haber identificado el orgasmo de su jefa. La señorita tenía mucho vigor, y llevaba tiempo planeando este día, este preciso día; justo el día en que el hijo de nuestro señor Jesucristo vino al mundo. El intruso la miró con los ojos llenos de sorpresa, y Karen le sonrió a la vez que sujetaba el pomo con firmeza. La pólvora subsistiría por muchos siglos más, pero su vinculo con la inmortalidad estaba roto; Karen se sintió inquieta, le hacía un ruido terrible una tradición tan vacía. 

Suspiró. Dentro, la agitación había cesado. La gran actriz Freya Alexandrova había conseguido darse uno de los mayores placeres humanos y ahora reposaba en los brazos de su importador. Aquel macho, fan de esta hembra, había recorrido un largo y tedioso sendero burocrático para traerla aquí, era su última y más ambiciosa empresa; ambos habían jugado el mismo juego desde que se conocieron, acechándose, midiéndose y ahora finalmente atacandose. Freya Alexandrova era una mujer atractiva, de tez bronceada, con unos rasgos, gustos y costumbres meramente gitanas; así pues, uno de sus más altos pasatiempos era comprar y cubrirse de bisutería, puesto que, como alguna vez lo confesó a Karen, ella siempre quiso ser orfebre. Su alto sentido de emotividad la condujo por otro camino; a encarnar personajes, a lo que Karen muchas veces comparaba con su gusto por mirarse como uno de estos y narrar su existencia. De pronto pensó en su abuelo. Freya siempre se lo recordaba indirectamente; ambos detestaban este tipo de eventos, todo tipo de eventos, y eran harto sensibles al punto de llorar porque sí.

El abuelo de Karen debía traer puesto encima el enorme cobertor afelpado, semejando un oso, sentado en su sillón, pensando a oscuras y frotándose las manos. La cara resplandeciente como luna por aquello de inocularse ADN de quién sabe qué animal abisal bioluminiscente cuando joven y deportista. Karen estaba preocupada porque era el último familiar que le quedaba. Cuando muriese regalaría al gato porque no soportaba la idea de convivir íntima y exclusivamente con uno. El importador salió un tanto apurado y sin mirarla. El abuelo se había desconectado del mundo tras la muerte de su hija, luego que la abuela falleció años más tarde, tuvo un cruento ataque, y despedazó todo recuerdo de ellas, para finalmente mudarse a casa de Karen, quien asumió el papel de enfermera. Dormía mucho, lloraba mucho, e intentaba ayudar acomidiéndose de vez en cuando a preparar comidas vegetarianas como para no pensar en su destino. Estaba prohibido mencionar alguna alusión a eso frente a él. Los agentes de aseguradoras eran terroristas, sólo había que ver su expresión de pánico para darse cuenta.

Karen miró la hora. Se había perdido en recuerdos. Echó un vistazo dentro. La señorita Freya miraba estática boca arriba el techo verde, los dientes infantiles, redondeados, expuestos. Las sábanas manchadas de orina en el borde del colchón, y debajo, en el suelo, un charco de esta. Lo había encontrado, ese era el aroma sepultado en perfumes oceánicos y silvestres que Karen siempre confundía con el de la sopa de fideos. Y aquel, condensado y equino tufo, que despedía antes de pedir su primer trago del día. Se inclinó sobre el cadáver orinado. Apresurada fue despojando el cuerpo de alhajas; los anillos con piedritas brillantes formando pétalos, el collar frondoso con frutos de jade, las mariposas de alas diamantinas colgando del ombligo, el diamante en la nariz, se le montó y zafó con cuidado los pendientes con soles horadados, los dorados brazaletes y pulseras en muñecas y tobillos. En la vorágine no se percataba de lo cautivado que tenía a su muy selecto público.


sábado, 5 de diciembre de 2015

Autovigilancia

Voy a hacer un registro de mi semana a fin de encontrar la razón por la que hago tan poco en un día y al final de una semana tan pocos resultados. Claro que todo será personal, hasta después de mi muerte, a partir de entonces será público.

Apartados: Acción, Pensamiento o actitud, Duración.

Esta autovigilancia comenzará esta misma noche y terminará el próximo sábado a las 9:39. 

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Problema invasivo

Tengo dieciséis ratones. Cuatro aún son muy jóvenes. Uno es salvaje, de una madre salvaje que capturé y parió en el terrario donde la dejé mientras pensaba dónde liberarla. Fue abandonado de bebé con un hermanito cuando ni siquiera tenía pelusa en el lomo; pequeñito y rosado como una gomita, lo adoptaron mis hembras domésticas y hoy tuve una bonita experiencia con él al tomarlo, después de muchos intentos, en mi mano y que solito se tranquilizara y acostumbrara a mi calor, olor y confort. Es más pequeñito que sus hermanastros, no pude verle el sexo y no sé qué es. Su hermanito fue devorado. Pero él pudo sobrevivir. Se me ocurre que pueda quedarse con las hembras aún siendo macho porque  presiento que son de diferente especie, aunque a lo mejor son como los perros... nunca he entendido lo de los perros, cómo siendo de la misma especie hay tantas variedades y tan distintas unas de otras.
Una de mis hembras empieza a respirar agitada (disnea) y eso siempre significa que pronto morirá, me da tristeza porque será la primera de esa camada y es muy joven aún, su madre y tía son vitales y creo no tienen más de un año. No sé si llevarla al veterinario, nunca me han resuelto sus males, siempre mueren, en parte es porque son muy nerviosos y los veterinarios muy bruscos, sumandole el hecho de que decido llevarlos cuando ya no veo otra alternativa menos abrasiva. Pienso que sufren siempre de lo mismo; tumores internos. Un mal congénito.
Cuando los dos machitos crezcan, necesitaré un nuevo tupper y más espacio. Me molesta lo que dice mi familia, pero es verdad. Que crió ratones, que se me salió de control, que me quitan mucho tiempo, que qué haré con ellos. No sé qué haré. Hay que sumar mis propias reflexiones de desesperanza, la más importante, cómo sustentaré sus necesidades. Ya no me quedaron ganas de tener animales. Me niego a darlos como alimento de mascotas exóticas. Por lo menos dejándolos en algún bosque o remedo de bosque tienen la oportunidad de sobrevivir por sus propios medios. Pero siempre es difícil abandonarlos a su suerte. 
Muy poca gente quiere ratones de mascota. Yo diría que junto con las ratas, son las especies menos solicitadas para compañía. A pesar de su inteligencia y agilidad. 

lunes, 9 de noviembre de 2015

Privilegios masculinos y mi vida como varón

Tomaré algunos elementos del blog Martes de carnaval para desarrollar un discurso propio, que si bien no es contrario al de la autora, le añado la visión del privilegiado que cuestiona sus privilegios y los privilegios en sí.

1. Nadie atribuye tus reacciones emocionales a procesos fisiológicos.
De hecho, aunque seguramente más de un vez tu cabreo venga provocado por un estreñimiento o un dolor de cabeza, nadie lo dará por supuesto. Tienes derecho a tener las emociones que te vengan en gana y siempre serán tuyas; no una reacción incontrolada debida a que eres incapaz de separar molestias físicas y vida en sociedad.
Cada vez que asumes, comentas o bromeas sobre el hecho de que las emociones mostradas por una mujer se deben a su menstruación (o a la falta de ella, o similares) estás poniendo en duda su capacidad de razonar, reaccionar y sentir como una adulta o incluso como un ser humano. La pones al mismo nivel que los bebés que lloran cuando están cansados o las mascotas que muerden cuando están enfermas. Niegas su condición de ser racional y, con ello, la denigras.
Mi perspectiva:

¿Las mujeres no tienen derecho a tener las emociones que les vengan en gana, aún si estas vienen por cambios hormonales naturales? Claro que lo tienen. Lo que cabrea a la autora es el hecho de que algunos hombres vengan a explicarse toda reacción emocional de la mujer, al ciclo menstrual, para no tener que estarse presionando por el qué habré hecho mal ésta vez; a veces es justificable, otras no. Yo conozco mujeres que reconocen abiertamente sus reacciones intempestivas producto de cambios biológicos en su sistema y otras que parece no afectarles lo más mínimo el cambio y yo creo hasta les parece ridiculo el cliché de mujer volcánica. Los hombres muchas veces hemos metido el "está en sus días" en tono de broma a alguien que cambia su humor de un momento a otro. En lo personal no he escuchado que se lo digan a una mujer, más bien lo utilizan con otros hombres para recalcar este cambio repentino de humor.

Yo entiendo ese sentimiento de aberración a toda conclusión fácil por parte de los demás para no tener que lidiar contigo, así que si bien puedo ser privilegiado por ser hombre y no menstruar, no tanto por ser de familia católica y que te digan que tienes el diablo adentro para no necesitar entender tus frustraciones.

En lo personal, sí, yo las considero animales, pero también los hombres somos animales, y a veces somos brutisimos cuando vemos a alguien que nos mueve la hormona. Somos animales racionales, a algunos nos gana el instinto, otros pueden o saben controlarse.

Entonces cúal es el problema

1. Que hay mujeres que no les gusta reconocer que los cambios fisiológicos a veces causan reacciones emocionales.

2. Que hay hombres que no reconocen que sus reacciones emocionales también son producto de un cambio fisiológico y toman el asunto como exclusivo de la mujer por ser la menstruación la etapa más evidente  de estos.

3. Que nos tomamos muy a pecho comentarios en broma al respecto, o bien, muy a la ligera, dependiendo del momento y el contexto. O me van a decir qué bromas están permitidas y cuáles no?

4. Que no hay una intención real para entablar un diálogo. Muchos hombres se van por la vía rápida para salir de conflictos y hay mujeres que no saben cómo expresar sus malestares.

El siguiente post será para el punto dos ;)

martes, 22 de septiembre de 2015

El placer especializado

Literatura

Génesis, una compañera de la universidad, comentó en clase hace unas semanas sobre el dilema que en algún momento de sus vidas encuentran los literatos, y que los mueve a seguir ciertas vertientes de desarrollo profesional o evitar otras tantas. Así, y siguiendo al pie de la letra el planteamiento que ella formuló, tendríamos dos opciones; a) La literatura es para todo el mundo, y b) La literatura es para quien sabe de literatura. No recuerdo si se mencionó en clase pero una tercera y más factible categoría sería: c) Es para todo el mundo mas determinada de acuerdo al refinamiento de su "paladar". Un lector exigente requerirá autores exigentes, por ende, lecturas complejas; juegos lingüísticos, uso de figuras retóricas y poéticas, personajes no convencionales, tramas enmarañadas, recursos experimentales prestados de otros modelos de textos no literarios, entre cualquier otra sagacidad que se me escape imaginar. 
Ademas, los lectores especializados muchas veces encuentran uno o dos géneros que los seducen y se pierden en estos ¿puede acaso ser esto una desventaja al no seguir con la búsqueda de la creación ideal, al limitar su campo de acción?
Esta noche, volví a recordar aquella charla, y con la respuesta tangencial c como vencedora, comencé a aplicarla en los diferentes ámbitos del placer existentes. 
Pero antes; es cierto que profesionalmente uno tendrá que elegir entre a y b aunque piense en c. Los maestros y promotores de lectura piensan o pensaron en algún momento en a, y los críticos e investigadores en b; en cuanto a editores siempre habrá de los dos bandos.

Videojuegos

¿Qué busca un videojugador especializado? 
Propuesta: Implicación entre la trama, el juego y él. Complejidad en cuanto a jugabilidad. Diseño (gráficos) sofisticado o bien, simplificado. Justificación original de la historia. Progresiva dificultad de la experiencia. Progresiva complejidad del avatar. Música y audio idóneos, que no cansen o que no resulten chocantes. Retos y recompensas equilibrados.

Pornografía

Depende de la filia que el espectador tenga. Se pueden sofisticar los gustos. El espectador puede elegir ciertos rasgos en los actores, actores específicos, ciertos fetiches, ciertas fantasías, ciertas partes de los cuerpos, volúmenes y tamaños, posiciones, un nivel de violencia, de ritmos; es importante la categoría, el tipo de sexo. Luego, con un poco de suerte y conocimientos en búsquedas avanzadas, encontrarán material que cumpla más de una especificación.

Podría dar más ejemplos; la conquista, la comida, el baño, el conocimiento, la música, el sexo, el cine, las series, la pintura, el deporte... hay un basto repertorio que no pienso desentrañar ahora y quizá nunca lo haga.
 

viernes, 11 de septiembre de 2015

alienación

Llevo en mi sangre 3.460 millones de años de experiencias; aciertos y errores trasmitidos por generaciones; de especie a especie. Aún así, me encuentro indefenso e inadecuado al medio artificial que mis congéneres ya muertos han armado y paradojicamente tampoco sobreviviría sin él. Este sistema y tecnologías encaminadas a facilitarnos la vida también corre la suerte de complicarnosla. Ya he propuesto antes que nos fascina la complejidad, la vida fácil no tiene ningún merito.

John Berger menciona que el propósito primordial del arte desde sus orígenes es el atrapar el instante, y por regla general este arte tiene que comunicar la esencia del instante, no ser simplemente una copia de. No me gustaría hablar del arte actual, pues la barrera cultural de sacralidad que lo protege, sumado a ese acceso de intelecto y sentimiento sublimizado que pareciera ser requerido para abordarlo, me hacen desconfiar en mi criterio, es un enorme peso para mis escuetas energías. Lo cierto es que jamás me he conmovido por un cuadro, a lo máximo he apreciado ciertos colores y formas. Es probable que esta actitud se deba al síntoma de mi generación; la expectación.

La expectación, es decir, el espectáculo, es el medio por el que las personas de nuestro tiempo tratan de mostrarse. No es extraña la palabra bombardeo en plena era de la informática. Nos constituimos a partir de una montaña de imágenes, de vínculos con esa imagenes; uno mismo, o su reflejo constituyen una imagen. Decidimos qué colores nos corresponden y les atribuimos una sustancia, nos decoramos con ellos, para comunicarnos, para compartirnos. Elegimos el tipo de atuendo, limitados claramente por tendencias comunitarias, el estatus, o la disponibilidad. 

Soy todo un espectador. La mayor parte del tiempo estoy apagado, diría que en automático, pero eso no puede ser del todo verdad, en cualquier caso sería un autómata deteriorado. Inmovilizado por periodos enormes, en los que me gustaría dormir por lo menos hasta que las necesidades fisiológicas apremien. 

Se supone que habríamos de implicarnos en la vida, no escapar, no cansarse del juego; reinterpretar. Las imágenes que logran cautivarnos comparten un punto en particular; contienen algo que quisiéramos poseer, no necesariamente algo material, bien puede figurar lo abstracto; juventud, conocimiento, vitalidad, libertad, etcetera. Estamos tan saturados de fantasías y posibilidades, que nos perdemos; de forma inconsciente nos dejan de hablar, se desvanece el dialogo entre objeto y sujeto. Los apetitos no se colman, sino que se pierden.

Heme aquí luchando por hilvanar un texto coherente, y no obtengo mas que un puñado de ideas flotando por ningún lado. 

lunes, 7 de septiembre de 2015

Siempre habrá un porvenir no me sirve

El grasiento sacrificio; tiempo por porvenir, El porvenir. Ya no digamos dinero rápido, sino porvenir. La minuciosa recolección de latas en conserva habría sido una tarea similar y todavía más emocionante que esta. Si tan sólo hubiera seguido en mi juventud la voz fatalista que me decía que todos mis esfuerzos resultarían en la suscripción a más objetivos y por ende más esfuerzos y así la ramificación descomunal crecería exigiendo abundante vida y prácticamente nada podía dársela en aquella aridez en la que estaba enterrado desde. O simplemente decía que no estaba hecho para lo que deseaba; primero estabilidad luego complejidad luego demencia, o bien, y si tenía suerte, resultaría un genio revolucionario, tomados en la misma línea.

Habría de perfeccionar el gusto de la experiencia. Eso es lo que vale ¿no es verdad? ¿no es tarde todavía?, ser una especie de franciscano desposeído, o más realista aún, sin los parecidos en especie; un indigente romántico.

¿Intentarías viajar al sur? me pregunto porque siempre lo quise, lo quise porque veía en ello un porvenir, pero sin porvenir el viaje es la búsqueda inmediata de experiencias. Oh, cuánto anhelare descansar, tener un objetivo para caer rendido al conseguirlo. El sur sigue siendo la composta de la experiencia. Ingenuamente prefiero el calor de la selva al calor del desierto; es la experiencia, la falta de ella la que me dice qué es mejor; pero hay que considerar los mosquitos, las lluvias incesantes, los asaltantes y traficaórganos, las fieras, el lodo. Me sigue fastidiando más la monotonía e introspección del desierto.

La lección de una que otra película me ha dicho por años, Y qué sentido tiene vivir experiencias sin poderlas compartir. Hoy en día todo se comparte, pero no se viven experiencias, se coleccionan sucesos para demostrar una buena o mala vida, se comparten escenas de esos sucesos, constancias o pruebas de quién soy yo, de la personalidad del individuo, puesto que se busca reafirmarla. No soy nadie para afirmar esto. Ni siquiera lo tengo por seguro. Quizá si hay gente autentica compartiendo de corazón, aunque ridículamente, su existencia.