jueves, 14 de octubre de 2010

Él sorbe


"Vivía a cierta distancia de su cuerpo, observando sus propios actos con mirada furtiva y escéptica. Poseía un extraño hábito autobiográfico que lo llevaba a componer mentalmente una breve oración sobre sí mismo, con el sujeto en tercera persona y el predicado en tiempo preterito."  
James Joyce 

Ya entre ellos, y con el pensamiento enternecido por etílico ... era 1999, era una lluvia suave; corríamos sobre mojadas canchas de concreto. Ella era de una palidez eléctrica y lo perseguía furiosa, "no te burlaras de mí" pensaba, sin sospechar que él se dejaba alcanzar y sólo forzaba su captura para sentir sus manos presionando los brazos, o con cuanta desesperación le tiraba del suéter; luego caminar a su lado, en calidad de prisionero, verla tan próxima, su cabello lustroso, negrisimo, sus ojos adormilados, parpados hinchados, sus labios constreñidos, pero ligeramente. Olía a fresa. Al saludarla ésta noche, olía a su marido y a la leche materna cuajada que su hijo le devolvió. 

A él no lo tomaban mucho en cuenta, ni aún ahora provocaba alguna, remota, fuente de entretenimiento natural. Sin embargo de alguna manera extraña podían confiar en él, ya que a él contaban todos sus problemas, lo que luego degeneró en una perdurable angustia ciega. Fue un fin de semana cuando de camino a la plaza se toparon con un oso, que toda la gente estaba inmóvil y pasmada y que fue inexplicable el motivo por el cual su dueño lo llevaba encadenado del cuello a través de las calles, pero que el evento extraordinario no se comentó hasta pasados ocho años porque en televisión comenzaba una nueva serie de animación japonesa. Y el gran día, lo planearon esa misma tarde en el patio trasero, los cuatro debían elaborar una frustrante y no por ello menos aburrida exposición, mas recostados en el suelo, hablando sobre vulgaridades, riendo hasta el espasmo estomacal, de pronto deciden continuar la excavación de la semana anterior, no había un objetivo, razón o motivo especial para hacer aquel escandaloso agujero en la aridez, pero al hacerlo era como si hablaran; a cada palada, a cada golpe de tierra, le respondía otro igual, formando una especie de sinfonía labradoresca en la que todos participaban. Y entonces uno de ellos calló y contemplando la frondosidad que se alzaba al otro lado de la barda, preguntó cómo podría subir y ver "el otro lado". Saúl nunca había trepado al tejado, pero sabía que había una vieja escalera de madera entre el baño y el cuarto de sus padres, así que debían ser muy cuidadosos al pasar por ahí, cargarla y moverla con cautela, sin despertar a la madre. No contentos con descubrir el exuberante jardín decidieron explorar por el angosto puente que se formaba entre la división de las casas, y al llegar a un punto intermedio, Julio que iba a la cabeza de repente se tiró (se desplazaban gateando) y todos le imitaron temiendo ser descubiertos. Poco a poco, casi al mismo tiempo, fueron levantando la vista. Había agitación abajo, a un costado suyo: tras una ventana alta segmentada en seis rectángulos, una joven con falda escolar y una sudadera verde olivo cerraba sigilosamente la puerta de su habitación para luego pavonearse frente a un espejo de pared; acariciaba sus piernas, de espaldas se arqueaba, mirándose preocupada el trasero, sus manos inquietas entraban y salían bajo las ropas, de pronto elevó la falda dejando ver un par de primorosas nalgas al descubierto, también las cejas de ellos se elevaron, desnudó sus pechos y llevó su mano izquierda bajo la falda, cuidadosamente la desabotonó y dejo que se deslizara hasta el suelo, mostrando un adorable pubis femenino, nuestro primer pubis femenino. Se alejó y recostó en la cama. Sólo alcanzaron a ver sus piernas oscilar entre las sabanas. Volvieron con regularidad, sin llegar a encontrarla de nuevo. Saúl no habla de ella... como un pacto en silencio se acordó no hacer mención obscena sobre ése día, fue un momento sagrado, y Saúl su protector indiscutible.

Nadie dudaba que Saúl continuó disfrutando de funciones similares, aunque se aguantaban el morbo en los pantalones por lo celoso que resultaba ser, y en vez de la típica ebullición de la sangre; Saúl convertía sus eróticos encuentros en obsesivas vigilias románticas, rindiendo un culto a la vegetación que ocultaba la habitación, a la distancia perfecta que lo hacía imperceptible, y sobretodo a ella, mujer anónima capaz de adoptar caprichosas variables de personalidad.

Un sacapuntas en el escritorio, recuerda al silencio experimentado aquella mañana de Diciembre, cuando el fresco convertía la humedad de aquella casa en una sustancia arrulladora, los despojos del lápiz, el bolígrafo derramándose, la ilustración hecha, una soledad que retumba con sabor a  galletas de nuez espolvoreadas. Y la cinta de un cassette, con su pegajoso ruido tras la voz y ya en cinco segundos sobre ella. Daban ganas de levantarse y bailar con total falta de armonía ¡Al carajo la armonía!. Luego todos llegaron, reían. Julio sacó la cajetilla de cigarrillos y juntos abnegamos el cuarto de humo. Salimos sofocados... apestando. Nos sentamos en la banqueta y sin darnos cuenta el incendio se produjo tras nuestras espaldas. El pánico y la culpa nos desfiguró la cara.

¿Qué ocurre? Julio debió rememorarla. Ahora Saúl está sobre él y le propina contundentes porrazos. Los han separado, Julio sangra, permanece noqueado en el suelo de madera. ¿Y ahora? Saúl bloquea una tos nerviosa y no puede evitar el llanto, luego todos lloran, lloran pero también ríen, lloran riendo, yo también. Y él me mira, y yo la abrazó a ella, a su esposa, con la peste de leche cuajada encima, y descubro el aroma a cítrica fresa entre sus cabellos, justo en su nuca. Pienso que no toda ella es de él. Su nuca tiene una oportunidad conmigo, y en voz muy muy baja, digo, no a ella, a su nuca; "Quiero leche rosada".

miércoles, 8 de septiembre de 2010

~ 0 ~

No he curioseado lo suficiente en el basto universo del tarot, sin embargo he encontrado una carta que casi se estampa en mi frente; me refiero a El Loco, The Fool, Le Mat. El loco es el principio y el fin, el caos, y como tal, le corresponde el número 0.

La wikipedia dice: 
El Loco es un joven que combina sabiduría e insensatez, hace las cosas al tuntún pero, curiosamente, están bien hechas y es normal que sean así.
El Loco es quien va perdido y sin rumbo. Se trata de una criatura que parece no vivir en la realidad; una criatura a quien nadie toma en serio y que vaga de un lado a otro, aparentemente sin saber qué busca ni adónde quiere llegar.
 También puede referisre a una incapacidad de integración o falta de objetividad. El loco "the fool", es la virtud de ver el entorno de una manera diferente, mente abierta, facilidad para inventar historias o cuentos (sin referirse a la mentira), habilidad creativa.
El loco es un vagabundo, un eterno buscador, inocente hasta lo pueril. Su sombrero de bufón es un símbolo falico que representa la creación mental. Su bastón le permite un equilibrio entre lo espiritual y lo mundano, conectando el cielo y la tierra. El perro que lo sigue es todo aquello que lo ata, su pasado, problemas; ese ladrido que nos despierta cuando estamos a punto de caer por el abismo. En la baraja tradicional lo encontramos como el Joker, una versión simple y relativamente moderna. Si en la lectura se revela al revés, puede significar un caminar sin objetivos, el eterno retorno, un estado letárgico o el autoengaño.


En una lectura promedio: Debe meditar sobre sus elecciones, tal vez sean impulsivas y por lo tanto equivocadas.

Sobre trabajo y estudios: Eventual, sin control de nadie, autodidacta y emprendedor.

Económicamente: Despilfarra. No le da mucho valor al dinero.

En la amistad: Mucha y buena, pero con gran independencia.

En la familia: Todo bien, pero apartado.

Salud: Ha de cuidar sus pies. Es vulnerable a padecer ciática (?).

En el amor: Autentico, con gran pureza y sin esperar nada a cambio.



jueves, 19 de agosto de 2010

Menudo parche

Me siento idiota al esperar que un "me gusta lo que haces" salga de sus dedos, ya que el contacto auditivo es pedir demasiado. ¿Qué les cuento? En serio no sé. No sé que hacer... aprender a leer las cartas.

¿Qué hay de deshonra en brindarles el espectáculo por el que pagan?

(La imagen simplemente me gusto).

Para la siguiente les prometo un interesante comentario sobre algún espécimen folclórico, un cryptoamigo, datos de calidad de vida en el mundo, tal vez sobre el tarot o de Ensayo sobre la ceguera de Saramago que estoy a punto de terminar.

 En lo que me sienta más entusiasmado y conocedor.

Bye.

martes, 27 de julio de 2010

Leche agria

Una lata oxidada con perdigones...
La mecedora crujía bajo el peso de Susana y sus nueve gatos...
Yo decía - no me creo -decía yo.
Afuera los paraguas dislocaban sus brazos... no había lluvia.
Afuera, tormenta negra de arena.
Y llenaba las bocas y las narices y la asfixia acudía.

La hija parte el pan de natas.
Fósiles se resquebrajan en el subsuelo...
La tierra mastica.
Las moscas rondan el cadáver de pez relamido... viseras.
Lejos, gritan mujeres, engaño del viento.

Oran mis padres.
El tumor en la mucama le deja finalmente dormir...
Me duelen las vertebras, rechino los dientes, las miro a ambas.
Cesa...todo... en su silencio.

Las patatas siguen verdes.
Y aún con el polvo avanzamos por el llano.
Suprimí cualquier expresión en el rostro.
El caballo logró mover el carro, quedaba el viejo ímpetu en sus tendones
Y Susana se inclina cediendo triste en mi hombro.

"¿Qué piensas encontrar allá?" preguntaban severos.
Jamas sabre darles una respuesta honesta.
No estoy seguro, como vivir la realidad.
Si hay incertidumbre en mi estomago.
¿Como seguir rumiando un neutro bocado?

Jamas dije a nadie, cuanto me temo, lo mucho que dudo amanezca.

martes, 6 de julio de 2010

Hecho y por hacer

Tener la cara en purpura.                                                                                  
 Armar un espantapájaros.
                              
           
 Viajar a Irlanda, Noruega, Chile, Canadá y Camboya



Publicar mi bestiario, mi colección de Cuentos, la de poesía, mi novela fantástica.



 Ver el final de Carnivale.                  Vivir en un carro de gitanos.

Disfrazarme de graju.          Conservar los pocos amigos que tengo.  
                                        
Y lo más difícil...  encontrar a alguien tan amargado y zafado como yo. Bonita e interesante... y claro, que me corresponda.
                          
         O ya de buena gana aceptar  la vida de ermitaño.

miércoles, 26 de mayo de 2010


Diablos sin tragedia


Sonó la puerta; con anticipación sabía quien era por la forma en la que la golpeaba.


Había invitado a 2 que 3 pero no más de 7 pero si menos de 6 amigos. En realidad yo no los había invitado, ellos solos por sus medios se colaron efusivos para verificar como me encontraba, y para repartirse la hierba. Mi casucha estaba hecha una reverenda porquería, y yo estaba peor y apenas me podía levantar del suelo… así que envíe a uno de mis subordinados a correr al tío con gafas oscuras, pelo en pecho, que nuevamente llamó nervioso a la puerta.

Jodorovski. Lo había enviado la abuela a cobrar el alquiler y mientras yo, me moría de hambre y no tenía ni un puto centavo. El tipo tartamudeaba sudando hasta cuando reía. Monseñor Jodorovski también era conocido como “Joderos a tú…” el final siempre variaba según el gusto de cada deudor.

La abuela al parecer había decidido continuar viva hasta recibir el pago total del adeudo.

Llevo tres días sin comer y el tarado de Josué ya invitó a pasar cordialmente a monseñor Jodorovski… ¡Maldito calabacín traicionero!... mas ahora recuerdo que aquel tipo es nuevo, lo conocimos si acaso… lo conocieron si acaso antier y ahora lo aprecian más que a mí, debe ser porque es simpatiquísimo y los provee de hierba buena, barata y en bolsitas.

Debería comprar uno de esos perros rudos que regalan en las perreras; mi primo dice que funcionan los primeros meses y después de un año se vuelven consentidos como Pantufla, la perra de la vecina; un estuche de monerías que olvidó como ladrar… mientras pensaba en esto, Jodorovski ha amenazado con timidez en desalojarme.

Tal vez debería eliminar a la abuela con mis propios métodos. Pero entonces la prima Marisol se quedaría con todo, ya que seguramente ella es la heredera, su adoración… relinchando de títulos, premios y condecoraciones. Desbordante de éxito.

Al no recibir ni un suspiro, el cobrador se ha ido; lo ha hecho derrotado, preocupado, cuidando cada paso para no derrumbar los bloques de periódico, cubriéndose la boca y las fosas nasales para no inhalar el humo intoxicante, y cerrando la portezuela lentamente para que no se venga abajo… le ha pasado antes. Dio tantas muestras de  arrepentimiento que terminó reparándola, desde entonces funciona a la perfección, pero él no se arriesga a pasar por lo mismo.

Los demás habían terminado ya las transacciones, y yo seguí ahí tirado. El techo verde limón se caía a pedazos. Cerré los ojos y junté las manos sobre el tórax. Olvidé cuanto tiempo pasó desde entonces. Luego los abrí, giré la cabeza y pude ver que la puerta seguía abierta, pero enfoqué toda mi atención en un papel doblado que se encontraba entre ambos, la puerta y yo. El aire cálido que entraba por la ventana lo arrastraba a la salida. Sentía unas ganas enormes de levantarme e ir corriendo a tomarlo, como si el papel me amenazara con largarse. Así que, me apoye en un costado para darle la espalda e ignorarlo. Pero su presencia me gruñía con fuerza y era incluso peor que cuando lo veía; la tinta impresa comenzaba a desbordarse, el papel sangraba como loco, y la mancha se extendía, eclipsando la superficie, devorándola para dejar en su lugar un tremendo orificio. Finalmente me tocó con su baba negra y húmeda.

Me di la vuelta horrorizado. El papel estaba quieto, apenas distando unos centímetros de mí. Extendí el brazo. Lo alcancé. Era un volante. “Pizza y refresco por 25$”. Se me retorcieron las tripas. Por detrás tenía un mensaje escrito a pulso, simple y elegante; era la nota de uno de mis muchachos, decía que esta noche tendría una cita con alguien muy especial, y se despedía con una carita sonriente guiñando un ojo. Por supuesto que lo primero que se me vino a la mente fue la imagen de una mujer madura, atascada de maquillaje, con escote, tacones altos, mini-falda y medias.

Recostado en mi cama a la media noche, escuché tocaban a la puerta, no había podido pegar los parpados y ahora me sentía indispuesto a levantarme, abrir la puerta y conversar, para por último  retozar como conejito con la linda mujerzuela en mi pequeña pocilga.

Una vez más, como era de esperar, se escucharon los golpes. Me quede paralizado; ahora habían resonado con gran furia, y el sonido no provenía de la entrada, si no de la mesa circular a unos metros de la habitación, la cortina que me impedía la visión se elevó con el viento, revelando lo que parecía ser la silueta de un sujeto.

Contuve la respiración, porque me era similar al bufido que emite una maquina de vapor. Pronto la cortina se plegó, y lo que lejos era una figura oscura, una sombra,  ahora era una criatura similar a un ser humano, pero sin piel. Músculo y cartílago a la intemperie, atravesado por venas y arterias cual gusanos. Cuanto más se acercaba, más podía distinguir una sonrisa violenta en su rostro. Luego se sentó a mi lado, enrojeciendo las sabanas. Me miró, sin verme todavía, porque sus ojos eran como canicas de hueso sin vida, como los de un muñeco. Sin embargo no dijo una sola palabra.

Entonces yo comencé a suplicar por mi vida; un recital desesperado de balbuceos, siseos y murmullos ininteligibles. Y el diablo habló, con una voz profunda y chirriante, ebria y rancia, que enmudeció la mía. Quiero tú alma, dijo él. ¿Cuánto ofreces?, pregunté por mera costumbre. Riqueza, poder, encantadores gozos terrenales hasta la tumba, respondió. Acepté sin pestañear (no era una opción, estaba inmovilizado) y con tanta emoción hasta le estreché la tibia mano despellejada.

Y así fue como estafé al diablo vendiéndole mi alma que no valía ni un centavo… ¿Qué cómo lo sé? Después del coma que sufrí  tras su llegada, él volvió, en su patética forma de sátiro con cola de pterodáctilo. Pretendía asustarme con una danza chusca y llena de rabia, luego gritó su pena. Asqueroso mortal desalmado… tú alma no me sirve ni para limpiarme los sobacos, chilló mientras se alejaba trotando.


    La abuela finalmente murió, como era predecible no me heredó la casucha, pero para mi sorpresa tampoco se la dejó a mi prima Marisol. Jodorovski fue el afortunado. Al parecer sostenía amoríos con la abuela; esto me lo dijo su esposa, a quien conocí por casualidad en el supermercado y quien decidió desquitarse conmigo en la ducha. Se divorciaron. Él se quedó con mi casa y yo me quedé en su casa a vivir con su mujer. Más tarde el pequeño Josué dejo de ser un novato e hizo crecer su propia microempresa. Hoy por hoy es uno de los grandes jefes de la mafia; alias “el Mesías”. Por los buenos tiempos (?) me obsequió un buen montón de plata, y un viaje a Dinamarca… de ahí no volví jamás.



                                                          Jeeee-ha!

lunes, 24 de mayo de 2010

Hasta en las comisuras de las uñas

Ya hacía un buen que no entraba a escribir. Esto lo hice ayer, en una de esas ocasiones en que la noche comienza a hacer estragos, te enferma, y las palabras se vienen en sobredosis y tienes que soltarlas, no hay de otra, ellas lo piden, tensan las yemas de los dedos. Y aunque no sé bien si lo que escribo contiene sentido, de algo estoy seguro... contiene significado, es la carga del sueño despierto... veneno ineficaz, tanto o más que su dueño.

Quieras o no quieras.
Extraje lo suficiente de su textil y primer y único contacto
Oligrafía con detalles de fabulosas cornamentas.
Notando sutilmente por las plantas de los pies el alfombrado de cazador
y un polvoroso sombrero de arlequín... esto no debe continuar, elaboraré algo nuevo...

En vista de un efecto nulo y su contraproducente nausea, les dejaré esta otra aberración, un poco más de acuerdo a lo que siento en éste bólido momento (con confecciones improvisadas)...

¡A la mera manera hexápoda!


Mis latidos gástricos escurruñan
un claxon al abrir la geta
el lenguaje de las crucarrachas
macabra composición comienza con la descomposición
¡Filetes! kruaj taj traj rg carj craj ts-ts, chaja
crffaj-aj fjtj gsjajgsh.

Machaca, burbujugosa mugre sangre enchamuscada,
crujidivertido, pocas pecas en silencio engutivo,
notece, huélase, tire de la manija desperpanturrada,
retuerza la bofa, la bofa, bofa pictórica
filos agudos vengativos disparando
luego la coagula encostrando.

Glotona herrambre de maloliente fodonguez
¡ Retuerzace!
Regordete
Retoce
Retuerzace
con todas sus fuerzas...
Retuerzace.

jueves, 22 de abril de 2010

Para: ...

Les diré algo, eso es justo lo que haré. No voy a relatar mi total estado de anulación, no diré el porqué, no relataré un cuento, voy a callar mis quejas, no pretendo ritmo, ni un poco de armonía. Tengo hambre. Volverá la culpa. Sé. He escrito un tanto de vomito, pero no se los mostraré, no es que sea intimo y vergonzoso, no, más bien se trata de el apego que mi manuscrita tiene por el papel, la tinta no sede a él, y me resulta tan de mal gusto arrebatarla para venir a taquigrafiarla aquí, como una estampa digital. Escucho All the things that go to make Heaven and Earth  de The new pornographers, no me gusta, es divertida, pero no podría escucharla otra vez. Ahora es Ingrid Michaelson con Overboard, muy pop. Es extraño que no tenga ganas de desvariar. Hoy me siento disponible, para tolerar curiosidades existenciales de mis camaradas, aunque prefiero no hacerlo. Veré mi correo, no en este momento, pero lo haré. Hoy dejaré de pensar, o mejor dicho, pensaré con falta de dirección, no le veo objeto seguir torturándome. Consideremos esto una carta.

Deseenme suerte.