viernes, 8 de marzo de 2019

Es difícil ser estoico cuando estás ebrio. Es la segunda vez que lloro en el transporte público. Ambas han sido por la misma sensación de no pertenencía, en parte soledad irremediable y en parte vacío por no conectar con nadie. No tengo una lucha en común, ni una meta, y con quienes me sentía afín en pasiones ahora viven lejos en otros estados. Algún día los iré a ver, o ellos vendrán... pero mientras, me queda brindar a su salud.

Mi tormento no se desvanece, trato de imaginarla feliz en compañía de alguien, e instantaneamente se me llena la cabeza de veneno; ¿por qué tendría que ser tan fácil con alguien más? ¿por qué fue tan díficil intentarlo conmigo? ¿pude haber reprimido mi libido un poco más? ¿no era eso engañarla?

Hay en los genes del hombre una jauría que terminará por despedazarnos. 

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