sábado, 23 de marzo de 2019

Me surge un gran dilema de la paranoia cotidiana. Qué tal que el tipo de mujer que concidero mi tipo, en realidad son las peores, entonces no tendría que ser mi tipo, tendría que buscar algo diferente, o algo ya conocido y funcional, como mi ex, con quien, sin embargo, no sucedió un flechazo de enamoramiento, sino más bien deseo, amor y complicidad. 

Al referirme a las peores, supongo que pienso en mujeres cuyas consecuencias de su inestabilidad emocional, en conjunto con cierto grado de narcisismo, se reflejan en actos de promiscuidad e infidelidad con o sin alevosía; con, cuando odia al género masculino, y sin, cuando solo responde por instinto a sus impulsos egoístas y a sus inseguridades.

Si bien hay muchas cualidades por las que podría admirar a la indicada, lo que acelera mi ritmo cardiovascular son apenas unas cuantas manifestaciones violentas, de reciprocidad, de lucha interna, de posesión y cariño. Creo yo que en lo violento radica el germen de inestabilidad emocional. Las mujeres normales no dan muestra de nada hasta que se sienten conquistadas, y yo no conquisto.

Nuevamente he llegado a un callejón sin salida.

Recuerdo a una amiga, que no le importaba conquistar al chico que le gustaba, hasta donde la conozco, bastante estable, por tanto, poco o nada violenta; no transgredía el espacio personal del otro, solo le hacía saber lo que sentía por él, así que tampoco había ninguna lucha interna, luego nada posesiva y sí muy cariñosa; cultivaba amistades superficiales al por mayor, pero se aseguraba relaciones de pareja intensas y mágicas.

¿Y qué tal una inestable asexual? Olvidalo me gusta el sexo, extraño el sexo.

No hay salida.

No hay comentarios: