jueves, 11 de octubre de 2018

Más allá de las trincheras

Cada vida humana es una oportunidad para transformar la realidad.

Desperdiciada por aquellos que se oponen a modos distintos al establecido, por los que se adaptan a pesar de la inmundicia, por los que ni siquiera lo intuyen, por aquellos que lo entienden pero están sumidos en la jaula del sistema, y por aquellos cuyos egos no los dejan actuar sin temer las malinterpretaciones. Van a creer que me creo mucho, van a creer que quiero fama, poder, riqueza...

Pero la trampa es también creer en el poder individual, en el grano de arena que suma a la causa, cuando existe, crece y se expande, una cultura que puede con toda la moral familiar, destrona la pesca de intelectos pedagógicos, ni qué decir del buen samaritano, confeso o pagano.

Ay tanta suma entre trampa y modos de desperdiciar la oportunidad, que solo un loco empoderado y con reputación estaría a un paso, pero aislado.

No diré el nombre del enemigo. Un plural. Tantos nombres y todos tan estigmatizados. El mal es parodiable y por eso digerible.

Ni para qué arriesgarme a perderte en el último concepto clave:

Se necesitan menos trincheras y más estrategas desbloqueando comunidad.

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