jueves, 25 de octubre de 2018

Acepto

Qué voy a hacer, el mundo confabula en mi contra para que no te olvide. Voy a esto nuevo, del otro lado de la metrópoli, y ahí está esta chica con tu voz y tu chairés, con ese apodo que conciderabas mejor que tu nombre, y esta otra con tu nombre y tu sentido humanitario, o la última, que mantiene un aire de frialdad asperger. Pero ahí estás en todas ellas. Miento si digo que sufro. Te rememoro con cariño, como cuando ves fotos viejas y suspiras.

No es que el trauma haya pasado. Seguro que una ola de angustia me ahoga si nos topamos. Además, sabes que la mañana me trae tus facciones frescas, o algún gesto para recuperar todo de ti. Cabello, ojos, boca, cuello, busto, cintura, manos, piernas, ropa, calzado... y remata con palabras que me obsequiaste, todas con el mismo tema del primer desencuentro: no te preocupes. Maldita política. Promesas de campaña y terminar despreciando el poder. No todo el poder es malo Mizu, mira que dejarte conocerme me hizo un poco tuyo... ahora bien, si decides reducir nuestras aproximaciones a curiosidad o amistad, entonces tengo que bajar la vara de confidencialidad y mostrarme al resto tal cual contigo. Te juro que es para anular tu poder sobre mí. De esto se trata todo: yo te abrazo y conviertes el abrazo en acto de cortesía y amabilidad. ¿Para qué? para deshacerte del poder al que te sometí, cuando te robé un abrazo aquel día.

Tal vez haya sido bueno no haber intimado, ni mostrarte mi cuerpo desnudo. Imagina los estragos. Un vulgar exhibicionista, un prostituto, y mi personalidad por ende fundida. La parte de individuo evaporandose en el charco de nuestra época. El charco de sacos rotos y ornamentales.

No sientas que te culpo. Sabes que me encanta comprenderte. Este paso quizá se llame aceptación, ¡pero qué manera! ¡cuánto significado! ¡qué bien encaja! He hecho un buen trabajo. Estoy satisfecho. Y tú te reirás y dirás que escribo bonito, pero que no me entiendes nada. Sin embargo, tienes un subconsciente cabrón, confío en él ¿qué tal que ese submundo tuyo te rescata? Olvidate del resto, nadie entra acá, desearía que lo vieras como un regalo puro, de corazón. ¿O tienes tropa musaraña que trate de entenderte? No, él no, él nomás te da cariño... no él tampoco, él te diagnostica y te da medicamento. Puag! Qué idea tan bruta, andar enamorando poetas, qué perdida de tiempo, te van a chantajear en este actual mercado de gatos... ¿y qué si encuentras liebre? Estará muy viejo, estará muy verde, estará sometido a su propia musa con sus propias dicotomías y tergiversaciones, estará muy frágil y se te romperá a la primera, estará pesado, construyendo altares de ego, o bien estará violento.

No hay comentarios: