lunes, 28 de marzo de 2022

Monogamia o poligamia


No me importa que la poligamia sea natural en el ser humano, comprobado científicamente y todo. La poligamia nulifica mi sexualidad. Así como algunos no soportan el romance, así yo no soporto la conquista. Qué desgastante estar en una búsqueda nueva cada que tengas ganas de sexo. Me repugnan los que ya tienen todo un guión para acceder a aquello, como si la interacción afectiva fuera un obstáculo que se puede evitar con la correcta manipulación de las emociones. Un detalle por aquí, un alago por acá, indiferencia para volverme deseable y un poco de conversación para ser aprobado dentro de los hombres que sí pueden entrar a su alcoba. 

Un youtuber llamado Roman dice que la exclusividad es posesión, yo digo que la exclusividad es responsabilidad afectiva, es entregar nuestra confianza y hacerlo evidente en actos, es ese pacto implícito al que tienen miedo algunos porque sienten que ya no podrán interactuar eróticamente con más mujeres u hombres. Inseguridad, dice él. ¿Qué acaso la seguridad es tener una pared emocional que no te permita sentir un vínculo más profundo de lo que una amistad permite? Quizá deberíamos conocer el nivel de enamoramiento al que podemos llegar y si es compatible con nuestra pareja. Para Roman dura poco, evidentemente, y la poligamia le favorece. Para mí dura tres años y luego de siete años regresa. Pero no hay pactos implícitos para relaciones de 3 años con intervalos de 7.

Y sobre la posesión está equivocado. No poseemos a la pareja, poseemos una relación, algo que juntos vamos construyendo, algo que es difícil de mantener en pie y sacar adelante. Es lógico que nos dé miedo perder eso, pero no por eso vamos a dejar de intentarlo. Si no hay confianza, sinceridad y respeto, como personas maduras que somos, entendemos que no va a funcionar y debemos soltar esa relación. También aceptar que el vínculo se ha desprendido y ser honestos con nuestra pareja, es un acto de amor. Ahí está la diferencia de una persona tóxica a una sana, y ni siquiera hace falta una relación para vivirlo. Me ha pasado en enamoramientos que no culminan en absolutamente nada.

El amor, que es aceptar al otro con todos sus defectos e imperfecciones, es aún mejor para las relaciones monógamas. Ojalá todas pudieran incluirlo, pero es complicado, sobre todo por los tiempos en los que nos tocó vivir, en el reino del ego.

jueves, 10 de marzo de 2022

Una buena razón para ir a terapia

 Una buena razón para ir a terapia es revivir afectivamente. Liberarme. Me cuesta dar afecto. Veo en mi familia una barrera. No es que no los quiera, es que no siento que quieran mi cariño. Cuando era niño lo poco que recibí de afecto me daba mucha felicidad. Pero conforme fui creciendo el afecto que yo demostraba parecía contraproducente. Si de por sí, en mi núcleo familiar es escaso; solo en los cumpleaños nos abrazamos y a veces lo siento más un compromiso que un gesto sincero.

Tengo la fantasía de que encontrando a la mujer indicada encontraré liberarme afectivamente. Ya no me importará que en mi familia me vean como un tímpano de hielo, pues habrá alguien que siempre desee que yo la abrace y acaricie. 

También es todo un problema para mí separar el cariño de lo erótico. Algo me habrán hecho o algo no habré hecho, para desarrollar un límite claro. Mi adolescencia fue un lapso carente de afecto, todo era resolver el morbo que crecía en mi interior. En mi infancia recuerdo algunos episodios de desprecio. Mi tía de un día a otro dejó de sentarme en su regazo; luego a una edad adulta descubrí que era un poco misándrica. Tal vez por eso al enamorarme me siento como un niño, libre de la barrera que se me impuso por haberme transformado en hombre, y por eso creo en el enamoramiento como vehículo de salvación.

Pasó lo mismo con el piojito que me hacía mi prima; entré a la adolescencia y olí diferente, mi cabello también cambió, se volvió rizado y duro. Ahora era un ser repulsivo o para ser más justo y bondadoso, era un ser sin encanto. 

Recuerdo que intenté cambiar el ánimo de la perra de mi tía, irónicamente llamada Dulce, con un abrazo. Supongo que inconscientemente reflejaba mi necesidad. Era un ser que no me lastimaría emocionalmente... bueno, no me lastimó emocionalmente, sino físicamente cuando me mordió la cara y mi experimento no funcionó. Aunque en la juventud repetí el experimento ingenuamente con una musa de pantano. Y poco después de haber sido mordido, en la primaria también intenté acercarme a la niña de mis sueños y fui repelido enérgicamente contra el piso; nos habían colocado juntos en la misma mesa y ella trazó una línea imaginaria que yo desafié juguetonamente. 

Recuerdo que cuando me entrenaban para la primera comunión, había una catequista joven y bonita que me quería mucho y me demostraba afecto. No creo haber estado enamorado de ella, pero mira que hasta de recordarla se me alegra el corazón. Siempre fui consciente que yo no le interesaba, solo me tenía ternura, como se le tiene a un bonito perro. Y es justo porque si hubiera sido algo diferente habría abusado de mí. Terminó el adoctrinamiento y terminó el cariño.

Realmente no recuerdo ningún abuso en mi infancia, solo el abandono afectivo. 

Y ahora en mi vida adulta, mi familia me dice que yo no soy muy cariñoso. De inicio me dio mucha tristeza, luego me dio coraje, porque ellos debieron enseñarme a serlo a no desterrarme de afecto por no cumplir sus parámetros de ternura. Ya quisiera encontrar a aquella mujer que me permita ser el hombre cariñoso que seguramente si soy. La novia que tuve podría saberlo, podría ser juez y emitir un veredicto y entonces estar seguro que encontrar a la indicada me liberará.

Y ahora resuena en mi cabeza "eres el chico más lindo entre mis contactos" y "me gusta tu forma de ser" de mi musa de pantano. Y todo se vuelve a repetir. Nuevamente el abandono. "No te debería importar que te rechacen". La publicación inmediata de lo más lindo que le han dicho, por supuesto que otro tipo y ser tratado como acosador por ir a verla al trabajo para cerrar el ciclo y poder conciliar el sueño. 

Ayer, antes de llegar a la reunión familiar, una mujer, madre soltera, ojos preciosos, cabello oscuro, delgada, a la altura de un beso, me miró como a un hombre atractivo, y eso fue lo mejor del día. Soy afortunado porque una mujer hermosa me miró como a un hombre atractivo y lo atesoraré en mi corazón como una dulce y tierna caricia, aunque claro, caducará.

El afecto que acumulo será para la indicada... a menos que no tenga más opción que intercambiar quien lo acepte por dinero.

Por supuesto, tengo que ver al psicólogo, aunque no quiero que todo se centre en mi trabajo y cómo lo elegí para tener algo seguro, donde no me maltraten y orillen a renunciar por mi forma de ser (desafiante, cuestionadora, reflexiva, distímica, existencialista)  y en dónde poder expresar mi creatividad a mi ritmo y sin condiciones.

domingo, 6 de marzo de 2022

Romantifóbicos

 Antes de hablar sobre el tema quería compartirles un tip, que me dio mi hermano, para relajarse un chingo y aminorar las inseguridades de la comparación. Hay muchas buenas tácticas que me compartieron mis amigos, pero esta en particular me ayudó muchísimo. En el original se trata de agradecer detalles en tu día a día o experiencias  que te han formado para ser mejor. Como soy agnóstico casi ateo, me resultó un poco hipócrita agradecer a algo y preferí usar el considerarme afortunado. No funciona como una receta de cocina en que repites aquello en lo que se supone te deberías sentir afortunado porque otros dicen. Cada quien tiene sus propias prioridades en su sentir y en su esquema de valores. En mi caso, haber conocido a ciertas personas, tener a mis padres, amigos que se preocupan por mí, con quien comparto maneras de pensar, mascotas que me hicieron suavizar mi trato, etcétera. 

 Ahora sí. 

La romantifobia se da mucho en grupos de clase media y alta, de alta escolaridad. No por eso significa que sea una cualidad de inteligencia. Más bien es una reacción extrema de raciocinio simple. Si bien es cierto que el pensamiento romántico puede degenerar en prácticas tóxicas, posesivas y pasionales. Como en Un mundo feliz, me niego a vertirme al extremo opuesto, a ser un romantifóbico. 

Los romantifóbicos evitan enamorarse; para ellos es un sentimiento pérfido, instintivo, que te hace cometer locuras. Hay razón en ello, sí, es que en razón no escatiman. Y es que enamorarte no es de a poco, es un caudal que te arrastra entero. De repente existe el cielo, el cielo de la serotonina. No quieres que termine. Lo peor es que cuanto más dure más necesitarás de sus efectos y temes termine. Pero por ahí he oído decir, que es de cuerdos tener un vicio en un mundo como este, en donde friccionar con conocidos y ajenos se vuelve parte de la norma, y no una excepción; el estrés por la inestabilidad económica; las carencias afectivas con sus traumas y trastornos que heredamos de una crianza en donde nuestros padres sacrificaron su paternidad o maternidad para que no nos faltara techo, medicinas, educación y comida. A lo mejor es por eso que la romántifobia se da más en clases acomodadas. 

Entendamos el enamoramiento como un vicio, pero a diferencia de cualquier vicio, este no lo puedes comprar clandestinamente. Quizá lo mejor sea dejarse llevar y aprovecharlo conociendo su escasez. Y me pregunto si esta escasez no deriva de las olas feministas, que derivan, según mi teoría conspiranóica en que todo movimiento social tiene una maquinaria biológica detrás, de la cual, sacan sus fortunas los políticos y empresarios, pues conociendo el molino, solo falta poseerlo. Y cuando hablo de biológico me refiero a alienación conductual, que es lo que venimos padeciendo debido a la sobrepoblación. No, yo no tengo la solución, los estudios sugieren que la extinción es inevitable. Si decreces la población no cambias su conducta, si cambias su conducta a ese estado "normal" de reproducción, no cambias la sobrepoblación, crece. Es complicado. Un joven muy educado me dio la mejor respuesta: "Está bien, ya hicimos mucho daño". La resignación es el último paso.

...eso o Un mundo feliz. 

A algunos les gusta ese mundo prometido; drogas por aquí y sexualidad por allá, sin vínculos afectivos, o vínculos que se limitan a una relación sencilla, de confianza, como la amistad. ¿Pero cómo es que la amistad forme parejas si se puede ser amigo de casi todo el mundo? Y en el extremo romantifóbico habrá quien reniegue de los individuos ideales. ¿Y por qué no personas indicadas? Ni solo amigos, ni dioses a los cuales adorar. Habría que aceptar que nadie tiene todo lo que buscamos en una pareja, y que el enamoramiento termina, así que por qué evitarlo.

Es bueno saber que el enamoramiento en las mujeres no dura demasiado. Suelen tener estándares demasiado elevados y su enamoramiento dura hasta que conocen al sujeto mejor, en aspectos menos glamorosos y los bajan del pedestal... eso o dar pie al amor. A veces hay mucho estatus para absorber seguridad y dura un poco más el enamoramiento. Es bueno saberlo para aprovechar el instante. Pero las cuestiones éticas fastidian e incluso romantizar en que la indicada ha llegado y una época de felicidad se aproxima, que solo falta conocerse mejor y bla bla bla. Hay que bajarle un tanto a los desibeles, sin volvernos romantifóbicos y reprimir la fantasía. Claro que como hombres esas fantasías culminan en sexo. Entonces ¿menos volumen? A lo mejor menos volumen significa una bonita amistad, perfecto para un romantifóbico, realista. Pero no para mí. De menos rozar su mano en complicidad, y rezar por que mañana me mire como hoy, un día a la vez, maldito adicto. 

Luego sigue vivir el micro duelo estoicamente. No señalizarnos como que no lo merecemos, o que algo nos falta, o echarnos los defectos a la cara. Saber que son los tiempos que vivimos, que es la naturaleza la que juega en contra nuestra. Cuánto dolor me hubiera evitado de entenderlo, cuánto tiempo perdido. Pero el duelo es el duelo, ese tramite no se puede omitir. Dedicarle un día a despedir las posibilidades que merodeaban, hacerles algo lindo, una comida, una salida, una visita a un buen amigo.

También es gacho saber que la vejez va agotando los episodios de enamoramiento. Y los duelos son más largos, porque implican renunciar más en definitivo a posibilidades que en otras épocas el romance hubiera cumplido; tener hijos, que alguien esté a tu lado al enfermar, que te cuide, la sensación de compañía sin importar lo arrugado y arruinado que estés. Cosas que son parte del amor, más que del enamoramiento. Ese día a día, en espera de que el enamoramiento continúe, es también la espera por que el descubrimiento no termine en decepción y descarte, sino en amor romántico, como es amor, te hace feliz que el otro lo sea, aunque eso implique apartarse de su camino. ¿Pero qué edad será adecuada para un último enamoramiento?

  

lunes, 28 de febrero de 2022

Te extraño

 ¿Qué nos faltó por vivir? 

A mí me faltó amarte con las recamaras del corazón vacío, sin quimeras. 

Me queda el consuelo, de que no podía ocurrir de otra manera, como (ejemplo tonto) cuando aposté un empate de alto momio, me arrepentí, vendí el boleto y resultó ganador (antier). Puro aprendizaje. El consuelo de que había que aprender. 

Luego de ti, me atiborré de autoconocimiento. Soy otro. Soy un hombre más feliz, menos estresado. Hago lo que me gusta. Sí, me siento perdido, pero leyendo entradas anteriores, creo que elegí correctamente. Es mejor vivir perdido que vivir atado a un mundo en que no funcionas. Tú lo hubieras entendido, nadie más. Pero fue un proceso largo para que yo lo entendiera y aceptara. Necesitaba esa soledad, necesitaba soltar lo que no era para mí. Me sorprende que sean años, y no uno, o dos, sino hasta 5 o 7 los que requiero para procesar lo ya vivido. 

Todo el lapso de soledad; una montaña rusa de inseguridades. 

Amo lo que fuimos. Jamás te había valorado más de lo que ahora lo hago. Había mucho cariño y comprensión en nuestras conversaciones, de repente me salía  lo huraño, pero verte y estar contigo me ablandaba. 

Me faltó decirte te amo, justo en momentos como este. En momentos en que me apoyabas o cuando te entregabas a mí con convicción y sin miedos. Cuando tenías detalles y te mostrabas tierna, era buen momento para decírtelo. 

Me faltó tener detalles para ti. Pero siendo justo conmigo, mi forma de amar es más de dar tiempo de calidad. 

Ahora me preocupa convertirte inconscientemente en mi nueva quimera. Buscar absurdamente a alguien como tú. No hay nadie como tú; creativa, compasiva, tierna, aunque dura por fuera para los desconocidos, justa, inteligente, linda, bonita, risueña, sabia, femenina, sensual, comprensiva, orgullosa. Ay, Uriel, que imbécil. Al parecer sí eras una suerte de divinidad, y yo sí tengo algo de indigente. 

¿Qué hago ahora? ¿Un altar?

Aún conservo un montón de cosas tuyas que nunca quisiste quedarte, porque el plan era olvidarme. Las calcetas, los condones no porque caducaron, la libreta, los dibujos, la carta, el conejo se quebró, a lo mejor los zorros eran más nuestro animal. Hago muchos zorros, son un éxito. Tan independientes... pero en manada se ven mejor. Ese desde ahora y para siempre, será mi tributo en tu honor, por lo que fuimos.

Ya ves, ahora te extraño más. 

Hay hombres muy seguros allá afuera, deseo que hayas encontrado alguno, uno valiente, que te cuide, que te trate lindo y te haga reír. Y si no, es porque ningún patán te merece.  

En mi honor, dejaré de buscar. Estoy cansado. No tiene sentido. Quimeras, quimeras, quimeras, ¿qué hago con las quimeras? Personajes y figuras tótem, eso hago. 

Un dulce abrazo sensualoso para ti. 

domingo, 20 de febrero de 2022

 La obstinada desfragmentación de la seguridad  por vía de comparación. Por supuesto que tenía que suceder al visualizar un campo estéril en materia de sexo, amor y afecto. Una necesidad básica para todo ser humano. 

La primera comparación es fácil de superar: "Ellos tienen sexo, amor o afecto y yo no". Antídoto: No ha llegado la indicada.

Es en el segundo nivel donde se complica: "¿Qué tienen ellos que yo no? Estabilidad unos, los que tienen amor y afecto; seguridad los otros, los que tienen sexo." ¿Qué antídoto me recomiendan para esta? 

¿De dónde proviene mi seguridad cuando la tengo? Bueno, de que me salgan bien las cosas, de que me traten como un hombre atractivo, de algún alago sobre mis valores o mi forma de ser, de contemplar aquello que he logrado y reconocer las posibilidades que tengo para hacer más y mejores obras, de tener estabilidad, de algunos rasgos físicos que me gustan en mí y trabajar los que tienen potencial, como mi abdomen, por ejemplo. Para muchos funciona el poseer ciertos signos de estatus: una pareja, bienes materiales, riqueza. Aunque poco, también me funciona ser sincero conmigo mismo, no engañarme, es una forma de quererme. Estoy pensando hacer mantras de las virtudes que me hacen atractivo para no necesitar esperar recibir cumplidos. Son pocas: ser amable, sincero y justo. ¿Y qué en esta lista entra en terrenos narcisistas para no hacerle mucho caso y no acabar trastornado? Precisamente el alago (si por eso lo decía), los rasgos físicos y lo de los signos de estatus que igual eso no se me da. 

 ¿Y la estabilidad en dónde se consigue? esa posiblemente no llegue o tarde años en llegar. ¿Entonces sí tengo que renunciar a una relación de pareja? Eso parece...

Qué mal, porque se me hace muy difícil una vida sexual sin ese componente, por no decir imposible... ya saben, hacerlo con quien te sientas amado, con quien confíes ¿se puede eso fuera del amor?

La reacción de ayer

 Una tontería.

Una por una mis opciones de pareja desaparecieron, las descarté, me descartaron, o no había manera. Y en un día aparecen en el mundo virtual dos deslumbrantes especímenes femeninos sacados de mis más profundas fantasías. Dudaba de su materialidad ¿alguien quería fastidiarme? 

Harto de las conversaciones que no llevan a nada; cansado de explicar más o menos qué me gusta, lo que hago y todo eso; aguijoneado por la amenaza de una gran oportunidad desperdiciada, quizá mi última dentro de quién sabe cuántos años, decido invitar a una a salir, luego me arrepiento, me entra una gran inseguridad al ver su edad y su calidad de vida; compararla con la mía. Pero también saco de la memoria una cita fracasada muchos años atrás por esta idea de que podría estar con cualquier mujer, siempre y cuando me guste. Aquella vez no había nada en común. Esta vez  podría ser igual... y reculo. 

No sé qué necesito saber de ella para sentirme seguro. Experiencia artística, resuelvo. Porque quienes me han correspondido por más tiempo han tenido dotes artísticos o tendencias artísticas. En vez de preguntarle sobre esa cuestión, cambio mi perfil advirtiendo de este detalle para que podamos salir y entonces hago match con una chica bellisima, muy mi tipo, y le pregunto de su día. No hay respuesta así que al día siguiente le planteo mi oferta de salir a caminar. No hay respuesta. 

Me consume bruscamente la idea de que soy pésimo tratando con mujeres que me gustan. Trato de dilucidar por qué. De lo poco que conozco sobre atracción femenina le doy un peso enorme al estatus. Ver parejas mayores (los jovenes son aparte) en mi ambiente laboral de ventas, donde los hombres siempre son pudientes y las consienten comprándoles detalles, me pone mal. Pensar en mis amigos y conocidos con pareja, en donde ambos comparten el mismo nivel académico, me pone mal. Saco conclusiones. Atracción femenina = estatus (incluido nivel académico). Si por conseguir mis sueños he renunciado a esos caminos, por lo tanto he renunciado colateralmente a estas dos chicas virtuales que por ahora representan mi única y última oportunidad. Esto se volverá a repetir en toda mi vida, me digo, ya no quiero sufrir, así que debo renunciar a encontrar a alguien con quien compartir mi tiempo y brindar cariño recíprocamente.

Renuncio. No sé si he renunciado. Estoy muy cansado y adolorido por semejante conclusión. 

viernes, 18 de febrero de 2022

¿Para qué?

 Renunciar ha sido una constante en este rumbo ebrio. Porque para qué, ¿para qué el título académico? si me hubieran dicho en aquellos tiempos estudiantiles que ya la mayoría de mujeres estudian y que estas se emparejan con chicos de su mismo nivel socioacadémico o más altos, quizá hubiera tomado más dedicación en completar los cursos. Pero ciertamente habría de trabajar en algo no creativo, o creativo bajo la dirección de alguien más... y entonces para qué hacerlo. Tener pareja y ahuyentarla con un pesar del diablo porque no soportas tu trabajo. Afortunados los que aman su profesión, porque de ellos es el reino del amor.

Incluso cualquier empleo, por más simple y que sirva solo para manutención, hay que dedicarle la vida, la vida que es tiempo, el tiempo que cuaja en dinero. Son más de ocho horas diarias. Si fuera por mí, algo que no te aporta para desarrollarte intelectual y psiquicamente, que solo te da lo necesario para sobrevivir, le daría cinco horas máximas al día. Es cuestión de prioridades, lo que hay ahora es que sobrevivimos y utilizamos ciertas actividades espirituales como sustitutos del verdadero crecimiento. Es difícil dar un ejemplo cuando todo ejemplo es una realidad. Un artista les da unos botes de pintura a unos niños y los hace sentir lo que es expresarse por medio del color y los contornos, pero no son niños. El yoga, la lectura, los talleres artísticos, los videojuegos, la turisteada, pueblear... el triunfo de la experiencia, pero ¿para qué?

Debe haber algo más significativo que la pura experiencia. Un vinculo religioso para los afortunados que conservan la fe y los procesos mentales mágicos de nuestros ancestros, porque de ellos es el reino espiritual. 

¿A dónde tengo que encaminar mi rumbo? Tengo que intentar ser un adulto funcional a mi manera ¿para qué? para sentir que sirvo siquiera para algo tan básico como eso. Y es aquí donde te digo, que no te maltrates. Si las renuncias de las que hacías mención anteriormente eran para eso, ¿cómo esperas acceder a ese mundo así de fácil?

No sé por qué soy así. Me corto el cabello porque detesto cómo me lo dejan las estilistas. Pero hay veces que noto mi sombra ante la sociedad, esa sombra de locura, de informalidad, y me siento mal, me siento un chiste, una ofensa. Pero en serio no soporto verme cuadrado y simétrico, como un maldito hombre del montón, una figura de la época, lista para conducirse como se espera de un hombre; todo un caballero, chambeador, optimista, con ambiciones de estatus. 

¿A qué más debo renunciar entonces? Mejor sería enfocarme en lo que me importa. Sí, el horno es importante porque es bien jodido los límites y desgaste físico de la quema al carbón. Ser artesano es importante porque me permite conectar el adentro con el afuera. 

Me cuesta mucho renunciar a la esperanza de un enamoramiento recíproco, de encontrar una mujer con quien haya química y hacer una bonita relación de pareja. De repente, recurro a mis recuerdos y encuentro un par de enamoramientos recíprocos, pero ¿por qué no sucede nada? resulta que ya tenían un compromiso, resulta que son demasiado maduras para no dejarse llevar por las emociones, lo que significa que no soy suficiente para ser un digno candidato sin las emociones. Renuncié al camino que te hace ser un digno candidato. AAAAAAAAAAHHHHHHHHH NO LO SOPORTO!!!!  NO LO SOPORTO, NO LO SOPORTO, NO LO SOPORTO  AYUDENME.


domingo, 23 de enero de 2022

¿De dónde viene este sentimiento de incompatibilidad?

 Quizá sea esta tolerancia a todo, que acoge todas las formas de expresión, pero que no tolera la intolerancia. Y en verdad creo que hay que ser respetuosos con el prójimo, pero en ocasiones algo me desagrada de alguien; una actitud, un tipo de mentalidad, una conducta sexual, el fanatismo, la tolerancia a todo, algún pensamiento mágico que se cuela en las creencias de la mayoría, desde las clases bajas hasta las élites. Y me quiero dar la libertad de expresarlo y de explicar por qué, pero a la vez es como si hubiera una desaprobación general, ya no cuando piensas de manera distinta, sino cuando manifiestas tu desagrado a todo aquello con lo que no te sientes identificado. Es como si estuvieras incitando la violencia desde su etapa más germinal. Aunque parte de aceptar nuestra humanidad es conceder que podemos sentir repugnancia, odio, fastidio e incomodidad ante aquello que en apariencia resulta contrario a nosotros. Y a veces el camino para asimilar al otro es entenderlo, y a veces ni así, porque hay fibras más profundas amenazadas, porque hay estructuras sagradas en juego (entiéndase desde un punto de vista antropológico, no religioso). 

Otra cosa es no traspasar ciertos límites. Evitar caer en criticas superficiales, reconocer si lo que siento es personal, por ejemplo, si de repente hubo un ataque de indirectas (pues así es como manifiestan su desagrado hoy en día), asumirlo personal y tomar medidas para distanciarme de quien me violenta. No emprender acciones para erradicar al otro, ni siquiera tratar de cambiarlo, sobre todo si tienes algún puesto de poder o injerencia política. Y no tomar una postura de superioridad moral, cultural o intelectual. 

Luego pasa que a pesar de tanta tolerancia, existe un código de vida moderna que todos acogen y que margina a quienes no. Si por ejemplo, busco en la vida dejar algo de trascendencia, o cambiar algún fallo del sistema, seré visto como un megalómano. Porque siendo tantos, es ilógico que una sola persona transforme un sistema, aunque solo a unos pocos beneficie dicho sistema, no nos guste dicho sistema, no creamos en dicho sistema... pero como la alternativa conocida resulta igual o peor, preferimos olvidarnos del tema y votar por los menos malos, votar, ser ninguneados, echar la culpa a la clase élite, que asume su rol de villano, sobrepasado en responsabilidades, y disfruta del poder y los privilegios.

El código de vida moderna está hecho para personas que crecieron en familias funcionales, o si no fue así, que lucharon para ser como aquellos que crecieron en familias funcionales. Sin trastornos y sin inseguridades. Un camino académico profesional y laboral que si se logra cursar sin disrupciones sociales te brindará una pareja con quien conformar una familia, techo, estabilidad, o la posibilidad de vivir experiencias de éxito moderno, como viajar por el mundo, conseguir un cuerpo de revista, en cuanto a vestimenta estrenar conjuntos por estación y objetos de estatus: autos, relojes, joyas, mascotas... y compartir todo eso en redes sociales.

Lo único que me afecta realmente de haberme perdido esos logros es la parte de conseguir una pareja. Lo demás no me importa. ¿A qué tipo de pareja potencial aspiro fuera de ese camino? hippies, punks y madres solteras cuyas vidas modernas se han visto truncadas por un hijo no esperado. De las hippies me desagrada lo que hablaba en un principio sobre la tolerancia, de las punks que suelen ser fanáticas de alguna ideología, y solo de las madres solteras me hace un ligero ruido el ser parte de esos hombres que han sido descartados como material reproductivo en su juventud, porque además no me interesa la paternidad, que es lo más irónico, pero el hecho de ni siquiera haber sido considerado como potencial padre de sus hijos hiere mi orgullo masculino, y es una tontería, no hay nada personal, cuando ciertamente pude haber actuado muchas veces como el patán embarazador y me contuve por querer iniciar mi vida sexual con alguien en quien confiara, luego me enamoré de ese proceder y lo adopté como parte de mi sexualidad. Conseguir por lo menos estabilidad económica es mi última esperanza para ser minimamente atractivo como potencial pareja.

Todo el sistema que conforma mi vida cotidiana, enfocada en alcanzar mis metas literarias y artesanales, ha sido un logro para compaginar el adentro (la distimia que merma mi calidad de desarrollo para ser un adulto funcional, mi espiritualidad creadora y mis valores) con el afuera (que es el sistema económico y social) pero que aún así no llega a ser compatible con el código de éxitos de la vida moderna. Yo no funciono fuera de mi propio sistema; caigo en apatía, desidia, abandono, las tareas que me asignan no cuajan con los parámetros de tiempos y extensión esperados, incluso intencionalmente me saboteo, no soy competitivo, la frustración erosiona mi autoestima, porque no soy capaz de conseguir lo que otros sí. Quizá por esto decidí hacer lo que otros no hacen, para ser capaz de conseguir lo que otros no. 

Me he aislado para no ver el camino del éxito moderno, pero teniendo tantos amigos y conocidos que lo transitan, suelo estrellarme con sus modos y costumbres, como un aborigen se estrella con la civilización.