viernes, 18 de febrero de 2022

¿Para qué?

 Renunciar ha sido una constante en este rumbo ebrio. Porque para qué, ¿para qué el título académico? si me hubieran dicho en aquellos tiempos estudiantiles que ya la mayoría de mujeres estudian y que estas se emparejan con chicos de su mismo nivel socioacadémico o más altos, quizá hubiera tomado más dedicación en completar los cursos. Pero ciertamente habría de trabajar en algo no creativo, o creativo bajo la dirección de alguien más... y entonces para qué hacerlo. Tener pareja y ahuyentarla con un pesar del diablo porque no soportas tu trabajo. Afortunados los que aman su profesión, porque de ellos es el reino del amor.

Incluso cualquier empleo, por más simple y que sirva solo para manutención, hay que dedicarle la vida, la vida que es tiempo, el tiempo que cuaja en dinero. Son más de ocho horas diarias. Si fuera por mí, algo que no te aporta para desarrollarte intelectual y psiquicamente, que solo te da lo necesario para sobrevivir, le daría cinco horas máximas al día. Es cuestión de prioridades, lo que hay ahora es que sobrevivimos y utilizamos ciertas actividades espirituales como sustitutos del verdadero crecimiento. Es difícil dar un ejemplo cuando todo ejemplo es una realidad. Un artista les da unos botes de pintura a unos niños y los hace sentir lo que es expresarse por medio del color y los contornos, pero no son niños. El yoga, la lectura, los talleres artísticos, los videojuegos, la turisteada, pueblear... el triunfo de la experiencia, pero ¿para qué?

Debe haber algo más significativo que la pura experiencia. Un vinculo religioso para los afortunados que conservan la fe y los procesos mentales mágicos de nuestros ancestros, porque de ellos es el reino espiritual. 

¿A dónde tengo que encaminar mi rumbo? Tengo que intentar ser un adulto funcional a mi manera ¿para qué? para sentir que sirvo siquiera para algo tan básico como eso. Y es aquí donde te digo, que no te maltrates. Si las renuncias de las que hacías mención anteriormente eran para eso, ¿cómo esperas acceder a ese mundo así de fácil?

No sé por qué soy así. Me corto el cabello porque detesto cómo me lo dejan las estilistas. Pero hay veces que noto mi sombra ante la sociedad, esa sombra de locura, de informalidad, y me siento mal, me siento un chiste, una ofensa. Pero en serio no soporto verme cuadrado y simétrico, como un maldito hombre del montón, una figura de la época, lista para conducirse como se espera de un hombre; todo un caballero, chambeador, optimista, con ambiciones de estatus. 

¿A qué más debo renunciar entonces? Mejor sería enfocarme en lo que me importa. Sí, el horno es importante porque es bien jodido los límites y desgaste físico de la quema al carbón. Ser artesano es importante porque me permite conectar el adentro con el afuera. 

Me cuesta mucho renunciar a la esperanza de un enamoramiento recíproco, de encontrar una mujer con quien haya química y hacer una bonita relación de pareja. De repente, recurro a mis recuerdos y encuentro un par de enamoramientos recíprocos, pero ¿por qué no sucede nada? resulta que ya tenían un compromiso, resulta que son demasiado maduras para no dejarse llevar por las emociones, lo que significa que no soy suficiente para ser un digno candidato sin las emociones. Renuncié al camino que te hace ser un digno candidato. AAAAAAAAAAHHHHHHHHH NO LO SOPORTO!!!!  NO LO SOPORTO, NO LO SOPORTO, NO LO SOPORTO  AYUDENME.


domingo, 23 de enero de 2022

¿De dónde viene este sentimiento de incompatibilidad?

 Quizá sea esta tolerancia a todo, que acoge todas las formas de expresión, pero que no tolera la intolerancia. Y en verdad creo que hay que ser respetuosos con el prójimo, pero en ocasiones algo me desagrada de alguien; una actitud, un tipo de mentalidad, una conducta sexual, el fanatismo, la tolerancia a todo, algún pensamiento mágico que se cuela en las creencias de la mayoría, desde las clases bajas hasta las élites. Y me quiero dar la libertad de expresarlo y de explicar por qué, pero a la vez es como si hubiera una desaprobación general, ya no cuando piensas de manera distinta, sino cuando manifiestas tu desagrado a todo aquello con lo que no te sientes identificado. Es como si estuvieras incitando la violencia desde su etapa más germinal. Aunque parte de aceptar nuestra humanidad es conceder que podemos sentir repugnancia, odio, fastidio e incomodidad ante aquello que en apariencia resulta contrario a nosotros. Y a veces el camino para asimilar al otro es entenderlo, y a veces ni así, porque hay fibras más profundas amenazadas, porque hay estructuras sagradas en juego (entiéndase desde un punto de vista antropológico, no religioso). 

Otra cosa es no traspasar ciertos límites. Evitar caer en criticas superficiales, reconocer si lo que siento es personal, por ejemplo, si de repente hubo un ataque de indirectas (pues así es como manifiestan su desagrado hoy en día), asumirlo personal y tomar medidas para distanciarme de quien me violenta. No emprender acciones para erradicar al otro, ni siquiera tratar de cambiarlo, sobre todo si tienes algún puesto de poder o injerencia política. Y no tomar una postura de superioridad moral, cultural o intelectual. 

Luego pasa que a pesar de tanta tolerancia, existe un código de vida moderna que todos acogen y que margina a quienes no. Si por ejemplo, busco en la vida dejar algo de trascendencia, o cambiar algún fallo del sistema, seré visto como un megalómano. Porque siendo tantos, es ilógico que una sola persona transforme un sistema, aunque solo a unos pocos beneficie dicho sistema, no nos guste dicho sistema, no creamos en dicho sistema... pero como la alternativa conocida resulta igual o peor, preferimos olvidarnos del tema y votar por los menos malos, votar, ser ninguneados, echar la culpa a la clase élite, que asume su rol de villano, sobrepasado en responsabilidades, y disfruta del poder y los privilegios.

El código de vida moderna está hecho para personas que crecieron en familias funcionales, o si no fue así, que lucharon para ser como aquellos que crecieron en familias funcionales. Sin trastornos y sin inseguridades. Un camino académico profesional y laboral que si se logra cursar sin disrupciones sociales te brindará una pareja con quien conformar una familia, techo, estabilidad, o la posibilidad de vivir experiencias de éxito moderno, como viajar por el mundo, conseguir un cuerpo de revista, en cuanto a vestimenta estrenar conjuntos por estación y objetos de estatus: autos, relojes, joyas, mascotas... y compartir todo eso en redes sociales.

Lo único que me afecta realmente de haberme perdido esos logros es la parte de conseguir una pareja. Lo demás no me importa. ¿A qué tipo de pareja potencial aspiro fuera de ese camino? hippies, punks y madres solteras cuyas vidas modernas se han visto truncadas por un hijo no esperado. De las hippies me desagrada lo que hablaba en un principio sobre la tolerancia, de las punks que suelen ser fanáticas de alguna ideología, y solo de las madres solteras me hace un ligero ruido el ser parte de esos hombres que han sido descartados como material reproductivo en su juventud, porque además no me interesa la paternidad, que es lo más irónico, pero el hecho de ni siquiera haber sido considerado como potencial padre de sus hijos hiere mi orgullo masculino, y es una tontería, no hay nada personal, cuando ciertamente pude haber actuado muchas veces como el patán embarazador y me contuve por querer iniciar mi vida sexual con alguien en quien confiara, luego me enamoré de ese proceder y lo adopté como parte de mi sexualidad. Conseguir por lo menos estabilidad económica es mi última esperanza para ser minimamente atractivo como potencial pareja.

Todo el sistema que conforma mi vida cotidiana, enfocada en alcanzar mis metas literarias y artesanales, ha sido un logro para compaginar el adentro (la distimia que merma mi calidad de desarrollo para ser un adulto funcional, mi espiritualidad creadora y mis valores) con el afuera (que es el sistema económico y social) pero que aún así no llega a ser compatible con el código de éxitos de la vida moderna. Yo no funciono fuera de mi propio sistema; caigo en apatía, desidia, abandono, las tareas que me asignan no cuajan con los parámetros de tiempos y extensión esperados, incluso intencionalmente me saboteo, no soy competitivo, la frustración erosiona mi autoestima, porque no soy capaz de conseguir lo que otros sí. Quizá por esto decidí hacer lo que otros no hacen, para ser capaz de conseguir lo que otros no. 

Me he aislado para no ver el camino del éxito moderno, pero teniendo tantos amigos y conocidos que lo transitan, suelo estrellarme con sus modos y costumbres, como un aborigen se estrella con la civilización.

martes, 28 de diciembre de 2021

Preparando un nuevo yo

 Traté de evitarlo, pero es imposible. Bastó un episodio de aquella reunión para sentir una gran y quirúrgica tache en mi existencia. Reprobado en ser hombre. ¿Por qué cuestionas el feminismo que ha hecho que las mujeres se sientan libres al andar por donde se les hinche? Aplaudamoslo, recibamoslo en nuestros corazones con gratitud y callemos, sobretodo por ser hombres, porque ya hemos dicho demasiado. No, no puedo. Yo no represento a ningún hombre del pasado, ni todos somos uno, ni pienso en colectivo. Sí, era justo y necesario, y no, no deseo las relaciones de antaño. Pero está mal. Porque no abole los roles de género sino que los remplaza, ahora somos victimas y victimarios, tú alza la voz, revelate, tú calla, asume la culpa, avergüenzate. Las muertes de los hombres no importan porque fueron perpetradas por otros hombres. Has uso del lenguaje inclusivo para respetar a quienes no son binarios (alienados biológicos de alto grado). Deconstruyete, reprogramate, sigue la guía, amoldate a nuestros intereses de sumisión. 

No, no soy feminista, y me siento orgulloso de no serlo, de pensar fuera de esa burbuja inflada de egolatría condescendiente lameculos. Y no, tampoco soy machista, pero comprendo que cargo un bagaje cultural machista en el que no creo y que aflora en mis expresiones, y nadie tiene derecho a callarme o corregir mi léxico, si acaso advertirlo y hacerlo notar si le es ofensivo. Y comprendo que mi conducta sexual es de un humano macho (con problemas de adaptación social), y reconozco que es un componente esencial de mi identidad como hombre. Y entiendo que como especie, somos una especie enferma, con comportamientos aberrantes propios de toda especie violentada, aprisionada y alienada de su naturaleza. Y por eso no me trago las deconstrucciónes, ni la vergüenza por haber nacido varón, porque lo que siento y cómo me comporto va más allá de procesos mentales moldeables a placer.

Una vez he aceptado esta realidad, tengo que confrontar la siguiente. La que trata del sistema económico que gobierna las relaciones de pareja entre adultos. Si saco el taller adelante, y consigo autosuficiencia podre 1) escribir con soltura y sin presiones el universo que me hubiera gustado habitar 2) ser apto para una relación reciprorromántica. Si el 1 concluye sin más dilaciones y no se me dio la oportunidad de descubrir a una mujer atractiva y compatible (empática, transigente, de buen humor y con cualquier grado de incompatibilidad con este mundo) que me corresponda, entonces, sin dramas, buscaré la manera más amable de quitarme la vida. Sospecho que vendrá a ser los 45 el límite, quizá un poco más, 2 o 3 años y ya.

Cuando me recuerdan esas cintas en que el tipo sensible, melancólico y creativo va de desilusión en desilusión hasta conformarse con una relación de amigovios sin intensidad, tiendo a confrontarme si vale la pena conseguir la bienaventurada autosuficiencia. Porque el problema sería yo, porque tendría que estar desde ya predispuesto a conformarme con una relación de baja intensidad. ¿Vale la pena? Incluso si me salto el taller, que solo supone trabajar en aquello que me llena y estabilidad laboral. ¿Vale la pena? Veo a mis amigos con sus relaciones de tal talante y estoy seguro que no, no lo vale.

¿Entonces qué procede? Tengo un plan nada decoroso, que es más que posible me precipite a una profunda depresión y cruda moral. Pero de alguna forma, el estoicismo es una buena fórmula para hacer de tripas corazón.


jueves, 11 de noviembre de 2021

Escritura terapéutica III

 Hoy tocaba dormir juntos. Te acomodaste encima de mí en posición de estorbo, querías molestarme, ver cuánto toleraba antes de aventarte a un lado. Tu cara la ponías sobre la mía, y tus pestañas me hacían cosquillas, veía a detalle la corona atigrada de tu iris oscuro, un abismo magnético que me ligaba a ti. 

Hoy me tocaba ser feliz. Sentía tu peso, tu aroma, tu respiración, el calor que dulce emanabas. Y empezamos a platicar así, unidos. Y sentía la reverberación de tu voz, como un ronroneo sobre mi pecho. Más que apartarte, quería adherirme más a ti. Entonces deslice mis manos por tu espalda, por tus nalgas, y las atrapaste en el acto, las mantuviste presas contra el colchón mientras te reías. Lo que a su vez me generó una tremenda erección y tú fuiste la que terminó perdiendo al girar y caer a mi lado.

Eres predecible, me dices. Eres cruel, te digo. Subes la cobija como bajando el telón. Nos acariciamos en secreto de a poquito, es lo que toleras, pero de a poquito en poquito nos volcamos el uno contra el otro.

Y quisiera despilfarrar mis sentimientos sobre ti, pero no lo hago, está prohibido. Es mi karma.

Mi karma. 

¿Por qué?

Estar solo, mascullando hubieras, para toda la eternidad.

¿A quién hice semejante mal?

domingo, 1 de agosto de 2021

Unas nacen feas, otros nacen inadaptados

Hicieron una revolución por los códigos y los cánones de belleza.

Nosotros tenemos que hacer una revolución para romper con los códigos y cánones de estatus. 

El problema fundamental es para ambos una autoestima baja, unos parámetros inalcanzables; sin poder valorarnos conforme a nuestra realidad es imposible mostrarnos seguros ante el mundo.

Son inspiradoras cuando viven fuera de esos parámetros, pero nada está vuelto de cabeza, no hay nada roto, los estándares solo se han amoldado, pero continúan. Me encantaría pensar que sí, que todos tenemos posibilidad de encontrar alguien a quien resultar atractivos. Pero Tinder muestra otra realidad, una contundente, una de experiencia, no de ideales. Ahí está la chica con sobrepeso, la de la verruga que no puedes ignorar, la más alta que el promedio de hombres, la más baja que el promedio de mujeres, la asimétrica... y ahí estamos, los de a pie o en bici, los de los trabajos sin glamur, los desempleados, los de sueldos flacos, para los que viajar es un día al año máximo y para quienes nos sentimos incompatibles con sacos, corbatas, relojes, peinados, modas y perfumes. 

Estoy seguro que si cambia el sistema, cambia el estatus, pero jamás será abolido. Así pasa con la belleza y los medios. Cambia el producto, no el concepto.

domingo, 11 de julio de 2021

La conexión cálida

 No creas que solo a ti te pasa. Esas emociones fuertes, que paralizan, que aterran. 

Me parece bien que emprendas retirada. De hecho, mi vida está de la mierda para un encuentro de viejos amigos. Y no soy de los que les gusta confiar sus logros a gente bien adaptada a este mundo.

Porque puede que sea así, que a lo mejor tu vida se haya vuelto funcional, tras conseguir una licenciatura, o hayas encontrado a la persona indicada o el trabajo indicado para financiarla y ese sinsentido que carcomía tu existencia se haya esfumado ya. 

Conmigo se ha esfumado, pero nada se ha resuelto, más bien se ha complicado. 

Sentí que ahora eramos más incompatibles. Y sí, me dio tristeza, porque mi respiración se sigue entrecortando y no puedo dejar de contemplarte. 

Me siento más comprendido por la chica que vende tacos de barbacoa, o la que lava ropa o la que vende calzones, incluso aquella que vi descalza y asustada en el umbral de una tienda. Y seguro no saben nada de arte, pero saben lo que es estar peleando por un lugar en el mundo y ser tratado con dignidad. 

Pero no es culpa de nadie. Yo escogí este camino. Desdeñé las amistades a conveniencia, la fanfarronería intelectual, el ambiente artístico. No lo podía soportar. 

De repente un chico que vende libros usados se acercó con curiosidad y miró maravillado parte de lo que hago. Me vi unos 10 años más joven en él. Así era yo. Recogió sus cosas y se fue. Me dieron ganas de correr tras él y darle un abrazo "no te preocupes, vas a encontrar tu camino" le habría dicho, si la vida fuera una película y yo así de cursi. 

Es lo lindo de esto, la conexión cálida. Sin la frialdad superficial de las galerías de arte. En la que quizá algún día me toque ser parte, pero no es mi fin realmente.




jueves, 8 de julio de 2021

Compararse es inevitable

Compararse no trae nada bueno. Pero si lo piensas detenidamente, todas las categorías sobre quienes somos, sobre qué tipo de persona somos, surgen de estas comparaciones. Si somos geminis o cancer, si somos eneatipo 4 o 2, si somos dragón o perro, si somos extrovertidos o introvertidos, si somos INFJ o INTJ, neurotípicos o del espectro autista.

A veces no hace falta mucha introspección para darme cuenta del contraste. Me pregunto si sería compatible con alguien como yo. Alguien que no pueda evitar vivir tan agarrado al futuro y con un pasado atrancado con grillete en el tobillo. Uno creería que es lo normal, pero hay niveles. Quizá es la razón por la cual trato a toda costa de no dejar huellas permanentes en mí que me recuerden lo que era. No solo los tatuajes, incluso mi ropa tiene que ser muy neutra, sin ilustraciones, porque deseo me dure mucho tiempo y no topar con una incompatibilidad a futuro.

Cuando la gente habla de energías, en realidad habla de símbolos, de signos, de trabajo subconsciente, de palabras parásito o gorupos, ecos o reminiscencias de interacciones pasadas. Es eso. Como persona altamente sensible un día social me llena la cabeza de todo esto. Y me gusta que sea un solo día, sino me volvería loco. Necesito digerir, analizar, desfragmentar, tomar aire, establecer categorías sobre qué fue personal y qué no lo fue, qué fue ficción, qué fue composta sobreinterpretativa y deshacer conexiones extremas que por inercia establecí. En suma es peso muerto que voy cargando y que muchos no se percatan de esto, de esta ancla.

La convivencia con alguien igual a mí podría facilitar los espacios de soledad. Perdón, estoy sobresaturado, y no haría falta más... a veces sí hace falta más, también platicar tu día desata posibles nudos.

La música me hace vivir el presente, si es música que me gusta, si no es música que ya tenga una carga vivencial del pasado, o si la tiene, que sea de un pasado ligero, amable, feliz. 

En las fiestas me pasa que los ritmos no se me contagian y no soy parte de la fiesta. Y pienso ¿qué me trajo aquí? ¿qué estaría haciendo si no estuviera aquí? ¿qué sigo haciendo aquí? y ha sucedido que escapo del lugar, porque en primera nunca estuve. 

Vivir en el presente no es totalmente positivo, es un poco egoísta, porque el pasado tiene rostros, tiene compromisos establecidos explicita o implícitamente, y tus acciones repercuten en su futuro. Por una potente depresión debes ser cauteloso para no suicidarte, hay gente a quien le importas y a quien perjudicaría tu muerte. En vivir el presente cabe la infidelidad, la traición y la superficialidad, dejar a tus familiares y amigos plantados en sus fiestas... pero bueno, mientras no seamos los invitados estrella todo bien.

Por eso el equilibrio me es muy importante. No caer en extremos. Ni en ese modo de vida egoísta, pero tampoco guiándome por pensamientos o reglas pertenecientes a la tradición, o haciendo un caso patológico a mis intuiciones sobre cierto tipo de personas. Ser cauteloso, eso es todo... es todo lo que necesitas para no vivir el presente, y si no vives el presente te privas de la felicidad, por eso pensar en la felicidad la ahuyenta... incluso solo pensar basta para espantarla. Pensar es sustraerse del presente, es calcular a futuro conjurando el pasado. No soy un buen consejero. Da igual, esto no está pensado para aconsejar.

Las cuatro mujeres de las que me he enamorado entran en esta clase de personas, de las que viven con más intensidad el presente, por consiguiente bastante dañinas. La primera no cuenta porque eramos niños. En la infancia el presente es más intenso. Lo opacan los traumas, si los hay. El futuro se vive más nitidamente, porque no sabes si te volverás un genio millonario con el tiempo, y empezar en la vida te da ese amplísimo margen de error, creyendo que siempre experimentaras la vida de esa forma.

Quizá Isabel era la más cautelosa. No sé qué tanto, no tuve la oportunidad de adentrarme en su existencia. Pero recuerdo que me enamoré de ella en sus momentos hiperactivos, cuando consumía cafeína. 

Finalmente la única mujer que me ha amado romanticamente era cautelosa, y la relación era funcional, juntos teníamos lagunas de felicidad. Ella me ayudaba a equilibrar, a veces se reía de mis preocupaciones y yo no tenía más remedio que echarlas por la borda. 

Todo el rompecabezas va teniendo sentido. Siendo reciprorromántico me enamoro solo de mujeres que igual se enamoran de mí (alguna equivocada estrategia evolutiva) ¿ y qué clase de mujeres se enamoran sin cautela de un desconocido? las que no piensan mucho en las consecuencias hasta la mañana siguiente, pero no hace falta tanto, a veces solo necesitan una hora para reconsiderar las emociones, ponerlas en contexto y descartarme. Una hora basta para podar las relaciones que se han arraigado a tu cotidianidad, no necesariamente para desterrarlas, no hablo de mí, solo basta con no dejarlas crecer. Las emociones fuertes no caben en un jardín como este, esas hierbas que salen del parámetro, que se escabullen y bloquean el panorama completo. Las celebras porque es vida apabullante, pero al final te estorban y las tienes que cortar. Quizá soy una especie particular de hierba, de la que se seca si la podas, de la que aprende a vivir sin sol y se expande bajo tierra, y tu percibes su aroma fantasmal y solo recuerdas que existió. Suena más a un hongo. Y eso me recuerda a uno de mis cuentos.

Ahora me surge otra interrogante ¿por qué yo? ¿qué verán en mí? Tengo mínimos fragmentos de sus confesiones y de la pobre lectura que hago de mi persona a un nivel superficial, pues es enamoramiento, no amor, pero nada que saque a la luz ese dato clarificador. 


Conclusión:

Compararse es inevitable, pero aceptarnos implica entender que no somos iguales y debemos ser compasivos con nosotros mismos. 

La relación que deseo, que comience con un enamoramiento reciproco no sucederá, es una quimera. 

Resignarme a una relación sin fuertes emociones es injusto para cualquier posible pareja, tanto por la entrega raquítica de mi alma, como por toda la reserva apostada en la quimera, que no hace falta tenga nombre y cuerpo, es una lanza que llevo atravesada a donde vaya. 

Pero a lo mejor coincida con una mujer cautelosa viviendo por un instante el presente que me enamore. Si logro resolver el enigma de ¿por qué yo? sabré si eso es posible o es otra quimera.

Seguir con mi vida en los otros dos aspectos que me importan; dar todo mi potencial con las oportunidades que se me dan y las que voy creando para alcanzar mis metas materiales, eternizadas en el gerundio, y paralelamente, ser independiente respetando mi personalidad (PAS, eneatipo 4, INFJ) voy bien según mis parámetros... según los parámetros generales que hacen caso omiso a mi personalidad, voy tremendamente rezagado. 

sábado, 3 de julio de 2021

Escritura terapéutica II

 Hoy estabas mucho muy molesta por algo del trabajo y una gota provocó un maremoto. No sabía si ir a mi taller o a nuestro pequeño rincón verde a leer. Decidí por el segundo. Me dieron ganas de acampar. Necesito ese contacto con la vegetación. Soy un animal. 

Sí, me da mucho miedo que te canses de que escape de las tormentas y busques a alguien que no le importe que lo lastimes por ser inmune de nacimiento a eso; además por estos tiempos han aumentado. Madres depresivas crían niños incapaces de amar, no es un sistema cíclico, sino que va empeorando, en casos aislados mejora. Pero por más que nuestro nivel de vida suba en comparación con otros tiempos, todo aquello que da sentido a nuestras vidas se ha sumido en en una crisis, en un enorme hoyo negro, es insalvable. Solo se puede intentar generar un nuevo mito que nos traduzca y nos de un lugar en el universo, con una revitalización al viejo sistema de símbolos.

Se me ocurrió invitarte a vender conmigo en el cultural 2.5, pues abundan los puestos de parejas. Pero no aceptaste. Me sentí nostálgico y un poco melancólico. 

Pero cuando volví me llevé una gran sorpresa. Estaba esa canción que suelo poner para bailar contigo, me gusta porque dota al mariachi de cierta dulzura que qué sé yo, pero que tú detestas porque es de un autor gringo. Cuando entré a tu habitación te encontré disfrazada de la chica de la portada. No podía estar más enamorado en la vida. Vestido de novia y escote de chantilly. Un ser seductor, una trampa totalmente infalible en la que me dejé sacrificar. 

Pero por varios minutos solo pude contemplarte, memorizar cada ángulo. 

Y el ritual. El ritual. Hermoso ritual. Ni siquiera lo discutimos, no hubo un acuerdo explícito, fue algo que flotaba entre nosotros, un mutuo entendimiento. Uno de tus finos dedos se deslizó en tu pecho, quitaste una porción de crema con él y la metiste en tu boca. La siguiente porción fue para mí. Y así fuiste alternando, con absoluta parsimonía y ceremonia. Como una sacerdotisa pagana ¿Dónde están mis astas, dama mía? Tus dedos eran más dulces que la misma crema y me producía un deleite extático chuparlos.

Jamás había estado más excitado y al mismo tiempo dócil en toda mi maldita vida. Me quité parcialmente la ropa solo para que dibujaras algunas líneas con el resto de chantilly de tu cuerpo. Luego te cargué entre mis brazos. Sonreíste. Pintaste mi nariz de blanco. Y te reíste de mí. Te saqué de la habitación, tergiversando la tradición, y te llevé a nuestro rincón verde. La luna iluminaba el mundo.

¿Estamos casados? te pregunté. 

Para la otra quiero un ramo, me respondiste.

Y el resto de la velada solo conversamos semidesnudos en medio de la vegetación.