jueves, 8 de julio de 2021

Compararse es inevitable

Compararse no trae nada bueno. Pero si lo piensas detenidamente, todas las categorías sobre quienes somos, sobre qué tipo de persona somos, surgen de estas comparaciones. Si somos geminis o cancer, si somos eneatipo 4 o 2, si somos dragón o perro, si somos extrovertidos o introvertidos, si somos INFJ o INTJ, neurotípicos o del espectro autista.

A veces no hace falta mucha introspección para darme cuenta del contraste. Me pregunto si sería compatible con alguien como yo. Alguien que no pueda evitar vivir tan agarrado al futuro y con un pasado atrancado con grillete en el tobillo. Uno creería que es lo normal, pero hay niveles. Quizá es la razón por la cual trato a toda costa de no dejar huellas permanentes en mí que me recuerden lo que era. No solo los tatuajes, incluso mi ropa tiene que ser muy neutra, sin ilustraciones, porque deseo me dure mucho tiempo y no topar con una incompatibilidad a futuro.

Cuando la gente habla de energías, en realidad habla de símbolos, de signos, de trabajo subconsciente, de palabras parásito o gorupos, ecos o reminiscencias de interacciones pasadas. Es eso. Como persona altamente sensible un día social me llena la cabeza de todo esto. Y me gusta que sea un solo día, sino me volvería loco. Necesito digerir, analizar, desfragmentar, tomar aire, establecer categorías sobre qué fue personal y qué no lo fue, qué fue ficción, qué fue composta sobreinterpretativa y deshacer conexiones extremas que por inercia establecí. En suma es peso muerto que voy cargando y que muchos no se percatan de esto, de esta ancla.

La convivencia con alguien igual a mí podría facilitar los espacios de soledad. Perdón, estoy sobresaturado, y no haría falta más... a veces sí hace falta más, también platicar tu día desata posibles nudos.

La música me hace vivir el presente, si es música que me gusta, si no es música que ya tenga una carga vivencial del pasado, o si la tiene, que sea de un pasado ligero, amable, feliz. 

En las fiestas me pasa que los ritmos no se me contagian y no soy parte de la fiesta. Y pienso ¿qué me trajo aquí? ¿qué estaría haciendo si no estuviera aquí? ¿qué sigo haciendo aquí? y ha sucedido que escapo del lugar, porque en primera nunca estuve. 

Vivir en el presente no es totalmente positivo, es un poco egoísta, porque el pasado tiene rostros, tiene compromisos establecidos explicita o implícitamente, y tus acciones repercuten en su futuro. Por una potente depresión debes ser cauteloso para no suicidarte, hay gente a quien le importas y a quien perjudicaría tu muerte. En vivir el presente cabe la infidelidad, la traición y la superficialidad, dejar a tus familiares y amigos plantados en sus fiestas... pero bueno, mientras no seamos los invitados estrella todo bien.

Por eso el equilibrio me es muy importante. No caer en extremos. Ni en ese modo de vida egoísta, pero tampoco guiándome por pensamientos o reglas pertenecientes a la tradición, o haciendo un caso patológico a mis intuiciones sobre cierto tipo de personas. Ser cauteloso, eso es todo... es todo lo que necesitas para no vivir el presente, y si no vives el presente te privas de la felicidad, por eso pensar en la felicidad la ahuyenta... incluso solo pensar basta para espantarla. Pensar es sustraerse del presente, es calcular a futuro conjurando el pasado. No soy un buen consejero. Da igual, esto no está pensado para aconsejar.

Las cuatro mujeres de las que me he enamorado entran en esta clase de personas, de las que viven con más intensidad el presente, por consiguiente bastante dañinas. La primera no cuenta porque eramos niños. En la infancia el presente es más intenso. Lo opacan los traumas, si los hay. El futuro se vive más nitidamente, porque no sabes si te volverás un genio millonario con el tiempo, y empezar en la vida te da ese amplísimo margen de error, creyendo que siempre experimentaras la vida de esa forma.

Quizá Isabel era la más cautelosa. No sé qué tanto, no tuve la oportunidad de adentrarme en su existencia. Pero recuerdo que me enamoré de ella en sus momentos hiperactivos, cuando consumía cafeína. 

Finalmente la única mujer que me ha amado romanticamente era cautelosa, y la relación era funcional, juntos teníamos lagunas de felicidad. Ella me ayudaba a equilibrar, a veces se reía de mis preocupaciones y yo no tenía más remedio que echarlas por la borda. 

Todo el rompecabezas va teniendo sentido. Siendo reciprorromántico me enamoro solo de mujeres que igual se enamoran de mí (alguna equivocada estrategia evolutiva) ¿ y qué clase de mujeres se enamoran sin cautela de un desconocido? las que no piensan mucho en las consecuencias hasta la mañana siguiente, pero no hace falta tanto, a veces solo necesitan una hora para reconsiderar las emociones, ponerlas en contexto y descartarme. Una hora basta para podar las relaciones que se han arraigado a tu cotidianidad, no necesariamente para desterrarlas, no hablo de mí, solo basta con no dejarlas crecer. Las emociones fuertes no caben en un jardín como este, esas hierbas que salen del parámetro, que se escabullen y bloquean el panorama completo. Las celebras porque es vida apabullante, pero al final te estorban y las tienes que cortar. Quizá soy una especie particular de hierba, de la que se seca si la podas, de la que aprende a vivir sin sol y se expande bajo tierra, y tu percibes su aroma fantasmal y solo recuerdas que existió. Suena más a un hongo. Y eso me recuerda a uno de mis cuentos.

Ahora me surge otra interrogante ¿por qué yo? ¿qué verán en mí? Tengo mínimos fragmentos de sus confesiones y de la pobre lectura que hago de mi persona a un nivel superficial, pues es enamoramiento, no amor, pero nada que saque a la luz ese dato clarificador. 


Conclusión:

Compararse es inevitable, pero aceptarnos implica entender que no somos iguales y debemos ser compasivos con nosotros mismos. 

La relación que deseo, que comience con un enamoramiento reciproco no sucederá, es una quimera. 

Resignarme a una relación sin fuertes emociones es injusto para cualquier posible pareja, tanto por la entrega raquítica de mi alma, como por toda la reserva apostada en la quimera, que no hace falta tenga nombre y cuerpo, es una lanza que llevo atravesada a donde vaya. 

Pero a lo mejor coincida con una mujer cautelosa viviendo por un instante el presente que me enamore. Si logro resolver el enigma de ¿por qué yo? sabré si eso es posible o es otra quimera.

Seguir con mi vida en los otros dos aspectos que me importan; dar todo mi potencial con las oportunidades que se me dan y las que voy creando para alcanzar mis metas materiales, eternizadas en el gerundio, y paralelamente, ser independiente respetando mi personalidad (PAS, eneatipo 4, INFJ) voy bien según mis parámetros... según los parámetros generales que hacen caso omiso a mi personalidad, voy tremendamente rezagado. 

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