viernes, 16 de abril de 2021

Consejo para autoempleados, trabajadores libres o freelancers

 Si eres freelancer, autoempleado, trabajador libre o vas a ser parte de una cooperativa, te recomiendo establecer un código laboral para asociarte a otros trabajadores en tu misma condición o para exponer a tu clientela tus límites y requisitos. Lamentablemente muchas de estas reglas las implementarás una vez que los contratiempos, accidentes, malentendidos, fricciones y pérdidas se vuelvan parte de tu historial de experiencia. Malos momentos que preferirías no repetir. Si debido a uno de estos, partes nuevamente de cero, mayor razón para darte un tiempo de reflexión y entender aquello que ocasionó la ruina de tu proyecto e ir apuntando las pautas para que no vuelva a suceder.

Lo más básico son los horarios y tus honorarios. 


Apunta lo que puedes hacer y sobre todo lo que no puedes hacer; preferible evitar retos que te mantengan estancado en general, y si ya de plano lo quieres intentar, cobralo caro, establece un plazo máximo de entrega, mantén a los interesados informados del progreso y si el plazo ha terminado, reconsidera seguir intentándolo o aborta.

Hace poco, estaba seguro que si volvía a una cooperativa sería en términos de excluir todo tipo de ideologías en el proceso productivo, pero una amiga me dijo que las ideologías eran parte de ser humano, no me lo dijo exactamente así, y que ahí donde hay conflicto podemos encontrar acuerdos. De otro modo solo estaríamos aceptando todo lo que se nos dice como robots.

Sin embargo ¿qué ocurre con puntos de vista irreconciliables? Por ejemplo, si en las relaciones laborales masculinas tendemos a ridiculizarnos unos a otros, sin tomárnoslo personal, señalando lo poco hombre que es este o aquel o hasta uno mismo, y en función de cooperación solemos ser directos al solicitar ayuda y omitir frases de cordialidad y respeto como "podrías" o "por favor", porque se supone que todos estamos en el mismo barro, con los objetivos apuntando a una misma dirección y nos gusta lo práctico, sin miramientos. Y de repente hay una activista de género, que se ofende y claramente no puede entrar en esa dinámica y trata de deconstruir a los miembros para hacerlos masculinamente sanos o femenizarlos y mutilarles el léxico porque no siguen los términos que su ideología plantea como correctos. Tendremos aquí una docena de conflictos listos para florecer.

Es interesante. Una buena activista te dará todo un discurso de por qué su manera es mejor para todes, y la mayoría de hombres, que solo quieren sacar el trabajo adelante, lo aceptará sin rezongar, pero si existe una dinámica funcional para la mayoría, si es que son la mayoría, me parece que quien tiene que guardar silencio, salirse o adaptarse es el integrante que se siente excluido. De igual manera, en una dinámica femenina en donde el dialogo las salva de la monotonía y el humor es anecdótico, no vas a llegar a imponer tus maneras. O ponle tú que sea un trato no binario, protocolario de oficina, probablemente con humor random de la cultura pop, si la mayoría se entiende así, o lo tomas o lo dejas, así de simple, desentiendete de los roles de luminaria e inquisidor.

 


Pero qué hacer si no eres tú el reformador, si no un compañero. 

Lo más sano es el dialogo, el problema es que las ideologías tejen argumentos de justicia y libertad tan bien, que si no son ciertos pueden llegar a parecerlo. Y es difícil hacer entender al otro que le vendieron una mentira cuando éste ya la metió hasta lo más hondo de su ser y de su alcoba. El recurso de una mayoría me resulta bastante contundente, pero también se puede negociar e instalarse en zonas grises, nadie pierde, nadie gana. ¿Y qué pasa si el conflicto solo incumbe a dos y tú eres uno de ambos?

Para estos casos recomiendo que dentro de tu código laboral excluyas el trato de socios cuya ideología entre en conflicto irreconciliable contigo:

Si eres de tez oscura, nada de supremacistas

Si eres judio, padeces alguna enfermedad hereditaria o eres gitano, nada de fascistas.

Si eres inmigrante, nada de nacionalistas.

Si eres socialista, nada de capitalistas.

Si eres carnicero, nada de animalistas.

Si eres religioso, nada de abortistas.

Si eres mujer, nada de machistas (a menos que desempeñes un rol doméstico o sea indispensable el cosificarte).

Si eres hombre, nada de feministas radicales (a menos que disfrutes ser humillado y tratado como ciudadano de segunda (a lo dominatrix pero sin lo sexual)).

No es necesario que escribas NO TRATO CON FEMINISTAS, con un Cero tolerancia a actitudes misándricas bastará. Pero cumple, no seas la esposa que piensa que él va a cambiar o que igual se merecía la bofetada.

Ahora ¿Y si el problema en cuanto a relación laboral es a causa de un trastorno de la personalidad? ¿Qué tan raro sería un Cero tolerancia a manipulaciones? para dar la escusa perfecta de abandonar cuando sin darte cuenta te metiste en las fauces de un narcisista, porque obviamente no vas a hacer un test psicológico a tus socios antes de enrollarte en un proyecto en conjunto. La clave aquí es detectar la conducta mas perniciosa que en los datos sobre trastornos se enumera y que realmente afecte la relación laboral. Para el trastorno histriónico de la personalidad puedes elegir no un síntoma sino el efecto que genera el trato con una mujer histriónica, que en este caso sería despertar tu libido para luego ignorarte; podrías poner Terminaré la colaboración si me involucro íntimamente con mi socio. En caso que te involucres íntimamente con tu socio pero que este no de muestras de la sintomatología histriónica, y todo marche bien para ambas partes, puedes ignorar tu compromiso, no seas obsesivo. 

Y bueno, no olvides impedir el acoso sexual. Quizá eres hombre y te da igual si una mujer no cesa de buscarte o meterse en tu vida privada, pero recuerda que no solo eres acosable para las mujeres y que los varones tanto en la violencia como en lo sexual tendemos en lo general a ser más físicos.

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