martes, 1 de mayo de 2018

Renuncia y determinación


La ventaja de tener habilidad en evocar mundos ficticios es que puedo hacer que funcione lo nuestro en ellos. Claro que para que eso pase debo plantearte de la manera más fidedigna posible, sin volverte la ogra que el resentimiento me ha forzado a hacerte, pero tampoco darte el privilegio de la mujer perfecta. Es decir, debo jugar con ambos polos y equilibrar.

Hoy desperté recordandote, y sin el veneno del anhelo de un futuro encuentro. No creo que tú y yo seamos iguales, pero ambos compartimos ciertos demonios, y los que no, de igual forma nos convierten en incompatibles para relaciones duraderas y de calidad. Aunque no somos enteramente monstruos. Espero que tú también hayas encontrado en mí alguna clase de virtud o cosa agradable.

Creo que los cambios son graduales, excepto en la adolescencia, porque en la adolescencia eres un amasijo de personalidad chocando con otras para amoldarte, y sufriendo por no terminar siendo una replica y perder tu esencia. En fin, sé que muy dentro de nosotros, queríamos adaptar al otro al modelo de relación ideal. No por un capricho tonto, sino porque en verdad conectabamos y deseabamos que sucediera algo. Sería soberbio de mi parte decir aquellas cosas que no toleras de mí y que querías cambiar, pues nunca  me las contaste. Igual lo haré porque sí soy sobervio, y de seguro es una de las razones por las que te llegué a desagradar. Sí, siempre tratando de descifrar tus pensamientos ¿qué me creo, un psíquico?

Supongo que detestabas que me portara reservado, que no expresara lo mucho que me emocionaba verte y tenerte cerca. En ocasiones era por temor a espantarte, que te dieras cuenta que estaba loco por ti; con lo incomodo de corresponderme, porque tú tampoco eras muy efusiva como para darme entrada. Después era porque tenía una relación, y siempre he aborrecido la infidelidad. Soy muy precavido con los comienzos de relaciones; no herir, no ser herido. Y lo soy más cuando existe un compromiso formal de años.

Otro punto en mi contra es que detesto conquistar. Me resulta falso, repetitivo, imitativo, replicativo.

Puedes culparme de todo, menos de deshonesto. Siempre he sido yo, muchas veces no me gusta lo que soy, pero eso no significa que actúe o trate de engañar al mundo siendo diferente. En ocasiones me encuentro frustrado, molesto, harto, y sale lo peor de mí: celos, indecisión, vileza, indiferencia, corrosión, agresividad. No significa que así sea todo el tiempo y trate de esconderlo.

Lamento haber tratado de hacerte sentir igual de mal a como me ponía contigo. Ya sabes, decir o hacer algo lindo e inmediatamente hacerlo parecer cotidiano, común, sin valor. Tal vez en lugar de guardarme el dolor y convertirlo en rencor, debí decirte cómo me sentía con ese comportamiento. El boceto que me hizo sentir atractivo y la innecesaria explicación que me redujo a un sujeto en una foto. El cumplido que pasó a ser parte del repertorio en una escala en que tú ya tenías al mejor. No seguiré con esto. Prefiero contarte las cosas por las que me enamoré de ti.

Aunque justificaras superficialmente todo lo lindo que hacías o decías de mí, siempre me gustó creer que venía de una atracción y un interés reales y profundos. La manera en la que me mirabas, tus ojos tan expresivos. Y si de superficialidad hablamos, cumples casi todos mis fetiches. Tu forma de ser, tan tranquila, dura y espontaneamente tierna, cercana y de pronto completamente indiferente. Eres sumamente sencilla en la vida, y tan complicada con tus instintos y emociones. Me gustas tanto.

Ya no quiero que nos hagamos daño, así que no buscaré contactarte por ningún motivo, ya que parece inevitable tal fricción entre nosotros. Tampoco es que tenga alternativa. Alimaña después de todo. Construiré un mundo posible para los dos, no solo de sucesos, sino de costumbres; vidas acostumbradas a la naturaleza inclemente de su obsesión por el otro. A pesar de las muchas fracturas y de las muchas personas, no dejarán de verse, de quererse, de añorarse, de intentarlo. 

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