viernes, 20 de octubre de 2017

Centro u origen

Estaba leyendo un artículo de la psiquiatra Graciela Moreschi y encontré un elemento que me llamó mucho la atención. Ella dice que el centro u origen de nuestros esfuerzos trae los resultados correspondientes; sí, suena bastante lógico. Menciona que aquellas motivaciones centrales son perjudiciales cuando se trata de fama, éxito y bienes de consumo, porque una vez que eso se consume, no deja nada, esto es más o menos lo que entendí. También determinan nuestra interacción con los demás, sobre todo con los más cercanos, sobre todo con la pareja. 

Si nuestra motivación origen es un cambio trascendental en nuestro entorno, quizá le demos esa misma magnitud a nuestros actos y ensombreceremos los de los demás. En pareja eso es debastador. 

Con esto abro para mis muy particulares orígenes o razón de ser de mis metas.

Mi trabajo literario

Muchas cosas busco al escribir. ¿Pero qué es lo fundamental que hace a todo lo demás girar en torno? 

En primera encuentro la vanidad, no por la capacidad narrativa, si no por la capacidad creativa; de jugar con diferentes elementos y transformarlos en una totalidad estética que refleje un poco lo que soy o lo que soy capaz de hacer. 

En segunda está la trascendencia, y aunque se lo dejo al destino, es decir, a aquel futuro en el que ya no depende de mí, lo cierto es que con el solo hecho de escribir siento que ya estoy dejando una huella, el testimonio de que probé este mundo. ¿Cuál es el temor entonces? El temor a lo ordinario. A pasar inadvertido entre los millones que van y vienen. Tengo mi mantra para desestimar el propósito existencial de la especie humana, si los desestimo a todos, me incluyo. Aún así, dentro de lo temporalmente humano, quiero dejar huella. Posiblemente por eso me atraen las chicas de carácter fuerte, decididas e impulsivas, esa huella que dejan con su personalidad, yo deseo dejarla con mis actos. Bueno, pero al fin y al cabo, todo esto es vanidad, una vanidad frustrada.

Segunda valida: el poder. Controlar y crear, hacer y deshacer. Pero todo en ese pequeño mundo imaginario. Puede también ser una salida sana a esos rasgos narcisistas.

La tercera es el escape a este mundo en el que no me siento incluido, en el que no conecto con los demás, en el que no vivo, más bien padezco a multitud de individuos con más de un demonio ardiendo; agresividad, promiscuidad, vilesa, falsedad, antipatía, egoísmo, hipocresía, traición, cobardía... ¡Cobardía! Se escapa por miedo, por cobardía. Aunque no es que sea ningún vicio, pues escribo poco. Un escape de vez en cuando no es cobardía, es sacar la cabeza de una nube tóxica, respirar, y volver a esta.

Origen definitivo: vanidad.

Artesanías

Comencé con lo de las artesanías para sacar un poco de dinero sin sacrificar mi obstinación por la autenticidad, nunca he podido sacrificar la autenticidad, no por mucho tiempo; si no puedo hacer algo como me viene de las entrañas y que me haga sentir orgulloso por ello, aquello terminará frustrandome. Lo llamaría creatividad pero es un concepto un poco vago y hasta engañoso. ¿El móvil es el dinero o la autenticidad? Sin engañarme digo que la autenticidad, que también tiene algo de vanidad, pero no tan marcada, porque soy capaz de ofrecer productos de pobre calidad sin ofenderme.

Origen definitivo: autenticidad.

Activísimo político

Tal cual me viene a la mente, hago esto por orgullo. Mi abuelo decía que se podía hacer el bien siendo un cristiano de a pie, mi abuelo que estuvo a punto de ser sacerdote y no dejarme existir. Acuñé y me apropié de su idea con orgullo de autenticidad familiar para el mundo. Yo creo que el ciudadano de a pie puede poner su ladrillo en la construcción de una política más incluyente y en un gobierno al beneficio de la gente, uno participativo y sin burocracia inútil.

Antes de que me interesara la política despreciaba las charlas sobre política porque me parecían que no llevaban a ningún lugar, aunque es cierto que en el debate y la confrontación se forma el criterio. Soy el típico tipo que le aburre oír quejas e indignación si no lleva a alguna idea para cambiar el sistema. De cualquier forma casi siempre se aprende o recibe información nueva. El reto de hacer más y discutir menos, me movió a pensar y buscar otras alternativas de democracia y gobierno. Nuevamente el orgullo y el desprecio a lo ordinario.

Con todos los que me han dado la espalda o directamente han despreciado mis ideas, el orgullo por lograr algo en lo que nadie cree, crece. Si no lo consigo, por lo menos lo habré intentado, lo habré llevado hasta sus ultimas consecuencias.

Origen definitivo: orgullo (entiendase en un sentido positivo).

Conclusión 

Orgullo y vanidad, dos caras de una misma moneda. El material de la moneda es la autenticidad, originalidad o creatividad, resultado de un miedo: la futilidad. 

¿Cómo afecta mi centro mi vida afectiva, mi interacción con familiares y amigos y sobre todo con cualquier posible pareja?

Cuando estoy mal soy vanidoso, quiero ser reconocido, extrañado, querido, visto... cuando estoy sano soy orgulloso, y puedo ver lo que he logrado, y satisfecho reconocer también el trabajo de los demás. Vanidoso soy insaciable, es el común eterno vacío. Por eso creo que es muy importante terminar mis proyectos, para sentirme orgulloso. 

¿Pero no será más importante cambiar el centro? Graciela Moreschi cita a Borges y a la vez me recuerda algo de él. Algo sobre la búsqueda. Como el escritor-lector se pasa la vida buscándose en la escritura para terminar encontrándose en la vida que ha llevado escribiendo. El uroboros sin duda. Estamos hechos de tiempo, dice... ¿dónde y cómo ser? ¿con qué fin el encontrarse? 

No sé si soy capaz de atreverme a mover el centro a uno en donde las experiencias con la gente que aprecio sea lo primordial. Debería poder hacerlo, intentar equilibrar uno y otro, intercambiar de vez en cuando. Porque si no, mis relaciones se verán determinadas por cómo me sienta, si me siento mal, no dejaré de buscar fuerza en los demás, lo que podría trastornarme e ir deteriorando todo vinculo afectivo.


  

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