miércoles, 20 de abril de 2022

La monstruosa libido masculina

 Estoy siendo incómodo para machistas, como también para señorites deconstruides, es un tema tabú que el feminismo y el masculinismo temen abordar, y si lo hacen, como en el caso del radical, es desde una perspectiva de trastorno límite de la personalidad, es decir, en blanco y negro; ellas dicen que el problema somos nosotros porque llevamos interiorizada una supuesta misoginia y una cultura de la violación.

Como PAS, persona altamente sensible, he aprendido a gestionar mis emociones y estoy convencido que gestionar la libido es el camino correcto para todo hombre que se enorgullezca de serlo. 

Cuando hablo de la monstruosa libido masculina, no hablo de que todos los hombres somos violadores en potencia, no. Estoy hablando de que las circunstancias pueden llevarte a un momento incómodo, y que la tormenta perfecta a lo largo de una vida puede crear a un depredador sexual. Tampoco es misoginia, desde siempre ha sido el hombre el de la iniciativa, es él el cazador, el que penetra y que da más valor a las acciones que a las palabras.

Hablo de enfermos y hablo de hombres sanos. Pienso en la enfermedad como un agente silencioso que puede ir desde un catarro, que con un correcto tratamiento desaparece, a un cuadro avanzado de cáncer prostático. 

Pero la libido no es una enfermedad. Tenemos que verla como un mecanismo instintivo integrado en nuestros cerebros, y no es tanto que la libido enferme, sino que carece de un correcto desarrollo. Al ser un tema tabú nada se menciona sobre ella en la escuela y mucho menos en la familia; apenas unas cuantas normas sociales que cumplir para no ser un degenerado, o dentro de la cultura machista, una especie de iniciación en un club nudista, o la pornografía como tutora sexual. 

La libido es como un perro, la domesticación puede mantenerla a raya, pero con o sin entrenamiento, si las circunstancias son propicias, un perro muerde. A lo mejor es verdad que depende del tipo de perro, no es lo mismo un caniche a un pastor alemán o un pit bull. Así que como primer ejercicio yo propondría "conoce tu libido". Por un lado, reconoce tus fantasías sexuales, no las escondas, son solo eso, fantasías. Por otro lado ¿qué opciones tengo para hacerlas realidad sin afectar a otros si es que implican a otros? Me imagino que habrá desde fetiches inocentes, hasta maquinaciones que repugnarían al Marqués de Sade. 

Ahora, ¿cuáles son las circunstancias propicias que vulneran la intimidad y pueden provocar una serie de malentendidos hasta escalar en abusos? Una vez resuelta el tipo de libido, podremos entender lo qué debemos evitar. Y es probable que existan ocasiones en que pecando de inocentes nos adentremos "sin querer queriendo" en esas circunstancias, porque el instinto es cabrón. Por eso es fundamental poder gestionar nuestras fantasías sexuales de la mejor manera desde los primeros albores de la adolescencia, para que no se conviertan en una carga que hay que reprimir y que estallen a la primera oportunidad. 

Y no existe un apoyo verdadero al respecto, lo que tenemos a la mano son psicólogos que figuran más como correctores que como guías. Hay tabús y guiños conductuales machistas, que toleran ciertas cosas y miran para otro lado cuando se escala más allá. Como pasa con el robo a ciertas tiendas de conveniencia, asociadas al capitalismo, por parte de algunos anarquistas y socialistas, pero al final del día, el acto acometido sigue siendo el robo. Y claro que en sociedades donde la justicia está sobrepasada, es ineficiente, favoritista, o puede ser fácilmente comprada, la escalada no tiene más límite que el que el individuo esté dispuesto a llegar por una cuestión moral. 

Es falso decir que las violaciones sexuales solo son demostraciones de poder por parte del perpetrador, porque el sexo siempre ha sido un juego de poder, el problema es que en una violación deja de haber un juego, porque uno de los participantes no está dispuesto a jugar. Y es posible que esa negación sea la fuente de placer real del agresor, porque ya no solo estaría ganando dentro del acto, sino fuera de este, en la vida, donde, como ya se sabe, el depredador suele ser un tipo sin poder, aún si este posee un cargo alto, no sabe negociar, convencer, seducir, persuadir... en fin, como el poder realmente se ejerce. Entonces busca esa descarga de placer y adrenalina que lo hace sentir poderoso durante quién sabe cuántos segundos.

Otro componente muy peligroso es la complicidad entre hombres, que no ocurre tanto entre mujeres, porque entre ellas la competencia intersexual es más aguda, al ser pocos los candidatos de alto estatus que destacan en cierto estrato social donde ellas pueden conocerse e interactuar amistosamente. Es peligrosa porque entre hombres, sobre todo en edades tempranas, pueden alentarse a escalar de la fanfarronería al abuso o la violación. Esta complicidad masculina tiene su potencial positivo cuando se trata de investigación, inventiva, exploración y experimentación. Entonces ¿cómo evitar que suceda para el esparcimiento y el ocio y solo permitirlo para el ámbito constructivo? no es posible. Pero supongo que hacer entender a jóvenes y adolescentes sobre esta característica dual es un paso que no se debe omitir.

Entonces eso, más el conocimiento de la libido personal, más un desarrollo sano de esa libido, más habilidades que te hagan un hombre poderoso, no solo que te den tal sensación, más la atención a grupos sociales del más bajo estrato social, para ayudarlos a destacar en jerarquías fuera del ámbito socio económico. Y afrontar la libido masculina con conocimiento; qué sí, tú no te lanzas sobre la única mujer que expresa su sensualidad en tu cara, ¿pero qué pasaría si esa misma mujer se ve comprometida a invitarte a pasar a su casa, a un espacio mucho más íntimo? ¿Cuánto a que ya has asumido que tendrían sexo? ¿Qué pasa si ella no da muestras de querer que suceda algo más y se desentiende de ti? ¿Qué haces? No veo ninguna escuela creando estos escenarios hipotéticos para su alumnado.  

Pasa algo muy curioso en estos tiempos de destrucción patriarcal y un nuevo modelo de sexualidad matriarcal. La sexualidad patriarcal constaba de la monogamia, en donde cada varón había de encontrar a una compañera para lo que se suponía tendría que ser toda una vida. En el modelo matriarcal la sexualidad es fortuita y sin compromisos afectivos, lo que puede llegar a desconcertar a varones inexpertos que buscan relaciones de largo a mediano plazo que les garanticen una vida sexual y afectiva plena, lo que puede provocar frustración y por ende agresividad. Hablemos claro entonces, hagamoslos entender este nuevo modelo, con todos sus pros y sus contras, así ellos al menos tendrán el poder de elegir si entran al juego o se excluyen del mercado amoroso. 

En este punto la llamada "píldora roja" ya ha dado avances. Una vez excluidos de este mercado pueden ser célibes y centrar su vida en proyectos personales, o buscar formas más directas para tener sexo suprimiendo la parte afectiva, a manera de contrato, como ocurre en la prostitución.

Fantaseando, a mí me encantaría que se inventaran robots femeninos para llenar esos vacíos en la sexualidad masculina que el modelo matriarcal está imposibilitado a cubrir.

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