miércoles, 30 de junio de 2021

Escritura terapéutica

 Hoy llevas el cabello despeinado, te levantaste hace rato, bostezas. Me miras. Terminé de comer y estoy pensando, estoy un poco agobiado, lo notas. Te acercas en tus chanclas rascándote la melena. 

¿Cómo estás, cómo te fue? -preguntas.

Mizu, hoy quería resolver unas cosas y no pude.

¿Y eso? -te apoyas en la mesa para mirarme a los ojos, te limpias las lagañas.

Fui al centro a ver sombrillas, a ver a cuánto estaban, ver si me servirían para evitar mojarme o quemarme cuando voy a vender, el único inconveniente que encontré fue que necesito empotrarlas para no irme volando con todo y todo -sonríes.

Ya sé qué vas a decir, que con un balde con cemento. Pero ni modo que ande moviendo el balde de un lado a otro.

No iba a decir eso. 

Ya pues. Estuve pensando ¿y si compro una tienda de acampar y la adecuo con unas varillas como patas y unas pesas y así?

Eres bien listo -me rascas la cabeza, tu mano se desliza por mi cuello y te apoyas en mi hombro, lo presionas ligeramente, beso tu mano, la quitas y te limpias la mano, me rio.

Luego fui a comprar unos corchos para mis alcancías pero ya no venden, y busqué por otras tiendas de por ahí, pero nada -me abrazas, me quedo quieto, no quiero espantarte.

¿Ya comiste? -te pregunto -hice brocoli capeado.

Híjole, no tengo hambre.

¿Podemos dormir juntos hoy?

Al rato vemos.


Estoy escribiendo en mi laptop y apareces en la puerta

Vente -dices.

Ya estás cobijada. Me gusta el olor que despide la cobija, es muy suave, me gusta sentirlo. Te ríes de mí. Nos miramos un rato. Solemos mirarnos un rato, nos gusta. Me das un piquito en la naríz. Te acaricio la mejilla y te sacudes. 

Me meto dentro de la cobija. Si te duermes me voy a mi cuarto. Te me acercas. Jugamos con los pies.

Tienes las uñas bien largas -nos reímos.

Me sumerjo en la cobija y husmeo tus piernas, me gusta tu olor.

Estás peluda -te digo y froto mi rostro entre tus piernas, acaricias mi cabello, subo un poco, presiono un poco, me destapas, me empujas contra ti.

¿Quieres esto? -me dices, me usas, mis manos acarician tus caderas, bajan tus bragas, me como tu coño.

Estoy empapado, te ries cuando salgo.

Te atraigo a mí, besas mis hombros, muerdes uno.

Me hundo en ti.

Hacemos que la cama rechine,  me das una cachetada, siempre me vuelve loco que me maltrates, luego me susurras algo. Te acuesto boca arriba, acaricias mi abdomen y nuestros sexos ya no responden a nosotros, tienen su propio ritmo, se entienden ellos solos.

Cuando terminamos ves que sonrío de oreja a oreja.

Ese es el Uriel que conozco, lárgate a tu cama -me dices. Obedezco.

Buenas noches -te deseo, y cierro la puerta.

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