martes, 8 de enero de 2019

Moralidad

En nuestros días la moralidad tiene una infestación de estigmas, que parecería ridículo tratar de salvarla o enaltecerla. Pienso, sin embargo, que la condición humana no puede desapegarse totalmente, en la vida cotidiana, de lo que este concepto significa. Algunos, bajo el riesgo de ser percibidos como conservadores, adaptan conductas y valores de ideologías liberales, rechazando aceptar que todo este sistema de creencias tiene un sustento que compete a la ética.

 Además del pensamiento conservador, otros estigmas de la moral son: los preceptos religiosos, la doble moral, la rutina, la hipocresía del buen vecino, la cuadratura marcial y legislativa, la corrupción institucional, las buenas costumbres, y quizá otras que no me pega en gana pensar.

¿Qué sería entonces una moralidad funcional? Supongo que parte de una lógica en la que se desestima ciertos valores convencionales y se prepondera otros. Pero es un proceso que comienza desde el individuo que experimenta, o que bien no necesita de esa experimentación porque ha entendido el transfondo por medios menos ásperos como son los narrativos; el punto es que no es un código que se impone desde fuera, o por lo menos no debería, porque si así fuera entonces se caería en la moral correctamente estigmatizada.

De la experimentación y la retroalimentación cultural se pasa a la clasificación que conforma nuestra individulidad, con algo tan simple como aquello que me gusta y aquello que no. Para luego establecer reglas de acuerdo a un principio de empatía, que tendría que ser el pilar de la moral, si no, solo resultaría un catálogo de reglas egocéntricas para satisfacer mis instintos básicos, pisoteando la privacidad, la personalidad, el esfuerzo, las emociones, sentimientos y opiniones de los demás. El límite siempre tendría que variar de un individuo a otro. Dependiendo no solo del grado de empatía si no del costo/beneficio, es decir, del segundo pilar moral: la responsabilidad. Por ejemplo, si concidero que tirarme un pedo satisface una necesidad inmediata, y la incomodidad que le cause a un montón de desconocidos es un precio que puedo costear. Todo que ver con la personalidad del individuo; qué tan vulnerable es a la crítica, si el protagonismo le resulta placentero, si está dispuesto a afrontar gestos y conductas de rechazo y en ultimas consecuencias algún insulto.

Otros principios menos importantes suelen ser el respeto, la tolerancia, el amor, el compromiso, etc.

¿Y cuál es el objetivo de ser una persona moral? la libertad, el autoconocimiento, la cohesión social. Ojalá se pudiera enseñar a los niños a ser empáticos y responsables de sus actos. Creo que no se necesitaría de otra cosa para tener una sociedad menos tendenciosa a la violencia, al narcisismo y al individualismo como constante en la formulación de metas.


2. Mi sexualidad y la moral

¿Qué tanta moral existe en mi sexualidad? Mirado desde fuera parecería que soy un moralista sexual de la peor calaña. Un asceta casto que rechaza todo encuentro lascivo. Pero la verdad es que todas mis distancias han sido consecuencia de mi personalidad, más que de un límite severamente autoimpuesto. Vamos por partes.

El Uriel virgen que rechazó a un par de mujeres en su juventud, no lo hizo porque esperaba coger hasta llegar al matrimonio (falsa moral). Sino porque buscaba a alguien con quien sentirse en confianza, alguien a quien respetara e igualmente le despertara un deseo irrefrenable. Punto de encuentro con su sexualidad actual.

El Uriel que no tiene relaciones con sus amigas, no es porque sean feas, o porque los lazos de amistad se romperían, o porque simplemente está mal. Sino que luego de comenzar una relación en la que los juegos de seducción están excluídos, se establece como un sedimento de conducta en el que ningún desenvolvimiento erótico resulta natural.

El Uriel que rechazó la posibilidad de un trio, no es porque le tema a lo desconocido. Sino porque en ese entonces estaba en una relación de pareja e imaginó a su novia en una situación similar (moral chida). Se sintió mal al pensar en ella engañandolo con desconocidos, y trato de controlar sus instintos imaginando el dolor que ella sentiría si se enterara de una infidelidad, y se vio a sí mismo ocultando aquel acto de desprecio a su cariño, con toda la carga de hipocresía y culpa que conllevaría.

El Uriel que no va a bares en busca de una noche de sexo, no es porque le parezca incorrecto el hacerlo. Sino porque siente repulsión de tomar un papel de galán. Extra: no tiene dinero para costearselo. Extra: no tiene la seguridad para ser indiferente ante los comunes rechazos y descartes. Y hablando de costo/beneficio, es mucho dinero y vacío emocional para un placer tan breve, tan deshechable (sin vinculos emocionales), tan inseguro (realmente son desconocidos), tan maquinal (sin amor, sin cariño), tan parco sensorialmente (es imprescindible el condón). A lo mejor cuando encuentre un lugar donde no despertar hasta muy avanzado el día, un lugar para no salir a la soledad de la calle, un lugar donde encontrarme, hasta ese momento lo reconcideraré.

Es más, hasta me parece mejor la idea de una prostituta. Debe haber cierto acuerdo mutuo implicito, sin juegos falsos. Aunque es mayormente riesgoso, pero hasta en eso hay certeza. Y no hay una búsqueda desesperada por salvarte de la soledad, si no que se incorpora la soledad al nefasto proceso de satisfacción. Sexo casual versus sexo pagado, gana el pagado por un punto ¿acaso un punto es suficiente? si se dan cuenta, que yo vea mayor esperanza en una prostituta que en una mujer buscando sexo casual, dice mucho sobre mi visión de moralidad. Cabe destacar que parte de la hora la gastaría en charla; principalmente indagar de dónde viene y si hace eso por elección, y acaso siguiendo el beneficio con más caricias que coito.

Ahora vamos con la pornografía. En un sistema tan desequilibrado como el nuestro, es dificil entender qué se siente ser cosificado. Muchos hombres estarán de acuerdo conmigo en que nos gustaría ser un poco cosificados.Y siendo yo todo un fetichista, me resulta aún más difícil encontrar un costo/beneficio perjudicial. Pro: parte de las mujeres ahí son modelos, o son exhibicionistas, o son ingenuas. Contra: el resto son victimas de chantaje, el resultado de un accidente que vulnera su confidencialidad (perdieron su teléfono o su disco duro), o mujeres cuya intimidad es exhibida por parejas resentidas o simplemente inmorales.

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