miércoles, 21 de noviembre de 2018

Los contrastes


Uriel, andas oxidado.
Tú no eres chido, pero está bien que no lo seas.
Quizá ya hay mucha gente chida, gente relajada, que suelta todo como si nada.
Has pensado en una misma chica por no sé cuántos años, maldito enfermo.
De repente te sientes troncoide en un convivio, tiezo, sin mucha vida, solo la escencial.
No tienes una historia que contar, nada nuevo, excitante, nada de vida ajetreada que presumir, pero igual se te acumula el estrés por pendejadas.
Tus logros son detalles minúsculos.
Tienes una pared con listas sobre tu personalidad para recordarte todo aquello por lo que vales, y de todos modos sigues haciendo esto, sigues saboteandote, intolerandote, sigues preguntandote por qué soy así, por qué tengo esta vida, y la respuesta no te consuela, ni te alivia, solo te calla la boca, te manda resistir con estoicismo, un estoicismo que no tienes porque te encanta la tragedia. Ah, maldita dicotomía del sentir y el pensar.

No hay comentarios: