miércoles, 12 de febrero de 2025

La puerta entrecerrada

Vengo a cuestionarme si, hoy por hoy, deseo una relación de pareja. 

Contrasto lo que buscaba antes y el ahora. 

Definitivamente si quiero sexo es mi única salida. Las oportunidades de sexo casual sin compromisos me resultan fantasías. Si fuera mujer podría hacer un esfuerzo por convertirlas en realidad, y probablemente lo conseguiría. Pero no solo es el asunto de ser hombre y el pauperrimo mercado del amor, sino la desconfianza que me da la gente en general, el empleo de condón si o sí, y lo falso que me resulta un encuentro de esa naturaleza, y no sé si sea por lo improbable que es o porque definitivamente hay que comportarse de cierta manera, como darte gusto pero brindar el placer correspondiente, cuidando la estética, la postura, los diálogos, para evitar soplar la llama por accidente o quemar todo demasiado pronto. Cuando tienes pareja ambos van descubriendo lo que a cada uno le gusta, y progresivamente explorando terrenos novedosos.

Bueno, resuelto el punto en que quiero una (varias, si no hubiera riesgos a la salud y descalabros afectivos) pareja sexual estable, sigue el punto de la afectividad, es decir, qué tipo de relación me gustaría. 

¿Puede alguien gustarme enteramente por el físico? No lo creo. De repente debe tener algunos hábitos y rasgos básicos cubiertos: Higiene, carisma y curiosidad. Sin eso, no habría diferencia entre cualquier incomodo encuentro y uno que brinde calidez, confianza y ganas de continuar, por muy mala que sea la calidad de futuro que se augure entre ambos. 

Siendo realista, no tengo el perfil idóneo para ser proveedor, y sí, seguramente, como está diseñado el mundo, muy pocos; pero es todavía peor, porque tampoco estoy en condiciones de ofrecer compañía cooperativa, en donde cada uno de repente puede brindar confort y uno que otro lujo, una cena, un electrodoméstico, algún regalo significativo, un viaje, clases juntos... 

Espero que el futuro que me depara me brinde ese poder, si las cosas funcionan así tendría que ser. Y espero no ser un viejo disfuncional y decrepito para entonces, lo que igualmente condiciona que esa vida de pareja tenga fecha de caducidad, porque puede que los vínculos sean fuertes y duraderos, pero el hacer cosas juntos ya no esté muy al alcance. Lo ideal sería darme prisa, solo que mi ritmo suele ser lento.

La verdad no añoro esa vida, pero sé que para muchas mujeres adultas una relación de ese tipo es el objetivo. Para mí bastaría con una vida sexual plena, con mucho juego; salir a caminar al parque; y preparar juntos platillos. Que si vivimos juntos o separados me tiene sin cuidado. 

Así que, viéndolo desde una perspectiva realista, no tengo nada qué vender en el mercado de citas. De repente podría funcionar con una mujer de bajos recursos, que no tenga demasiada ambición, que haya vivido encerrada casi toda su vida, para que podamos comunicarnos desde la autenticidad y no desde las máscaras o roles sociales, porque ser parte del mundo implica adoptar posturas ideológicas, lenguajes y actitudes del grupo con quien te involucras. Y que no tenga hijos, porque las prioridades cambian con los hijos, y tienes que ser forzosamente papá o amigo de los hijos, o algo, ni modo que trates a su hijo como al tendero de la esquina. Debe ser la cosa más incómoda del mundo, tener a un tercero participando en el convivo, lo quieras o no. 

Luego de meditarlo un rato he llegado a la conclusión de que una mujer así necesariamente debe padecer alguna condición discapacitante. Podría ser una artista o artesana cuyas obras no alcancen la visibilidad necesaria para darle una vida de lujo, ya sea por su discapacidad social o por su forma desdeñosa de ser, que lejos de agradar, trata de alejarse del mundo snob... y lo carismático se lo guardara para muy poca gente... nah! por más poca gente que sea, ya siendo una 3 de 5 estrellas en cuanto a físico, conseguiría ser colocada. Además en esos círculos se convierten al feminismo casi por obligación intrínseca de coherencia con el caos interno o la rebeldía pretendida.