Es una locura. Mi mente se creó una historia para afrontar el rechazo. Y ahora la creo ciegamente. De repente las señales se me presentaron como conexiones reveladoras, pero conservo la distancia, porque procedo de una familia paranoide.
Entonces me digo que ella se embarazó del quien menos esperaba. Y de pronto quería vivir lo que ya nunca podría, o por lo menos en mucho tiempo, y no con tanta facilidad. Y eligió sus prospectos, y yo era uno de ellos. Y de verdad le encantó verme. Pero la idea de que ya nada sería posible le arrancó la ensoñación. Y calló largo tiempo, y yo demasiado confuso, por aquel subito silencio, la presioné a sacarme de su vida, a alejarme de su error. Por eso todo lo que publicaba estaba encaminado a herirme, para que la desestimara. Y caí... me volví loco, sigo enloquecido. Conjeturando tonterías porque un día escribí un poema sobre alcantarillas, sangre y ciclistas; y ese mismo día mi hermano se accidentó en su bicicleta por caer en la hendidura de una alcantarilla.
No puede ser así. Es verdad que ya antes me había rechazado, nada directo, un cambio de actitud. De todos modos prefiero creer lo primero. Tal vez tengo que apoyarla, porque desde aquel día que se acercó a mi, violenta, alegre y hermosa como siempre, supe que iba ser mi último trauma, y que las mujeres hermosas y violentas se van agotando, emparejandose, o ahogando su falta de tacto en madurez y su violencia en mil intentos con machos reprimidos. Además habrá mujeres violentas, pero pocas con su mirada y personalidad, pocas hermosas y con la mayoría de mis fetiches.
El problema es el hoyo del que no consigo salir. No tengo nada que ofrecer. Compañía, sexo, cariño, chistes crueles y autoflagelantes. Ni siquiera puedo ser cursi, este es mi nivel más honesto de cursilería.
Quizá somos compatibles, es solo que nuestras personalidades son destructivas, repulsivas, juguetonas, solitarias y a la vez complementarias.
Mujer, no dejo de pensar en ti, y no hay manera de que te olvide. No quiero ninguna relación si no me provoca lo que me provocó nuestro primer olfateo y las subsecuentes veces que nos topabamos. Juro que si un día estoy fuera del hoyo te buscaré, con o sin embarazo, con o sin hijo, con o sin marido.
Un fuerte abrazo, mi hermosa musa de pantano.
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