Olvidémonos de las revoluciones y de las resistencias. Las formas anarquistas se han manifestado en las ultimas décadas como avances tangibles. Mi postura es escencialista, pero no desde las posturas que el anarquismo a postulado teóricamente, como el hombre bueno, o la naturaleza correcta, sino en el sentido del potencial. El potencial y la probabilidad. Todo hombre es un potencial (y aquí cabe cualquier título de ser dañino, inofensivo, productivo o inútil), sí, pero en qué medida de lo probable lo es en determinado contexto, buscando siempre aquel número que favorezca en principio el libre desarrollo social, y en segundo a la autonomía, la libertad, la autenticidad y el desarrollo personal.
Encuentro problemática la búsqueda por la mejora de calidad de vida a costa de los principios anteriores.
Entiendo el poder desde la perspectiva de Byung Chul-han, por lo que no estoy en contra de este, pues es contrario a la violencia si se manifiesta eficazmente.
Entiendo la búsqueda del estatus como un instinto natural humano, diferente el del hombre al de la mujer. Este instinto sintoniza concretamente con la mejora a la calidad de vida. Somos seres instantáneamente satisfactibles. El enamoramiento dura más que las demás combinaciones químicas que nos producen placer y aún así tiene fecha de caducidad. El estatus garantiza enamoramientos y hace accesibles otros placeres.
¿El estatus es inmanente al poder? no precisamente, hay vacíos, vacíos que pueden ser llenados con la forma degradada del poder, que es la violencia, y que igualmente otorgan estatus. El miedo que produce el pandillero, de una pandilla de poca monta, de una colonia pobre, miedo que se tergiversa como respeto, le otorga el mismo estatus que a un profesor con fama de "abierto al dialogo", claro, dentro de su comunidad. El estatus está ahí, para quien quiera arrebatarlo por la fuerza o para quien tenga el potencial para ser coronado, incluso a consecuencia de la mala fama, porque es mejor, en términos de estatus, figurar que pasar desapercibido.
En un principio dije que hay avances para el anarquismo. Me refería al internet. Si bien no es una conquista rotunda, el acceso al conocimiento y la información supone un avance, aunque sigue siendo limitado para quien pueda costear ese acceso y el dispositivo con que acceder.
Un autista sugirió el término bardo para quien creaba contenido, enfocándolo en el conocimiento que él trasmitía, que era sobre el autismo. Pero ¿de qué manera enfocaría un bardo anarquista el conocimiento? Ya no para revoluciones y resistencias, aunque siempre hay quienes vivirán en pie de lucha contra el desalojo, los ecocidios y otras formas de violencia en pro de la civilización y los intereses financiero, tenemos que entender que son batallas de emergencia, de último momento, fuera de lo ordinario, y necesitamos estar en la suma desde lo ordinario, porque todos sabemos que la educación es la clave para prevenir emergencias.
Necesitamos bardos para transmitir historia, para no volver a caer como humanidad en las mismas pesadillas, de las transiciones en los sistemas políticos y económicos y de cómo la tierra cambió de dueños por el engaño y la violencia, así como también criticar los sueños utópicos como respuesta reactiva, estar conscientes de sus flaquezas.
Necesitamos bardos que con su historia den ejemplo de valores anarquistas. Y el testimonio de las comunidades que escapan al aparato disruptivo del orden ajeno a ellas.
Necesitamos bardos que sepan encontrar a esos bardos y los difundan, y los acerquen, y tejan redes.
Pero también es fundamental quién desmienta y debata las formas que parecen verdades y distinga la paranoia colectiva de alta inercia, a la conspiración y a estructuras sistemáticas dañinas reales.
Así, el poder del conocimiento se ejercerá correctamente.
Para el poder económico falta la construcción de una alternativa accesible.
Para el poder político las herramientas están dadas, solo hace falta emplearlas ¿cuánto ciudadano es político? la carrera política es un error, la representación hace falta solo para casos muy concretos y el partidismo solo difumina los ideales e ideas del individuo, empañando su participación para, con la ambigüedad, jalar agua a su molino. Uniendo para ganar (ellos), dividiendo para fortalecerse.
Son las comunidades pequeñas las que tendrían que apropiarse de toda la responsabilidad, pues el poder degenera cuantas menos manos lo controlen, por ello hay que ir más allá de la des-centralización de este.
No sé qué poder escapará primero del tablero, el económico o el político, pero sé que cuando los dos fluyan fuera, en una misma realidad, habrá que sincronizar y entrelazarlos.