La postura atea parte de que la hipótesis de un dios es un recurso que el humano ha usado siempre que no entiende el origen de algo: se usó para explicar la lluvia, la salida del sol, el por qué de la especie humana, y cada vez se va alejando más de las particularidades (cuando su origen es resuelto) para pasar a las generalidades, o hasta la totalidad.
Entonces la probabilidad de que la hipótesis sea errónea aumenta por el número de veces que ha sido refutada para explicar algo que antes no se entendía. Y el campo de acción o intervención de un dios, se va reduciendo a 1. Un plan o programa para determinado fin, y 2. la creación de la materia-energía con su correspondiente comportamiento y tendencia al orden.
La primera es consecuencia de que los humanos siempre queremos darle sentido a todo, sobre todo si ese sentido nos hace protagonistas o participes de un fin; si la vida va del punto A al punto B nos aferramos a creer que el resultado de AB es el infinito porque no queremos dejar de existir, pero desear algo no lo hace más cierto. Si la vida necesariamente tiene sentido ¿para qué existieron los dinosaurios? y... sí, los humanos tienen más capacidades para la supervivencia que los dinosaurios, pero eso no nos hace más especiales cuando comprendes lo fatídico que es el universo y nuestra tendencia a organizar el mundo, ocupándonos del futuro solo cuando las amenazas a nuestra especie se vuelven presentes y masivas: pestes, armas nucleares y proximamente calentamiento global.
La evolución del universo puede llegar a ser inhospita para la vida. Quizá no tanto para la vida artificial. Entonces nosotros seríamos solo un eslabón más en la cadena. Una cadena que puede estar produciéndose en unos cuantos exoplanetas de las muchas galaxias existentes, e igualmente, en otros tantos ser interrumpida por cataclismos o fenómenos sociales.
Para descubrir si el supuesto plan divino es real, habría que estudiar la cadena de eventos y sopesar todos los finales y ciclos resultantes posibles, tomando a la humanidad como una más de las tantas variables posibles en el acontecimiento de vida orgánica inteligente. Pero nuestro espectro de conocimiento es demasiado corto y por tanto limitado en cuanto a predicciones.
Si pensamos en la segunda opción para darle a un dios su razón de ser, sabemos que existen otras alternativas que descartan a un creador para explicar el origen de todo, así que tomando en cuenta las varias veces que la hipótesis ha sido removida por la verdad, lo más probable es que esta última también sea una de tantas. Además, sinceramente suena infantil pensar en un ser que se dedique a crear materia. Puede que el universo siempre haya sido tal cual es, que sea infinito, un atributo que igual se le concede a dios sin cuestionamiento alguno.
Finalmente, que a mí no me guste la hipótesis, tampoco significa que no sea cierta. Sin embargo, dentro de mi postura cosmológica asumo la decisión personal de descartarla.Y para ser completamente honesto, me gusta la idea del plan supremo, pero no veo la necesidad de que deba ser tramado por un ente todopoderoso, ni un solo indicio, y si no es todopoderoso, entonces no es dios.
Podría decirse que mi postura ideológica es atea, pero soy tolerante ante quienes sostienen la hipotesis de un dios, porque por más improbable (dentro de una escala historicamente humana) e infantil (debido a su naturaleza antropológica) que me parezca, aún no se han resuelto las dudas que le dan el beneficio.