Todos los mexicanos hemos atestiguado el gran movimiento que se hace en pro de las tan poco esperadas elecciones por puestos de gobierno en el país. Más que democracia, parece una simple justificación para legitimar su derecho a ocupar los curules. Y no hace falta decir que durante la contienda electoral se cometen una serie de atropellos, engaños (como mínimo) y estrategias de guerra sucia, sin dejar de lado la alianza con los medios de comunicación para echar tierra en asuntos vergonzosos, denigrar al contrincante o a su partido, o ensalzarse con encuestas y colgarse de logros que muchas veces ni siquiera fueron originados por ellos.
Quienes deberían regularlos y no permitir toda esta serie de sinvergüenzadas, fueron en alguna ocasión, si no es que continúan siendo, miembros de los partidos políticos más representativos. No podemos hablar de contiendas justas mientras esto siga igual.
Los mexicanos estamos hartos de jugar a la democracia. Es más, democracia nos suena a circo, a estafa, a payasada millonaria. ¿Es acaso esto lo que significa la democracia? ¿Queremos entonces una democracia?
La democracia representativa sólo es el principio de la verdadera democracia. Porque no basta, poner monigotes que parecían justos (a veces ni eso) en campaña, y ya en el poder, se olviden de quienes los han escogido para estar a cargo y benefician a quienes los ofertaron como dignos representantes para estar a cargo, y por supuesto, se benefician a ellos por sobre todos los demás, se adornan de privilegios que no merecen. Ganar una contienda electoral no significa ganarse la lotería. Pero mientras nadie sea capaz de imponerles límites. Es en efecto, ganarse la lotería.
Una verdadera democracia, tras elegir representante, continúa en la vía de participación ciudadana.
LA PARTE INTERESANTE
Se han hecho esfuerzos inútiles y contraproducentes para activar la democracia participativa. Es más, las tecnologías de la información, como el internet y las redes sociales, contrariamente a lo que se podría esperar, se han encargado de socavar las esperanzas, puesto que no es suficiente con que simplemente cumplan su función, siendo mecanismos para transmitir el malestar social. Todo aquel inconforme es capaz de ser visto y manifestar su inconformidad. El defecto es que toda la suma de voces, de posturas a favor o en contra, se nulifican en la acción.
Se podría pensar que la herramienta informática está hecha para perpetuar el sistema. Para desahogar a las masas en reiteradas olas de frustración. Todos suspiran, todos deben suspirar y declarar al unísono "no hay remedio". Se les olvida que es sólo una herramienta, y que como toda herramienta puede cumplir una parte del propósito, pero no podemos esperar que lo finalice. El mal no es que exista, es creer que con ella podemos resolverlo todo. Por eso me opongo a esas posturas que prefieren descalificarla de una vez por todas y no utilizarla bajo ninguna circunstancia.
Han surgido organizaciones que utilizan estas herramientas para legitimar sus batallas. Todo alzando la bandera de la democracia. La recolección de "firmas" es su principal recurso.
Se entristece el espíritu de lucha, la gente detesta pelear dando click en aceptar. Preferirían marchar frente al congreso, tumbar sus puertas y... entonces qué? ¿quién decidiría el proceder de aquel acto simbólico de poder? La organización debe ser una constante. Podrían secuestrar a los legisladores y amenazarlos para que cumplan sus demandas. Podrían destruir el lugar, quemarlo. O el preferido golpe de estado, de sustitución de régimen ¿Las decisiones de este grupo serían la voluntad del pueblo?
El problema de este mecanismo de confrontación no se centra únicamente en que no hay forma de legitimarlo. También se debe contemplar que para tal golpe, único y contundente, se deben tener en claro unas cuantas cuestiones:
- Qué hacer después de la irrupción
- Quién o quienes lideran al resto
- Qué nuevos sistemas se planean imponer
- Cuales son los límites de aquellos nuevos sistemas
Quizá parezca fácil, pero en la planeación se puede producir un conflicto interno, que debilita y resta al movimiento de sublevación, como ocurría a menudo con los celtas de las galias a la hora de confrontar al ejército romano. O bien, la anulación de toda acción a causa de demasiado debate y ninguna resolución.
Es gracioso, pero en nuestra situación no hay manera de creer en una revolución armada, por lo menos no una siendo planeada con intenciones puras de un cambio sistemático. Hay que ser muy romántico para creerlo. En primer lugar, no estamos capacitados para enfrentar una fuerza armada que se cuelga medallas olímpicas. En segundo, de dónde conseguiríamos el armamento sin recurrir al mercado negro, al narco, y cómo devolverles el favor sin perjudicarnos. Pero el tercero, y más importante, es que la inmensa mayoría no podría arriesgar su flujo en la corriente, dejar de estudiar, dejar sus trabajos, su futuro mediocre pero seguro ¿quién sacrificará su vida por un cambio a medias?
La democracia participativa, no es ninguna panacea, es un animal noble que siempre estará en movimiento, y se necesita saber moverse en su búsqueda y dominio. Porque las mayorías no siempre tienen la razón; superponen la tradición y confían en los prejuicios. Mas los pueblos, como cualquier organismo pluricelular, se desarrollan. No un desarrollo de estado, basado en llenar de riquezas las arcas, sino uno real, de maduración, de libertad para elegir lo que a uno le nace hacer, y de conocimiento, comprensión, empatía, equilibrio.
Hay que examinar nuestro cuerpo social. En qué edad estamos. Y adecuar la democracia a nuestra medida.
Es esencial complejizar la interacción virtual por medio de la tecnología informática. Que no se reduzca a un clic. Que toda opinión cuente, hasta las que están en contra, los debates que no llevan a ningún lugar deben encontrar su cauce. La información y la investigación académica necesitan exigir su sitio, integrarse a la sociedad, pues pareciera existen para bien y crecimiento de ellos mismos.
Es esencial complejizar la interacción virtual por medio de la tecnología informática. Que no se reduzca a un clic. Que toda opinión cuente, hasta las que están en contra, los debates que no llevan a ningún lugar deben encontrar su cauce. La información y la investigación académica necesitan exigir su sitio, integrarse a la sociedad, pues pareciera existen para bien y crecimiento de ellos mismos.
En la antigua Grecia era un grupo élite quienes tomaban las decisiones, no todo el pueblo. Las mayorías están compuestas de minorías, así que son estas minorías las únicas que tienen derecho a exigir sus derechos, sin que medien los intereses de otros grupos opositores. Aunque es importante señalar que no toda minoría es inocua. Determinar qué voces minoritarias tienen voto es dar un paso precavido. Los niños y los pacientes psiquiátricos, por ejemplo, se consideran incapaces de escoger lo que más les conviene, pero esto no tiene que ser un motivo para silenciarlos. Por el contrario, ni los miembros de los partidos políticos, ni algún grupo empresarial, están sobre los demás, a pesar que actualmente su voz y voto tienen más peso que todo un país entero.