martes, 22 de septiembre de 2015

El placer especializado

Literatura

Génesis, una compañera de la universidad, comentó en clase hace unas semanas sobre el dilema que en algún momento de sus vidas encuentran los literatos, y que los mueve a seguir ciertas vertientes de desarrollo profesional o evitar otras tantas. Así, y siguiendo al pie de la letra el planteamiento que ella formuló, tendríamos dos opciones; a) La literatura es para todo el mundo, y b) La literatura es para quien sabe de literatura. No recuerdo si se mencionó en clase pero una tercera y más factible categoría sería: c) Es para todo el mundo mas determinada de acuerdo al refinamiento de su "paladar". Un lector exigente requerirá autores exigentes, por ende, lecturas complejas; juegos lingüísticos, uso de figuras retóricas y poéticas, personajes no convencionales, tramas enmarañadas, recursos experimentales prestados de otros modelos de textos no literarios, entre cualquier otra sagacidad que se me escape imaginar. 
Ademas, los lectores especializados muchas veces encuentran uno o dos géneros que los seducen y se pierden en estos ¿puede acaso ser esto una desventaja al no seguir con la búsqueda de la creación ideal, al limitar su campo de acción?
Esta noche, volví a recordar aquella charla, y con la respuesta tangencial c como vencedora, comencé a aplicarla en los diferentes ámbitos del placer existentes. 
Pero antes; es cierto que profesionalmente uno tendrá que elegir entre a y b aunque piense en c. Los maestros y promotores de lectura piensan o pensaron en algún momento en a, y los críticos e investigadores en b; en cuanto a editores siempre habrá de los dos bandos.

Videojuegos

¿Qué busca un videojugador especializado? 
Propuesta: Implicación entre la trama, el juego y él. Complejidad en cuanto a jugabilidad. Diseño (gráficos) sofisticado o bien, simplificado. Justificación original de la historia. Progresiva dificultad de la experiencia. Progresiva complejidad del avatar. Música y audio idóneos, que no cansen o que no resulten chocantes. Retos y recompensas equilibrados.

Pornografía

Depende de la filia que el espectador tenga. Se pueden sofisticar los gustos. El espectador puede elegir ciertos rasgos en los actores, actores específicos, ciertos fetiches, ciertas fantasías, ciertas partes de los cuerpos, volúmenes y tamaños, posiciones, un nivel de violencia, de ritmos; es importante la categoría, el tipo de sexo. Luego, con un poco de suerte y conocimientos en búsquedas avanzadas, encontrarán material que cumpla más de una especificación.

Podría dar más ejemplos; la conquista, la comida, el baño, el conocimiento, la música, el sexo, el cine, las series, la pintura, el deporte... hay un basto repertorio que no pienso desentrañar ahora y quizá nunca lo haga.
 

viernes, 11 de septiembre de 2015

alienación

Llevo en mi sangre 3.460 millones de años de experiencias; aciertos y errores trasmitidos por generaciones; de especie a especie. Aún así, me encuentro indefenso e inadecuado al medio artificial que mis congéneres ya muertos han armado y paradojicamente tampoco sobreviviría sin él. Este sistema y tecnologías encaminadas a facilitarnos la vida también corre la suerte de complicarnosla. Ya he propuesto antes que nos fascina la complejidad, la vida fácil no tiene ningún merito.

John Berger menciona que el propósito primordial del arte desde sus orígenes es el atrapar el instante, y por regla general este arte tiene que comunicar la esencia del instante, no ser simplemente una copia de. No me gustaría hablar del arte actual, pues la barrera cultural de sacralidad que lo protege, sumado a ese acceso de intelecto y sentimiento sublimizado que pareciera ser requerido para abordarlo, me hacen desconfiar en mi criterio, es un enorme peso para mis escuetas energías. Lo cierto es que jamás me he conmovido por un cuadro, a lo máximo he apreciado ciertos colores y formas. Es probable que esta actitud se deba al síntoma de mi generación; la expectación.

La expectación, es decir, el espectáculo, es el medio por el que las personas de nuestro tiempo tratan de mostrarse. No es extraña la palabra bombardeo en plena era de la informática. Nos constituimos a partir de una montaña de imágenes, de vínculos con esa imagenes; uno mismo, o su reflejo constituyen una imagen. Decidimos qué colores nos corresponden y les atribuimos una sustancia, nos decoramos con ellos, para comunicarnos, para compartirnos. Elegimos el tipo de atuendo, limitados claramente por tendencias comunitarias, el estatus, o la disponibilidad. 

Soy todo un espectador. La mayor parte del tiempo estoy apagado, diría que en automático, pero eso no puede ser del todo verdad, en cualquier caso sería un autómata deteriorado. Inmovilizado por periodos enormes, en los que me gustaría dormir por lo menos hasta que las necesidades fisiológicas apremien. 

Se supone que habríamos de implicarnos en la vida, no escapar, no cansarse del juego; reinterpretar. Las imágenes que logran cautivarnos comparten un punto en particular; contienen algo que quisiéramos poseer, no necesariamente algo material, bien puede figurar lo abstracto; juventud, conocimiento, vitalidad, libertad, etcetera. Estamos tan saturados de fantasías y posibilidades, que nos perdemos; de forma inconsciente nos dejan de hablar, se desvanece el dialogo entre objeto y sujeto. Los apetitos no se colman, sino que se pierden.

Heme aquí luchando por hilvanar un texto coherente, y no obtengo mas que un puñado de ideas flotando por ningún lado. 

lunes, 7 de septiembre de 2015

Siempre habrá un porvenir no me sirve

El grasiento sacrificio; tiempo por porvenir, El porvenir. Ya no digamos dinero rápido, sino porvenir. La minuciosa recolección de latas en conserva habría sido una tarea similar y todavía más emocionante que esta. Si tan sólo hubiera seguido en mi juventud la voz fatalista que me decía que todos mis esfuerzos resultarían en la suscripción a más objetivos y por ende más esfuerzos y así la ramificación descomunal crecería exigiendo abundante vida y prácticamente nada podía dársela en aquella aridez en la que estaba enterrado desde. O simplemente decía que no estaba hecho para lo que deseaba; primero estabilidad luego complejidad luego demencia, o bien, y si tenía suerte, resultaría un genio revolucionario, tomados en la misma línea.

Habría de perfeccionar el gusto de la experiencia. Eso es lo que vale ¿no es verdad? ¿no es tarde todavía?, ser una especie de franciscano desposeído, o más realista aún, sin los parecidos en especie; un indigente romántico.

¿Intentarías viajar al sur? me pregunto porque siempre lo quise, lo quise porque veía en ello un porvenir, pero sin porvenir el viaje es la búsqueda inmediata de experiencias. Oh, cuánto anhelare descansar, tener un objetivo para caer rendido al conseguirlo. El sur sigue siendo la composta de la experiencia. Ingenuamente prefiero el calor de la selva al calor del desierto; es la experiencia, la falta de ella la que me dice qué es mejor; pero hay que considerar los mosquitos, las lluvias incesantes, los asaltantes y traficaórganos, las fieras, el lodo. Me sigue fastidiando más la monotonía e introspección del desierto.

La lección de una que otra película me ha dicho por años, Y qué sentido tiene vivir experiencias sin poderlas compartir. Hoy en día todo se comparte, pero no se viven experiencias, se coleccionan sucesos para demostrar una buena o mala vida, se comparten escenas de esos sucesos, constancias o pruebas de quién soy yo, de la personalidad del individuo, puesto que se busca reafirmarla. No soy nadie para afirmar esto. Ni siquiera lo tengo por seguro. Quizá si hay gente autentica compartiendo de corazón, aunque ridículamente, su existencia.